Amador Álvarez: toda una vida ligado al club Cóndor de Placilla
Nacido y criado en los barrios placillanos, Amador fue presidente y jugador de los "condoritos", además de tener una larga trayectoria ligada al comercio del centro de la comuna, tras ser parte de la recordada "Casa Álvarez".
Producto de su complicado estado de salud, Amador Alfonso Álvarez Cerda, a sus 72 años de edad (13 de junio de 1946), ha tenido que acostumbrarse a pasar más tiempo en su hogar ubicado en calle Ortúzar, en el sector de Placilla, apoyándose en la compañía de su señora desde hace 48 años (más otros cuatro años de pololeo) Marta del Pilar Alarcón Bello, con quien tiene tres hijos, Alfonso Guillermo, Paula Karina e Igor Segundo, y cuatro nietos.
La pareja sanantonina vive en un sector que don Amador conoce de memoria. Su familia es originaria del cerro Placilla y, tal como dice él, "nací y me críe entre estas calles. Estudié en la Escuela Uno la primaria y luego en el liceo Fiscal, para posteriormente estudiar topografía en la Universidad Técnica en Santiago. Sin embargo esa carrera no la terminé y me devolví a San Antonio", recuerda el placillano, quien de vuelta en la ciudad puerto tras aquella experiencia universitaria, comenzó a trabajar junto a su primo Claudio en la recordada "Casa Álvarez", la primera tienda en San Antonio que ofrecía una importante gama de productos bajo un mismo techo. Un negocio pionero para lo que después serían las reconocidas multitiendas.
"Empecé a trabajar casi a finales de la década de los '70 junto a mi primo Eduardo Álvarez en lo que sería la 'Casa Álvarez', que empezó funcionando en el centro en calle Centenario. Fuimos el primer centro comercial de acá que vendía de todo: línea blanca, muebles, electrónica, entre otras cosas. La idea de este negocio se le ocurrió a mi primo y así nos fuimos ampliando, porque la gente nos iba pidiendo más productos: zapatos, ropa y muchas cosas. Éramos la tienda más grande que existía en San Antonio", recuerda, agregando que debido al éxito comercial "nos cambiamos a un local ubicado donde actualmente está la tienda Johnson's".
-¿Y cómo era el comercio en ese tiempo en el centro sanantonino?
-En ese tiempo estábamos con la Unidad Popular donde había gente que tenía harta plata. Por ejemplo, nosotros traíamos un camión lleno de colchones y no alcanzábamos a ponerlos todos en vitrina y ya los habían comprado todos. Hablaban mucho contra la Unidad Popular, pero muchos comerciantes se llenaron los bolsillos en esa época.
Primer infarto
Luego de sufrir un infarto en 1986, Amador Álvarez tuvo que dejar de trabajar junto a su primo en el emblemático negocio que ambos administraban.
"Mi primo siguió con la 'Casa Álvarez' hasta que le arrendó el espacio al supermercado Egas. Contábamos con muchos trabajadores, porque teníamos una fábrica de muebles y además, una flota de 25 ramplas de camiones en el puerto, que sacaban trigo a granel. Todos nos conocían, porque tuvimos también una sucursal en Llolleo. Pero por salud fue que tuve que dar un paso al costado", detalla.
Tras un tiempo sin actividad laboral, un ex vendedor de la "Casa Álvarez" le ayudó a conseguir trabajo. "Un vendedor que nos ofrecía productos que era dueño de una fábrica de tejidos me vino a visitar a mi casa para saber cómo estaba de salud y aprovechó de ofrecerme trabajo. Yo le compraba sus productos, salía en mi auto y los vendía en diferentes lados, y como me conocía todo el mundo, tenía una buena clientela, por lo que me fue bastante bien", hace memoria.
Incendio inesperado
Pero un nuevo desafío comercial se le plantaría al placillano, por lo que volvería a moverse por el centro sanantonino.
"La señora de mi primo Claudio me contactó para que me hiciera cargo de la tienda "Status" que estaba al lado de Abastible en el centro. Era un local de línea blanca y electrónica, donde me desempeñé como jefe de tienda, hasta que la señora de mi primo me traspasó la propiedad y me dejó el local", cuenta Amador, quien lamentablemente sufrió en carne propia una tragedia que lo dejó con todo en el suelo.
"Nos trasladamos a calle Pedro Montt y todo iba súper bien, hasta que nos tocó un incendio gigante (21 de diciembre de 2000) que es muy recordado, porque se quemó el supermercado Egas y nuestro negocio, y posteriormente durante la tarde se incendiaron otros locales de calle Centenario. Producto de aquel incendio perdí todo lo que tenía".
Y tal como el comerciante, "la suerte muchas veces ha estado de mi lado". Luego de quedar sin nada producto del incendio en el centro, recibió una nueva oportunidad laboral de la mano de la alcaldesa de San Antonio de aquella época, Lucía Menares.
"La alcaldesa me ofreció ayuda y me contrató para trabajar en la ExpoSan, que se hacía en la estación de Llolleo, donde estaban presente las principales empresas de San Antonio. Alcancé a trabajar cerca de un año en la municipalidad, hasta que me fui a trabajar con mi primo Miguel Díaz, a la empresa de áridos que tiene en San Juan, donde me desempeñé en funciones administrativas hasta este año que tuve que jubilar por problemas de salud, ya que me dio un nuevo infarto el pasado 28 de febrero", reconoce el placillano que tuvo que comenzar a dializarse y tratar de mantener un régimen más saludable en cuanto a la comida.
Condorito de corazón
Y pese a que Amador Álvarez no puede salir mucho de su hogar en calle Ortúzar, el pasado domingo 2 de diciembre se las arregló igual para asistir a la cancha de Estrella de Chile, instancia donde Cóndor, el equipo de toda su vida, definiría el título en algunas categorías. Es que su amor por los "condoritos" es una herencia familiar que el placillano muestra con orgullo.
"El club fue fundado el 25 de abril de 1945 y yo desde que nací en 1946 que soy de Cóndor. Resulta que mi padre, Guillermo Álvarez Cañas, era entrenador del club y los jugadores entrenaban en nuestra casa. Teníamos una bodega y ahí llegaban los jugadores", cuenta Amador, quien jugó en casi todas las series de Cóndor (excepto en superseniors), destacando como un aguerrido volante central. También sumó varias etapas siendo dirigente del club, incluso asumiendo el puesto de presidente de la institución.
-¿Cómo ha vivido el buen presente que ha tenido Cóndor en el último tiempo?
-Imagínese, es algo que me pone feliz. La gente joven no dimensiona el progreso que ha tenido la institución. Cuando el club comenzó no teníamos ni siquiera sede, por lo que el señor José Farías facilitaba su hogar para las reuniones. Y también el señor Juan Manzo tenía un local comercial que nos pasaba para las fiestas y actividades más grandes. La primera sede recién apareció gracias a la gestión de mi abuelita, Rosa Álvarez Cañas, quien contactó al presidente de la junta de vecinos de acá de Placilla, y le pasaron un terreno que era una quebrada que llegaba hasta cerro Arena, con el compromiso de que teníamos que hacerle arreglos. Y el presidente del club en ese tiempo, Rogelio González, y yo como secretario, nos acercamos al presidente de la junta de vecinos y así fue como llegó ese terreno (donde están actualmente).
-¿Y cómo ve el fútbol amateur sanantonino, don Amador?
-Definiría el fútbol amateur en dos etapas: cuando se jugaba por amor a la camiseta, y el actual, que es por dinero. En mi época no se pagaba, existía la amistad, en cambio, ahora ya en Intermedia te están tentando con plata. Entonces el que gasta más en la plantilla es el que finalmente sale campeón.