Sanantonino recuerda el peor viaje de su vida: perdió su brazo tras choque de bus
Hace un año Jorge Rosende sufrió un violento accidente que lo tuvo 55 días en coma.
Aquella mañana del 1 de marzo del año pasado, a pesar de que se había tomado la mitad de un clonazepan (como lo hacía habitualmente cuando tenía que viajar en bus), Jorge Rosende Gutiérrez no pudo dormir en ningún momento durante el trayecto que lo llevaría desde San Antonio a Valparaíso.
El motivo de su viaje era acompañar a su mujer, María Ramírez, quien fue diagnosticada con cáncer de mama en el 2008 y tenía que asistir periódicamente a terapias en el hospital Carlos van Buren de Valparaíso. Era un periplo rutinario para el matrimonio sanantonino que reside en la población San Antonio de Las Bodegas de Bellavista.
"Mi mujer tenía que estar a las 11 de la mañana en Valparaíso, así que tomamos el Pullman Peñuelas que salía a las 8.50 horas. A mí, por lo general, me gusta irme en los asientos del medio y aquella vez estaba todo lleno, así que nos asignaron los números 3 y 4, justo detrás del chofer", recuerda Rosende, agregando que "ese fue el primer aviso de que algo extraño podía pasar aquella mañana, ya que también partimos 15 minutos atrasados".
Previo a salir del terminal, una señal entre el conductor y el asistente que lo acompañaba le llamó la atención inmediatamente. "Veo que están moviendo las manos mucho y el chofer subió con rabia y a mí me extrañó que hubiera un auxiliar, porque hace rato no se viajaba con ellos. Y ya cuando vamos por Barros Luco, siento el primer vaivén del bus en una acelerada. Miré al chofer y lo vi muy tenso y en ese momento me doy cuenta que el auxiliar era el que lo iba guiando y le decía reiteradamente que se fuera tranquilo", relata.
Con esos antecedentes, Jorge Rosende no pudo quedarse dormido y se dio cuenta que la mitad del clonazepan que se había tomado antes de subirse al bus no le haría efecto, por lo que tendría que armarse de ánimo para aguantar un viaje de una hora y media hasta llegar al terminal de Valparaíso.
En el mundo social
Jorge Rosende llegó a San Antonio en 1984 luego de haberse desarrollado desde los 13 años en Santiago en los movimientos sociales que existían en el país durante las décadas de los '70 y '80.
"Trabajé en la capital mucho en el mundo social y era un patiperro en ese tiempo. Luego lo pasé muy mal, por lo que me vine a la casa de mi tía Alicia Gutiérrez que vivía en el sector de Gregorio Mira, donde me radiqué. Estuve un año encerrado prácticamente y ahí la cosa se tranquilizó. Y ya en 1985 comencé a conocer gente y a hacer trabajos sociales clandestinos en San Antonio", hace memoria. En 1986 comenzó a trabajar en Coresa y en 1987 integró la dirigencia del sindicato Pablo Neruda.
"Era un sindicato de 600 trabajadores y me tocó convivir con gente de mucho poder, así que ahí pude ir aprendiendo. Los dueños en ese instante de la empresa era la familia Abumohor. Y me tocó la primera negociación colectiva, donde negociamos en la casa matriz en Santiago con todos los contadores y abogados de la empresa", recuerda.
En Coresa estuvo hasta comienzos de los 90 y luego se puso a trabajar como eventual en el puerto. "Estuve hasta el 2001 trabajando en el puerto, hasta que empecé a tener varios problemas de salud y tuve que salirme. Me cansé también un poco del mundo social y empecé a trabajar en la parte eléctrica de manera particular, que era en lo que me estaba dedicando hasta el año pasado", admite.
El peor viaje de su vida
"Uno cuando toma un bus no piensa que va a suceder un accidente. Llevábamos 10 años viajando con mi señora a Valparaíso y era algo que ya se había hecho habitual", comenta Rosende, sin pensar que aquel 1 de marzo de 2018 sería un día que quedaría marcado para siempre en su memoria.
Tras aguantar el trayecto del viaje sin poder cerrar un ojo, Rosende y su señora María Ramírez se aprestaban a llegar a Valparaíso, cuando el Pullman Peñuelas empezó a descender por la avenida Santo Ossa de manera brusca y a alta velocidad.
"Pasamos la pasarela donde está el hospital Eduardo Pereira y ahí el auxiliar se paró y se fue para atrás, antes de decirle al chofer que acelerara porque el bus iba atrasado. Entonces el conductor empezó a acelerar muy fuerte cuando veo que trató de frenar y pese a que apretaba el freno no pasaba nada. Ahí fue cuando le dije a mi señora que íbamos a chocar", detalla.
El bus comenzó a acercarse peligrosamente a una camioneta y se produjo un fuerte choque que Jorge Rosende vio en primer plano. "Vi una camioneta blanca primero a 200 metros y de un momento a otro apareció encima. Y cuando el bus le pegó, la camioneta voló y de repente veo al chofer que dejó el volante botado y solo atinó a tirarse para atrás".
De aquel violento accidente que se produjo en la entrada de Valparaíso, Jorge Rosende solamente recuerda una fuerte explosión y nada más. 55 días después del 1 de marzo del 2018 volvió a abrir los ojos luego de haber estado en coma todo ese tiempo en la UCI del hospital Carlos van Buren.
"Hasta ahí llegó mi historia porque tras el choque perdí el conocimiento. Estuve en la UCI en coma total y en riesgo vital. Cuando desperté estaba lleno de tubos, además que no podía hablar porque tenía una traqueotomía. También quedé con una abertura en la cabeza de 40 centímetros, por lo que harto tiempo no se sabía si iba a despertar con daños neurológicos o si iba a poder mover mi cuerpo, porque con el accidente se me destruyó por completo la pelvis y tuve 12 fracturas en la columna. Y tuvieron que abrirme prácticamente entero por una hemorragia interna que me dio", comenta.
Una vez que se recuperó del coma y ya estaba más consciente de su estado de salud, le contaron que producto del accidente había sufrido la amputación de gran parte de su brazo izquierdo. "El primero que me lo dijo fue un terapeuta que se llamaba Cristián, porque yo estaba con el brazo vendado y no sabía qué había pasado. Ahí me avisó que estaban sin el brazo, por lo que me dio nostalgia y ganas de llorar, pero luego pensé que tenía que ser fuerte y que lo más importante fue que yo tenía un ánimo muy positivo", afirma.
De alta en casa
El 8 de mayo del año pasado le dieron el alta en el hospital Carlos van Buren, por lo que pudo retornar a su hogar en Bellavista. "Estuve en silla de ruedas hasta agosto del año pasado, por lo que entre mi señora y mi hija me tenían que hacer todo, por lo que eran momentos complejos, ya que me sentía impotente de no poder hacer nada. No tenía ni musculatura en el cuerpo", reconoce el sanantonino que asistió a terapias en el Centro de Rehabilitación en la 30 de Marzo y "ahí comencé de a poco a tener los primeros movimientos y los primeros pasos los pude dar en agosto", dice orgulloso.
Actualmente, Jorge Rosende Gutiérrez tiene 55 años y está a la espera de una prótesis para su brazo izquierdo para así continuar con su proceso de recuperación. "En el hospital Carlos van Buren en estos momentos no hay prótesis de mano, así que están buscando una. Ellos están viendo internamente alguna prótesis en 3D, así que estoy a la espera de ver qué pasa con eso", asevera esperanzado el trabajador que, exactamente hace un año, vivió la experiencia más fuerte de su vida cuando tomó el Pullman Peñuelas para acompañar a su señora María Ramírez, sin saber que terminaría 55 días en coma en el mismo recinto de salud que se encuentra en Valparaíso.