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Motivada por el legado de su madre, Antonieta Devia (actual directora del colegio Country School de Santo Domingo), profesora básica, y su abuela, Eliana Ilabaca, también profesora, la sanantonina María Antonieta Gortari Devia supo desde chica que lo suyo iría por el lado de la docencia.
Tras egresar de cuarto medio en el tradicional Liceo Santa Teresita de Llolleo y dar la Prueba de Aptitud Académica, ingresó a estudiar Educación Parvularia en la Universidad del Mar en la sede de Valparaíso.
"Siempre quise estudiar esa carrera, desde chica. Yo creo que la influencia fue familiar, porque en mi familia hay varios profesores, como mi madre, mi abuelita y mis tías. Y en la casa con mi hermano chico fui un poco su profesora", dice entre risas Antonieta, quien tras titularse de Parvularia, comenzó a trabajar en un colegio de educación no tradicional en la ciudad de Valparaíso.
"Después de terminar la carrera estuve durante siete años trabajando en el colegio Alimapu que se encuentra en el cerro Cárcel en Valparaíso. Que sea alternativo significa que tiene una estructura diferente en cuanto a corte de pelo y el uso de uniformes y además metodologías muy distintas, ya que son clases desde prekínder hasta octavos básico con un promedio de 16 alumnos por cursos", explica la profesional.
Respecto a esta experiencia que le tocó vivir en su primera aventura laboral, Antonieta Gortari asegura que fue "excelente, una de las mejores que he tenido. Principalmente porque a los niños se les motiva a qué piense y digan lo que piensan y que usen más el racionamiento matemático, por lo que no es una educación reproductiva. Estuve en los cursos de prekínder y kínder, además de estar en primero y segundo básico, ya que tengo una mención de profesora básica para primer nivel. Me gustaba hacer clases en primero básico porque es cuando se enseña a escribir y leer y nosotros usábamos la metodología del método global, que es la que utiliza el brasilero Paulo Freire para la educación de adultos en Brasil. Como allá hay mucha gente que no sabe leer, y pese a que no han estudiado, igual van al supermercado o hacen todas las cosas normales. A partir de los símbolos de las cosas que utilizan en el día a día van aprendiendo a descifrar, y eso mismo era lo que hacíamos con los niños: aprenden a partir de su nombre, del nombre de sus compañeros, de la marca de las comidas que consumen, es algo mucho más significativo, ya que no aprenden con letras sueltas sino que aprenden a descifrar las cosas que usan en el día a día".
Paralelamente a su trabajo en el colegio Alimapu de Valparaíso, la sanantonina Antonieta Gortari realizó un magíster en Educación Inicial en la Universidad Central en Santiago. Además, logró desempeñarse entre el 2007 y el 2016 como profesora universitaria en la Andrés Bello, en la Universidad del Mar y en un instituto profesional.
"Durante muchos años una asignatura que se llamaba Identidad Cultural y Patrimonio, para que las trabajadoras aprendan a conocer y aprovechar los entornos patrimoniales con los alumnos de los jardines infantiles. Hice también talleres de supervisión de práctica y pude desarrollarme haciendo clases universitarias durante varios años", cuenta.
Fue justamente gracias al magíster en Educación Inicial donde la sanantonina se especializó en diseño curricular, por lo que en el 2013 se cambió a trabajar a la Universidad de Playa Ancha donde comenzó como asesora curricular. "Mi labor era ayudar a todas las carreras de pedagogía de la Upla para innovar sus mallas curriculares y planes de estudios. Hay que estar analizando permanentemente las políticas públicas, las experiencias de universidades extranjeras y las experiencias de las universidad de nacionales", detalla Antonieta, quien tras su paso por la Universidad de Playa Ancha, se mudó hacia Santiago para asumir como coordinadora de innovación curricular en la Universidad Autónoma.
"Dejé de trabajar solamente con las pedagogías que era lo que hacía en la Upla para trabajar con todas las carreras en la Universidad Autónoma. Y desde marzo del 2018 estoy realizando este mismo trabajo pero en la Universidad San Sebastián", acota la mujer que el pasado 11 de febrero cumplió 35 años de edad.
¿Y con toda esta trayectoria, le gustaría hacer clases en San Antonio?
-Me encantaría, porque siento que uno tiene que aportar del lugar desde donde uno viene. Me gustaría también volver al Santa Teresita para decirles a las alumnas que uno puede surgir. En lo personal como educadora de párvulo nunca pensé que sería una coordinadora curricular de una universidad. Por eso quiero decirle que todo puede cumplirse si uno se lo va proponiendo. Aprovecho de agradecer el paso que tuve por el liceo Santa Teresita, donde tuve muy buenos profesores que me abrieron la mente a que uno puede llegar a ser profesional. Agradezco esa visión que me ensenaron de que una mujer también puede ser profesional y a su vez a cargo de la casa. Todo se puede si uno se lo propone.
-¿Qué opinión tiene de la educación parvularia a lo largo del Litoral Central?
-En general la educación parvularia es mucho más innovadora y luego hay un quiebre importante cuando los alumnos pasan a primero básico. Y eso es lo que hay que tratar de evitar, porque en el fondo todos deberían aprender del juego, que es el principal objetivo de la educación. Todos deberían aprender jugando, pero eso se da más en la educación parvularia, ya que en primero básico la educación se vuelve más rígida.