El señor del gas
por Jaime Rodríguez Manríquez - Profesor de Historia, Magister (C) en Ciencias Sociales y Sociología de la Modernización
Nada se relativiza cuando lo que se pone en discusión es un abuso, del carácter que sea.
El concepto de lo público, es ante todo un espacio de tensión que impone la modernidad, aquello que es "todos" versus aquello que es de "alguien", el predominio de lo colectivo contra lo individual.
En las sociedades modernas, la impronta legal implica la aparición del concepto "propiedad privada" como una forma (quizás la más desigual) de ordenamiento de la vida cotidiana. Discutible o no, aquello es parte de las formas jurídicas, culturales y sociales a través de las cuales nos ordenamos y relacionamos.
Dicho esto, y a propósito de la polémica del señor "dueño" de las orillas del Lago Ranco, es que es posible hacer algunas aseveraciones. En primer término discutir, al menos tensionar el carácter de lo que es público de lo que no, y en esto (y es por eso que esta polémica aparte de mediática es muy educativa) que bueno es que el ministerio haya ya reconocido el carácter de Bien de Uso Público del espacio en cuestión pues echa por tierra excusas (por cierto solo a su grupo de amigos de redes sociales) que enarboló el señor Pérez para justificar su actitud, el reconocimiento del ministerio en segundo término pone en escena la falta de integración e interiorización que existe en Chile respecto de los derechos de las personas, la propiedad privada pareciera ser un derecho excluyente de cualquier otro, incluso siendo ficticia como resulta ser la que invoca el señor Pérez, cuyo principal argumento de veracidad en el momento del hecho fue decir "Señora, yo soy abogado no me a discutir a mi" (acto seguido golpea la cámara de la mujer), en otros palabras, agregado a la propiedad supuesta del espacio, el señor Pérez se arroja también la propiedad de la verdad.
La polémica es vasta y se ha relativizado o farandulizado en base a las proporciones corporales del señor Pérez o sus reconocidas simpatías por ideologías políticas vinculadas a la extrema derecha o a la dictadura, lo cierto es que siendo esto una variable a tener en cuenta, conviene poner en discusión si en aquel Contrato Social que (supuestamente) nos regula vía leyes, normas y regulaciones individuales y colectivas, que es aquello que impone límites en las interacciones sociales, ¿las normas?, ¿la ambición?, ¿la codicia?, ¿la ignorancia ajena?
Episodios como este llaman la atención y ponen desafíos a una institucionalidad y a una ciudadanía que en un contexto de democracia y ejercicio de derechos, no solo debe reclamar por abusos como este sino que para prevenir que cualquier día a la vuelta de la esquina aparezca un "señor Pérez" que pretenda, sin más adueñarse de algo que no solo no le pertenece, sino que es parte del predominio de lo público, es decir de todos y todas sin distinción de raza, credo o clase.