La abuelita que lidera a las mujeres emprendedoras del cerro Bellavista
Irma Mayorga nació en Lota y vivió en la capital antes de radicarse en San Antonio. A punta de esfuerzo y sacrificio sacó a su familia adelante tras la muerte de su esposo.
Una existencia con muchos altos y bajos ha tenido Irma Mayorga, una querida vecina del sector 1 de Brasil, en el cerro Bellavista. A pesar de los duros momentos que ha vivido, esta mujer de 73 años jamás bajó los brazos y tuvo que encontrar la energía y fuerza para levantarse y encontrar los caminos para que su familia tenga un mejor vivir.
Reconoce que a su edad todo se pone cuesta arriba, como encontrar "un trabajito", como dice con su dulce y suave voz. "Uno siempre termina arreglándoselas, porque hay que sacar la casa adelante", confiesa esta oriunda de la ciudad de Lota, en la Octava Región.
Su gran dolor
Sus mayores orgullos son el matrimonio que conformó con José Pérez Pérez; los tres hijos que tuvieron; y poder darle educación superior a sus nietos (Danisa y Álvaro). Y para lograr este último desafío tuvo que hacer malabares y trabajar duro para mantener el hogar y cancelar los estudios.
"Llegué a trabajar por mil 500 pesos que me pagaban como asesora del hogar, hace varios años ya, en los '80. Como ese dinero no me alcanzaba, en mis ratos libres y los fines de semana me dediqué a cortar el pelo y realizar teñidos. Así fue como fui sacando mi casita adelante y a mis nietos, porque tras la partida de mi marido fue difícil", confiesa.
Durante la conversación existieron pasajes tristes que aún le cuesta exteriorizar, porque siguen significando un dolor sumamente grande para esta vecina de Bellavista que vive con uno de sus nietos, con quien regalonea y se cuidan mutuamente. "El fallecimiento de mi esposo fue doloroso y aunque han pasado más de 15 años lo sigo extrañando y recordando, fueron muchos años lindos. Con él viví las cosas más bellas", reconoce con nostalgia.
Irma y su marido se conocieron por intermedio de un amigo en común en el barrio de la avenida Matta, en Santiago. Al principio a ella no le gustaba, pero después se fue entusiasmando.
"A los ocho días de estar pololeando me pidió matrimonio (septiembre 1966). Lo pensé harto y terminé aceptando. Para octubre era una mujer casada y al año siguiente nació la primera hija. El día que nos casamos, era martes, teníamos que estar a las 8.15 horas en el Registro Civil y mi marido entraba a las 9 de la mañana al trabajo. Nos alcanzó el tiempo para comernos un completo y un café con los testigos. Fuimos muy felices", recuerda con la pena reflejada en su rostro.
A san antonio
Pocos años después de contraer matrimonio, la familia llegó a instalarse a la población Juan Aspeé, donde estuvo 33 años hasta la década del '90, cuando comenzó el éxodo por el crecimiento portuario. En esos momentos, la señora Irma se dedicaba a su trabajo como peluquera y estilista. "Juntaba a la gente y le cortaba el pelo, así fui sacando la casa adelante. Cuando mi marido enfermó tenía que hacerme cargo y así lo fui haciendo, ganaba como 10 mil pesos diarios. Gracias a lo que aprendí en el colegio pude continuar trabajando así".
Y cuando no cortaba el cabello, estaba a cargo del casino de la Policía de Investigaciones de Chile que tenía su cuartel en Barrancas, donde logró estar por una década, hasta el traslado definitivo de la unidad a calle 21 de Mayo. En ese instante tuvo que volver a reinventarse y así fue como consiguió una pega en los planes de generación de empleo (PGE). "Había que sacar adelante la casa", recalca esta mujer luchadora por donde se le mire.
Emprendedora
Las necesidades económicas obligaron a Irma Mayorga a tener que reinventarse varias veces. En ese camino se involucró en el programa Quiero Mi Barrio que se desarrolló en Bellavista y que permitió realizar distintas mejoras en las poblaciones del cerro.
Como una bella muestra de lo realizado, está la mantención de la emblemática Casa Piedra y del mosaico que revive la historia del lugar, cuando el agua se entregaba en jarrones transportados por un burro y los árboles bordeaban un camino completamente de tierra que era un lodazal cuando llovía.
"El Quiero Mi Barrio nos enseñó a muchas mujeres, dueñas de casa, a aprender una serie de oficios. Aprendimos a hacer mosaicos, a reciclar, a prevenir emergencias y a tejer. Éramos varias vecinas que nos encantamos con ese proyecto y nos generó las ganas de trabajar de esa forma".
Así fue como nació, el 7 de marzo de 2017, la Agrupación de Mujeres Emprendedoras del Barrio Casa Piedra, en el sector Dos de Bellavista. Irma está orgullosa de dirigir a este grupo, a través del cual, junto a una veintena de vecinos, se dedica a trabajar por generar emprendimiento y vínculos sociales en el sector donde habitan hace bastantes años.
-¿Qué objetivos tienen como emprendedoras?
-Nos dedicamos a generar una comunión con las vecinas, en especial las dueñas de casa, para aprender algunas técnicas que les permitan realizar productos que les generen ingresos para el hogar. Somos un poco más de veinte mujeres que nos juntamos una vez a la semana a compartir, distraernos y avanzar en nuestras propuestas.
"El objetivo de la agrupación es trabajar por la sociedad, partiendo por quienes están más necesitados. A veces apoyamos a las socias que no lo están pasando bien o a sus familias que están en situación delicada. Siempre vamos en ayuda de una organización que requiera algunas de las confecciones que realizamos, como será este año la Fundación Mi Casa", añade.
A la hora de hablar de sus sueños, dice que le encantaría apoyar a un grupo mayor de personas con su agrupación. "Mientras más ayuda podamos conseguir, a más personas que lo necesitan vamos a poder ayudar, eso me gustaría mucho. Varias integrantes somos adultos mayores y, como tenemos bajas pensiones y casas que mantener, no siempre contamos con los recursos para poder invertir en la compra de productos y desarrollar nuestras cosas. Por eso siempre estamos abiertos a donaciones y a la elaboración de algún fondo concursable que nos permitan trabajar", argumenta sobre la importancia de conseguir fuentes de respaldo para ayudar a los vecinos más vulnerables de su barrio.
Cuando no está buscando una forma de subvencionar a su organización, Irma Mayorga se las ingenia para mantenerse haciendo "pololitos" que le generen los recursos que complementen su pensión.
"Tengo una insuficiencia renal crónica que me significa gastar más de cien mil pesos en remedios, y los tengo que consumir para toda la vida. Por eso sigo con los trabajos de confecciones. Así me voy ganando mi platita, y con eso paro la casa, me mantengo tranquila y puedo fumarme un cigarrito", concluye esta mujer empeñosa y emprendedora que dedica sus energías a buscar el bienestar de sus vecinos y vecinas que le han regalado todo su cariño desde que se radicó en este barrio de Bellavista.