El ex carabinero que cambió los partes por los poemas de amor
En 2011 Gabriel Jesús Quevedo sufrió un accidente vascular que lo hizo transformar y usar su "savia espiritual" para transmitir un mensaje de paz a las personas. Ha publicado dos libros y hoy trabaja en el tercero.
En enero de 1973, Gabriel Jesús Quevedo Aldea llegó a vivir a Las Cruces desde su natal Chiguayante, Región del Biobío. "Me vine a los 21 años en busca de mi destino", afirma el hombre, quien pronto se puso el uniforme que lo acompañó durante 23 años de su vida y le dio uno de sus mejores recuerdos.
"El 16 de junio de ese año ingresé a trabajar a la Segunda Comisaría de Cartagena. Cuando me vine a este pueblo a orillas del mar, mi padre me dijo: 'ándate donde caliente el sol, porque aquí no hay futuro'", comenta a sus 68 años sobre lo que lo motivó a establecerse en este rincón del país, donde se ha inspirado para escribir dos libros de poemas.
Pastor mayor
En su período en el balneario cartagenino, Quevedo conoció a un gran compañero de labores: "Pastor Mayor".
"Un día entró un perrito a la comisaría de Cartagena, vestido de blanco y negro, como dice el poema que le dediqué. Los perritos siempre llegaban a la comisaría y este se paseó por todos los lugares, hasta que llegó a lorear al casino, donde dijo 'aquí me quedo yo'", cuenta sobre cómo conoció a este fiel ayudante en el verano de 1975, hace 43 años.
"Comencé a salir con él y a tranco largo recorríamos el pueblo. Se llamaba Perro Policial Lobo Pastor Mayor, lo ascendieron a mayor", recalca.
El suboficial Quevedo y Pastor Mayor luchaban juntos contra la delincuencia. "Salíamos al turno, atentos por si pasaba algún delincuente. Nos gustaba ir a recorrer las playas hermanas de Cartagena, la Chica y la Grande. Cuando llegábamos la gente nos aplaudía, porque ordenábamos el lugar".
Según Quevedo, "ahí salía a relucir el olfato agudo de mi perro. Inmediatamente escarbaba y hasta bolsas de marihuana sacaba de la arena. Fue un perro muy famoso en Cartagena, la gente de esa época lo recuerda hasta el día de hoy".
renacimiento
Paralelamente a sus labores como carabinero, Quevedo escribía poemas. Aunque el verano de 2011, un verano muy distinto al que vivió con Pastor Mayor, transformó el valor de la escritura para siempre en él.
En enero de ese año tuvo un accidente cerebrovascular que lo dejó con movilidad reducida en sus extremidades izquierdas, pero con su memoria prácticamente intacta.
"El médico me preguntó por qué yo estaba ahí. Lo saludé y le dije 'sabe por qué estoy yo, porque el 4 de enero a las 7.30 de la mañana, antes de irme al trabajo, me dio un accidente cerebrovascular' y le dicté el número de mi cédula de identidad".
Quevedo relata que "el médico no podía creer que me había dado un ataque cerebral. Me preguntó si quería irme para mi casa, le respondí que era lo que más quería y al otro día ya estaba en mi hogar".
La clave de su recuperación, según él, es que "yo soy un hombre de fe, de espíritu alegre, vivaz. Por eso tengo una vida tan maravillosa. Si no hubiese sido así, estaría muerto. Yo quedé en silla de ruedas dos años ¡En silla de rueda!".
El accidente lo ayudó a retomar su rumbo.
"Lo que me pasó me sirvió para administrar bien mi vida, era muy libertario y estaba equivocado. Antes andaba por un camino nuboso y ahora voy por un camino de luz", expresa, evitando referirse de forma explícita a cómo era realmente su existencia antes del accidente vascular.
Este cambio genera en él una reflexión: "Le doy un consejo a la gente: que vuele lento, porque yo volaba rápido. Al volar lento uno tiene tiempo de amar a la gente y eso es lo que hago ahora".
A pesar del susto que vivió, él no para de agradecer. "Tengo el 70% de mis células de ambos hemisferios del cerebro malas y también me afectó los globos oculares. ¡Pero míreme cómo estoy! Mi Dios amado no me dejó morir para que yo le entregue a la gente mi semilla".
Savia espiritual
En su casa del balneario de Las Cruces, Quevedo dedica el día a cuidar sus habas y ajíes y a escribir poemas de la naturaleza y la creación, con mensajes de amor relacionados con Dios y la vida espiritual.
"Cuando estaba enfermo comencé a escribir un poema que me ayudó a sanar. Yo quiero transmitir mis mensajes para hacer feliz a la gente", confiesa.
La sensibilidad de Quevedo viene desde su niñez. "Dos días antes de que mi madre falleciera le pregunté cómo era mi personalidad de niño y me dijo 'tú eras diferente a todos los hijos que tenía. No estabas siempre con nosotros y cuando te salía a buscar te encontraba conversando con las aves'. Ahí comencé con mi creación, porque yo les escribo a la creación y a la naturaleza, todos mis poemas son pura paz", afirma.
"Nací con esto. Yo veo la vida con savia espiritual, creo en la vida eterna. En el lanzamiento de mi libro, una periodista me preguntó si era evangélico, yo le dije que no era necesario ser religioso para amar a Jesús, uno viene con él", dice.
La capacidad de observar su entorno no se apagó cuando trabajó como carabinero. "Hasta el día de hoy cuando me topo con ex compañeros me dicen 'cómo no vas a estar escribiendo, si siempre en los turnos hablabas de poemas y mirabas los pajaritos'. Ellos creían que era tonto, pero no, era un talento que yo tenía".
El policía-poeta está agradecido de la institución de las carabinas cruzadas, donde también puso en práctica su visión de la vida. "Una vez me subí al colectivo y el conductor no quería que le pagara. ¿Por qué?, le dije yo, ¿la plata mía no vale? No me la quiso recibir porque me dijo que yo había sido bueno con él".
Quevedo continúa el relato. "Yo no me acordaba qué había hecho, porque en mí las cosas brotan para hacer el amor. Le pregunté y me contó que tenía una orden de detención por deudas y que yo le había dado la posibilidad de ir al banco a pagar y que después me mostrara los documentos. Escucharon, le dije a los del colectivo, en la vida siempre hay que hacer el bien cuando hay posibilidad".
El escritor afirma que "yo siempre ando hablando espiritualmente, para hacer el bien hay que tener la voluntad y abrir el corazón".
Los poemas de Quevedo están cargados de este tipo de mensajes. "A mí la inspiración me viene durmiendo. Despierto con una fuerza inspiradora y tengo que anotar, porque me la está dando Dios. Dios me está dando siempre amor", expresa.
"Yo no quiero sobresalir como persona, lo que quiero es entregar mi mensaje. Quiero sembrar mi talento en el corazón del prójimo, esa es mi ganancia", afirma el ex carabinero.