"Don Carmelo" cuenta cómo ha visto pasar la historia de Cartagena
Isaac García es parte del tradicional balneario. Dice haber conocido a casi todos sus habitantes, antes de la masiva llegada de familias foráneas en los últimos años.
A Isaac "Don Carmelo" García se le puede ver cotidianamente por el sector de la plaza de Armas de Cartagena, que por estos días se encuentra cerrada por remodelaciones. Cada mañana va a comprar el diario, al supermercado, a la carnicería y a la panadería. Pasa saludando a medio mundo, porque todos lo conocen. Es uno de los vecinos más emblemáticos de Cartagena, porque él y sus antepasados nacieron y fueron parte de la historia de la comuna.
"Cuando yo era más chico, mis tíos más grandes contaban que "El Tata" (su abuelo) decía que cuando él era pequeño, acá había tres o cuatro casuchas con suerte. Ahora, está todo poblado", rememora García.
Cartagenino
"Carmelo" no sabe en qué momento exacto los García se instalaron en Cartagena, pero tiene claro que efectivamente el balneario era habitado por muy poca gente cuando llegaron. En ese entonces, dice, su familia se dedicaba a la pesca en Playa Chica. Su padre, al jubilar como estibador portuario, abrió una pescadería en Josefina Nieto con Chacabuco, ahora Hermanos Tobar, rebautizada así por otros parientes de él que fueron concejales y a quienes hasta el día de hoy se les recuerda con cariño.
Isaac García trabajó varios años junto a su padre. Sin embargo, después se alejó un tiempo de la pesca, pero no así del mar. Encontró empleo como operador portuario, en los tiempos en que las cargas y descargas se hacían a pulso en el puerto sanantonino.
"Nosotros teníamos cuatro escaleras. Nos subíamos al contenedor y enganchábamos las cadenas para que la grúa lo levantara. Los sacos, los tarros y todo lo que viniera adentro eran cargados al camión por puros operarios, no como ahora que todo es máquina", rememora.
Tras salir del puerto, volvió a trabajar en la pescadería familiar junto a uno de sus hermanos. "Lo que uno pusiera en esa esquina se vendía, es que llegaba mucha gente, hordas de personas bajando por calle La Marina luego de la llegada del tren. Ahora también llega mucha gente, pero no es como antes".
Recibió un balazo
Entre las tantas anécdotas que guarda de su trabajo en la pescadería, recuerda una en particular. Un día recibió un balazo por defender a su hermano en un negocio cercano al suyo. "Un borracho se puso a molestar a mi hermano y sacó una pistola. Pensé que era de mentira y me acerqué. No me di ni cuenta cuando me baleó en el estómago. Me llevaron altiro al hospital y ahí estuve varios días".
"En la pescadería primero dejábamos 30 cajas de almejas para un fin de semana. Luego salió el cólera, la gente tenía miedo de comer mariscos, y no éramos capaces de vender cinco cajas de almejas. Ahí le dije a la Rosa, mi señora, que cerráramos mejor, y nos dedicáramos a otra cosa".
Fútbol y familia
Hincha acérrimo del Cartagena Atlético, Isaac García perteneció al club toda la vida y fue dirigente por casi 10 años. Esa es una de las razones por las cuales es tan conocido en la comuna. Además, jugó toda su vida en la institución, desde los infantiles hasta los seniors.
Un día, agobiado por el tiempo, decidió renunciar a todas sus actividades deportivas para dedicarse a su mujer y sus seis hijos. Los domingo pasaron de ser un día de cancha a una jornada familiar. Por esos años residían en la calle Esmeralda. Luego se cambiaron al terreno donde están actualmente, en Errázuriz con Arica. Hace 20 años que viven ahí y casi todos sus hijos hicieron su propia casa en el largo sitio que compró para compartir.
En la primera casa vive su hija Mónica; en la segunda, su hija Paola; en la tercera, su hija Fabiola; en la cuarta él; y en la quinta, su hija Erika. Solo dos de sus hijos no residen ahí, pero su hija Janett pasa todos los días a saludarlo, ya que solo vive a un par de cuadras. "Bueno, no fue la idea comprar este sitio para que quedáramos todos juntos, pero así se fueron dando las cosas, y así me gusta más en realidad. Tener a todas las hijas acá juntas me hace sentir mejor", confiesa.
Política
Su hija Paola se apura en señalar que su padre es el militante democratacristiano más antiguo de Cartagena. "Incluso él militaba en la falange", aclara ella.
Desde el balneario, "Carmelo" apoyó la campaña presidencial de Eduardo Frei Montalva, con quien conversó largamente en una de sus visitas al puerto de San Antonio. "Después de una reunión, que no recuerdo de qué era, él (Frei) me llamó para un lado. Me preguntó si yo estaba en el sindicato, y me dijo que teníamos que mover el sindicalismo porque era la única forma de conseguir cosas entre todos. Mis compañeros se preguntaban de qué hablábamos tanto".
Hermano detenido
También vivió en carne propia los horrores de la dictadura. Su hermano Gabriel, quien también trabajaba en el puerto, fue detenido por militares en uno de los turnos de noche. "Estaba bajándose de un barco y le pidieron los documentos a él y a su compañero. Les dijeron que esperaran y en eso su compañero se fue. Mi hermano prefirió esperar, pero tuvo que pasar un mes detenido entre Tejas Verdes, Santo Domingo y en Santiago. La amnistía lo salvó de no morir desaparecido".
Por ser el mayor de sus hermanos, se dedicó a todos los trámites necesarios para lograr su libertad. Hasta que lo consiguió.
Grave accidente
Trabajando en el puerto, tuvo un accidente que lo marcó. "Iba caminando de un extremo a otro del terminar para ir dejar unos papeles. En eso 'Manolo' Villatoro (padre del ex gobernador) me dijo si me llevaba en un vehículo. Por el camino no se percató que venía un carro con cobre y chocamos. Nos salvamos de milagro. Al otro día vino Pinochet a recorrer el puerto. Lo vimos llegar en el helicóptero. Tuve la mala suerte de que me quiso saludar a mí y yo estaba medio lesionado. No soy fanático de Pinochet, precisamente, pero en ese momento no me quedó más que decirle: 'hola, mi presidente'".
Juventud
"Carmelo" se entusiasma al recordar el Cartagena de sus amores. Cuenta que en los veranos llegaban miles de personas al día a bordo de los trenes desde Santiago, y que en invierno quedaban puras caras conocidas. "Eso me gustaba igual, que quedáramos solo los de acá".
Relata que los restaurantes abrían los sábado para entretener a las personas. Nombra algunos locales que ya no existen, como el Savoy o el hotel Francia. "Ahí la gente se juntaba a bailotear todo el año, en invierno eran menos las personas, pero uno encontraba siempre qué hacer en invierno, no como ahora que está todo cerrado siempre". Él atribuye la falta de panoramas a los costos de la vida. "Claro, ahora una botella de vino te sale dos mil pesos. En un restaurante uno paga hasta cinco mil, no sale a cuenta, mejor tomar en la casa. En esos tiempos no era tan fácil como comprar y tomar en la casa. Ahora en los supermercados venden de todo".
Además, reclama contra la gente que ha llegado. "No toda la gente es mala, pero algunos son bien atorrantes, y andan haciendo maldades".
"Carmelo" nunca se quiso ir de su tierra natal. A sus 82 años la sigue encontrando tranquila para vivir. Junto a Rosa, su esposa, ya criaron a sus seis hijos y 12 nietos en esta comuna. El próximo mes llegará su primer bisnieto, un poco tarde, según él. "Yo les he dicho que tengan hijos chicos, para que cuando sean viejos no les cueste tanto disfrutar".
Cada vez camina más lento e intenta no perder el hábito de leer el diario, de comprar el pan y de saludar a sus viejos amigos cuando pasea por la plaza. Amigos que se ha ido llevando el tiempo, y que cada vez son menos.
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