La Copa Carozzi es algo que lo tiene completamente concentrado en estos días. Practica inclusive en sus horas de clases en el Liceo Poeta Vicente Huidobro, para perfeccionar su técnica y su sabor. Ganar el primer lugar podría ser el "palo al gato" que lo trajo a Chile a probar suerte. El premio es una beca completa en INACAP para la carrera de sus sueños, y por eso es que le pone tanta dedicación a ganarlo.

Andrés llegó junto a su madre a vivir a Chile, tenían una vida acomodada allá, con una banquetera, un bar y su propio departamento. Sin embargo, un amor la hizo tomar la decisión de venderlo todo y probar suerte en este país.

La relación terminó antes de poder viajar, pero con todo vendido, las opciones eran empezar de cero en Colombia o acá "me preguntó a mí, y dijo que era decisión mía venirme a Chile o quedarnos allá. De todas formas, en el lugar que eligiéramos era empezar de cero. Le dije vamos para Chile, porque igual es una nueva experiencia, yo nunca había viajado fuera de mi país, así que nos vinimos para acá" cuenta mientras practica picando las verduras.

Inicios en Chile

Migrar nunca es una cuestión tan fácil, y eso le quedó claro a Andrés "al principio fue muy complicado no conocer gente, igual sufrimos humillaciones, pero con la ayuda de Dios salimos adelante. Estoy muy agradecido con este liceo porque ya me han brindado demasiada ayuda. Desde que llegue mis compañeros y profesores me han apoyado en todo", dijo.

Por cuestiones laborales, su mamá se trasladó a vivir a Valparaíso, donde encontró trabajo como chef. Pero él no estaba dispuesto a perder los lazos que había creado en Cartagena. "Quería terminar mi último año de colegio acá, y hablando con mis compañeros del asunto, primero un compañero me ofreció la casa y yo me fui para allá, luego me fui a vivir con otro compañero" señaló.

¿ Y la extrañas?

No soy tan apegado, soy más bien independiente, pero me hace falta ella, es mi única familia en la vida. Hablamos por teléfono todos los días para seguir muy en contacto, me gustaría ir a estudiar a Valparaíso el otro año y vivir con ella de nuevo.

Infancia en Medellín

Andrés cuenta cómo vivió su infancia en Medellín. Con sus abuelos muertos, tíos distantes y un padre ausente, su madre se las ingenió de muchas formas para sacarlo adelante. "Nosotros éramos de escasos recursos allá y mi mamá me mantenía mandándome a cuidar con otras personas, porque le tocaba a ella ir a trabajar y no tenía con quién más dejarme, no tenemos más familia". Eso, sumado a sus problemas de conducta, lo hicieron vivir en muchas ciudades en distintas casas "Era muy hiperactivo de chico, me mandaban al psicólogo, tomaba pastillas, entonces la gente me cuidaba poco tiempo. Al último, me mandaron a un internado de monjas y estuve 6 años ahí. Y después fui creciendo y enderezándome y fui más consiente de las cosas, fui estudiando, y mejorando las notas", cuenta con orgullo.

¿Y qué tan complicado es Medellín?

"La expectativa que tienen los chilenos es que Colombia es un país con mucha droga, asesinatos y esas cosas, pero eso pasó hace más de 35 años, para la época de Pablo Escobar. El país de nosotros está súper cambiado, movilizaron las guerrillas que habían, así que está súper bien en comparación a como lo ven los chilenos, es un buen país. Para ver la verdadera Colombia, hay que ir para allá, y se darán cuenta que es un país hermoso, y tiene muchas cosas para brindar".

¿Y cuáles son las principales diferencias con Chile?

Chile es reconocido por tener una de las mejores economías de Latinoamérica y se nota el cambio. Hay productos que son más baratos acá que allá. Sobre todo en la educación, es mejor que Colombia, acá están los liceo técnicos, allá no existen. Para estudiar una carrera tiene que salir de bachillerato y ahí recién entrar a la universidad, fue una gran oportunidad llegar acá y que me dijeran que acá existía la posibilidad de estudiar gastronomía antes de estudiar en la universidad.

Persiguiendo su sueño

El joven colombiano llegó al Liceo Poeta Vicente Huidobro principalmente porque tenían la carrera de Gastronomía. "Se supone que yo llegaba cuarto medio a este liceo el año pasado, pero no había más cupo en gastronomía, y yo quería estudiar si o si esta carrera. Me dijeron que si quería me dejaban en tercero, y no dudé en decir que sí. Por eso soy mucho mayor que mis compañeros. En Colombia estaba terminando bachillerato, lo que acá sería saliendo de cuarto medio. Cuando llegué lo único que quería era terminar mis estudios, así que después de mucho buscar di con el liceo".

La receta del éxito

Huachalomo con gratín de arroz y verduras salteadas fue la receta de Andrés que le permitió clasificar en primer lugar de la competencia "Copa Culinaria Carozzi" entre 21 colegios participantes. "La carne va aromatizada con pasta de jengibre y ajo y glaseado con vino tinto y el arroz es rissoto mezclado con bechamel y las verduras salteadas, la idea es cambiar un poco la receta, sobre todo la presentación para la siguiente etapa". Ahora el liceo está sumamente pendiente de todo lo que necesite Andrés para practicar, le compraron todos los insumos necesarios y lo potencian al máximo para que logre el tan anhelado primer lugar.

Su profesor y mentor Misael Muñoz, cuenta como desde el liceo lo apoyan para competir, terminar sus estudios y trabajar por las tardes. "El caso puntual de Andrés es doblemente meritorio, porque es extranjero, trabaja y vive solo, además de tener talento. Los tres profesores del área de Gastronomía lo hemos apadrinado un poco e incentivado a que siga el rubro, porque consideramos que tiene gran interés por la carrera", comenta mientras prepara los materiales para que Andrés practique una vez más antes de irse a trabajar.

Para el profesor Misael, el mérito que hace para seguir lo que ama lo llevará lejos "Él está acá estudiando hasta las 16.30 horas y luego va a trabajar en una de las empresas donde hizo la práctica, ahí está hasta como las 1.00 horas, y después vuelve a dormir para venir al colegio".

"El liceo está al cien por ciento conmigo, el 24 de septiembre es la final y mi curso pidió permiso para ir a apoyarnos, y el liceo estuvo dispuesto a que fueran todos"

La disciplina que ha tenido todo este tiempo, espera que le rinda sus frutos. "Nosotros felices si él pudiera ganarse la beca, porque se lo merece", señaló el docente.

¿Y estás estudiando para la PSU?

"Si, a veces repaso, pero como venía con los conocimientos de Colombia, creo que me irá bien. En todo caso no la necesito para entrar a la carrera, pero si puedo optar a alguna beca para estudiar sería genial, ya que igual es caro estudiar la carrera que quiero".

Ahora, su más grande preocupación es la gran final del concurso culinario, que se desarrollará el día 24 de septiembre en Espacio Riesco, Santiago. Ahí espera llegar con la receta ganadora, que le permitirá ser el gran chef que siempre ha soñado.

Carina Cabrera Aballay

El año 201X, mientras estudiaba técnico en odontología, Scarlett Vilches conoció el malabarismo y las artes circenses en Valparaíso, las que poco a poco comenzar a ocupar gran parte de su vida.

"Junto a mi compañero, Carlos Echeverría, comenzamos a aprender malabarismo y las compañías de circo. Cachamos que lo hacíamos bien, por lo que comenzamos a tirarnos a los semáforos en las noches, vestidos de calaberas y haciendo fuego, así cachamos que esto era un buen ingreso de plata", cuenta la joven.

Tras terminar sus estudios, ejerció dos meses su profesión, pero su amor por las clavas la motivó a cambiar de rumbo.

"Yo siempre decía que cuando terminara mis estudios iba a irme a recorrer el mundo, pero el malabarismo me hizo cambiar de opinión", afirma.

-¿Cómo fue la reacción de tu familia?

-Mala. Ellos siempre supieron que no iba a dedicarme a la carrera, pero pensaron que iba a a estudiar otra cosa o que iba a viajar, porque siempre dije que iba a hacer eso. Les chocó, porque yo decía que no iba a volver a San Antonio, pero conocí a mi compañero, él también es de acá y es resanantonino y terminé quedándome acá, empecé a redescubrir San Antonio, conocer lugares que no cachaba y a comprometerme con la ciudad.

Vilches cuenta que en un comienzo "mi mamá me decía ´te veo en el semáforo y te voy ir a buscar de las mechas. Pero la primera vez que me vio, se sentó a mirar el show y me aplaudió. Yo creo que en el fondo quería saber que yo estaba segura trabajando ahí".

El semáforo

Para la malabarista, el semáforo es parte fundamental de hacer circo y un paso obligado para quienes quieren dedicarse a este arte.

Los días en que Vilches y su pareja trabajan allí, siguen una rutina como la de cualquier trabajador. "Nos levantamos temprano y a las 7 de la mañana estamos ya instalados en el semáforo, porque esa es la mejor hora", expresa.

En ese lugar, señala Vilches, "convives con mucha gente y te pasan cosas raras también".

Una mañana en el bypass de Llolleo, la joven vivió una situación que volvió realidad las inseguridades de su madre.

"Ese día fui sola al semáforo. Cuando me voy poner a hacer malabares llega un tipo en camioneta, se orilla y abre la puerta con fuerza. Yo quedé mirándolo porque era un acto loco. Me dice 'súbete, vamos, qué querís, plata, drogas, vamos a vacilar'", manifiesta.

"Yo le decía que no y él tomaba de una botella de vino y no dejaba de insistirme. Yo le cerré la puerta y pesqué mis cosas como que me iba y él se fue. Volví al semáforo y cuando llevaba un rato ahí y volvió de nuevo. Justo venía llegando mi pololo y así el tipo se fue. Sentí miedo".

Vilches cree que "la gente por verte trabajar en el semáforo piensa que eres una persona deprotegida, que no tiene nada. Seguramente él pensó que yo me iba a subir al tiro".

Tras estos años trabajando en el semáforo, la joven reflexiona también en torno a la respuesta de la gente. "A nosotros los carabineros nos han sacado, pero a los viejos curaos, que siempre están en el semáforo, no los sacan y de repente la gente le da plata a ellos, apoyando otra cosa. 'Ya, que se compre su copete y este cabro que se está haciendo monedas para el almuerzo no le voy a dar'", expresa.

Circo social

Tras algunos años de práctica del arte circense, Vilches y su pareja instalaron en el 2015 "Panky circo", una compañía con la cual realizan talleres de circo en distintas escuelas de la provincia.

"Siempre supe que mi faceta era social, con la gente, pero nunca pensé que lo iba a desarrollar a través de las artes escénicas. Al descubrir el malabar caché que puedes decir cosas de muchas maneras, no solo mediante el lenguaje normal, sino a través de mostrarle cosas a la gente y hacerlos sentir", afirma la joven.

La pareja ha realizado talleres en el Liceo Juan Dante Parraguez, la escuela de El Convento y al Liceo Poeta Huidobro de Cartagena. Además, de modo gratuito, le ha enseñado en espacios autogestionados a otros niños y adolescentes sobre todo lo relacionado con el circo, partiendo por los malabares.

En esas instancias, Vilches se ha convencido de lo positiva que puede ser esta disciplina para los más jóvenes y sueña con poder compartirlo con más personas.

"Me gustaría generar espacios de protección para niños que están un poco desamparados, porque cuando te agarra una disciplina es bacán. Hay niños que conocimos de chicos y que eran muy desordenados y ahora están super disciplinados, porque el circo te entrega eso", expresa.

Según Vilches, "no toda la gente hace malabares, porque se te va a caer cien veces y las cien veces tienes que agacharte a recogerlo. Al tener esa perseverancia empieza a entrar dentro de todos los ámbitos de tu vida; aprendiste a hacer malabar, aprendiste a tener perseverancia y eso lo empiezas a aplicar en todos lados".

Es por esto que para ella este "todos deberían aprender. El malabar es una superación personal".

"Aparte que es el arte de las artes, el circo incluye todo lo que te puede gustar hacer, todo lo puedes fusionar con el circo, el baile, la actuación, la musica, la poesía. El espacio para crear es súper grande y todo lo que se te ocurra tiene cabida ahí", agrega.

El gran sueño

La especialidad de Vilches son las clavas y ser una payasa. Su pareja, en cambio, domina el diavolo, y juntos realizan rutinas que complementan estas artes con el humor, para lo cual se preparan con constancia.

"Esto requiere mucho trabajo. Nosotros ensayamos todos los días juntos o con nuestros amigos. Preparamos las rutinas para los tiempos del semáforo o para los eventos", cuenta.

Actualmente, ella y su pareja viven ciento por ciento gracias a Punky Circo, lo que la motiva a decirle a otros que "se puede hacer una carrera de esto".

En el último tiempo, la pareja ha presentado distintos proyectos para continuar difundiendo este arte y también como una devuelta de mano. "Estamos súper contentos. Ahora estamos a la espera de la respuesta del hospital porque presentamos un proyecto de Clown hospitalario para los niños que están allá, es nuestra forma de agradecer todo lo bueno que nos ha pasado con el circo". manifiesta.

Vilches y su pareja recorrieron Chile haciendo malabares y también han ido a seminarios a Argentina. Pero ella sigue soñando con ir mucho más allá.

"Mi sueño con el circo es recorrer todo el mundo. Ese era mi sueño de antes, pero ahora quiero hacerlo con el circo. Dar la vuelta y volver para acá, trayendo todo lo que aprendamos y tratar de insertarlo En San Antonio", afirma feliz la joven que dejó el delantal colgado para jugar y hacer reír a otros con las clavas y su nariz de payaso.

Raúl Abarca Pailamilla

Un vecino sanantonino denunció en el servicio provincial de Salud a una panadería luego que uno de los panes que comprara vienera con una feca de ratón.

Jorge Valdés Aravena (30), el afectado, contó que el pasado domingo, a eso de las 10.30 de la mañana, llegó hasta un local, ubicado, en Hermanos Carrera, para comprar algunos productos para el desayuno, que tomaría junto a su familia.

"El 9 de septiembre yo fui a comprar, como todos los días, pan a la panadería Santa Gemita. Llegué a la casa con el pan y entre eso que estábamos desayunando mi hijo de cuatro años llevaba casi la mitad del pan comido, cuando levanto la cabeza y me percato que el pan tenía algo negro", recordó Valdés.

Tras darse cuenta de esta extraña sustancia, de color negra, este hombre le quitó de inmediato el pan a su retoño.

"Cuando examino el pan me doy cuenta que era feca de ratón. Inmediatamente pesqué el pan y me fui a la panadería. Había una trabajadora que me decía que era imposible", aseguró.

Este vecino del sector de Hermanos Carrera hizo la denuncia en el servicio provincial de Salud, desde donde confirmaron que iniciarán una fiscalización a esta panadería.

"Yo hice en la fería de las pulgas la denuncia y otras personas comentaron que también habían tenido problemas similares", afirmó.

Valdes confiesa que "quiero hacerlo público no por plata, sino porque fui a la panadería para que medieran una explicación y salí trasquilado, hasta me retaron. No es posible que una panadería trabaje de esta forma".

Diario El Líder fue en busca de la versión de los dueños de la panadería y aseguraron que es imposible que sean fecas de ratones las que contenía dicho pan.

Leandro Olagaray, dueño de la panadería Santa Gemita, mencionó que "aquí se desratiza todos los meses y es imposible que sea feca de ratón".

Olagaray proporcionó una carpeta con las facturas mensuales emitidas por la empresa que realiza este trabajo en su local.

"Lo que le apareció en el pan son restos de masas que quedan en el horno y le caen a los panes. Eso es lo que sucedió", describió Olagaray, quien aseguró que constantemente "estamos mejorando nuestros servicios".

9 de septiembre Jorge Valdés compró pan, el que estaría contaminado por fecas de ratón. Servicio de Salud fiscalizará panadería.