Los sabores de los pueblos originarios estuvieron de fiesta
El plátano fue el "rey" del primer encuentro culinario intercultural "Feel Eat" en San Antonio, efectuado en el Colegio Movilizadores Portuarios y que convocó a más de 100 comensales, cuyo pago fue voluntario.
Feel Eat. Traducido del inglés al español sería algo así como "sentir lo que comes". Y de eso se trató esta experiencia culinaria, cuya organización encabezó la entidad chilena sin fines de lucro, llamada, precisamente así: Feel Eat.
El pasado domingo 19 de mayo se llevó a cabo el primer encuentro culinario intercultural itinerante fuera de la Región Metropolitana. El destino: San Antonio. Lugar: Colegio Movilizadores Portuarios de la parte alta de Barrancas. Aquí se paga lo que uno siente que vale el menú ofrecido (y servido); es decir, el aporte en dinero de cada comensal es voluntario.
El colegio recibe a los comensales con banderines de colores y un letrero donde se lee: "Tu futuro lo construyes hoy". A poco andar, música ambiental y una fila de las primeras personas en llegar a este encuentro para inscribirse con una de las integrantes de Feel Eat. Hasta ese momento, eran más de 100 los inscritos.
La tarde está fría, el cielo, nublado, y corre un poco de viento. En ese momento, una olla gigante nos tienta con un caldo caliente, servido en taza, llamado sancocho, preparación conocida en países caribeños, como República Dominicana y Venezuela. Tiene plátano verde (cocido), yuca, cebolla, cilantro, pimentón rojo, zanahoria y camote. Es un buen comienzo para apaciguar el frío que cala los huesos.
Mientras tanto, dos shows de entretención amenizan la jornada, antes de bajar al patio del establecimiento. La hora avanza y el hambre se asoma.
Bajamos y cada uno elige su puesto en 12 mesas dispuestas con 10 asientos en cada una. Me siento en una de las que está más cerca de la escala, que resultó ser la mesa identificada con el número 1. Tímidamente, se incorpora otro (y desconocido) comensal. Ya somos tres en mi mesa, y son cerca de las dos de la tarde. El hambre ya se deja ver por completo, al son de los discursos de bienvenida, números musicales y explicación de los platos de comida étnica que comeremos.
Mayeni, peruana del puerto de Chimbote, nos da la bienvenida y nos informa que nos atenderá durante esta jornada. Tras unos minutos, nos trae sopaipillas al estilo sureño (sin zapallo) y un pocillo con pebre, esa infaltable mezcla de tomates cortados en cubo, cebolla y ají, que no puede faltar en ningún asado que se precie de tal.
El sabor de las sopaipillas me hace recordar a la Isla Grande de Chiloé y a Magallanes, cuna de inmigrantes chilotes. Pasadas las dos de la tarde, llega el primer plato, la entrada: un bolón a la huancaína. Luce bien. Se trata de una bola de plátano frito con chicharrones, con salsa de ají, leche y queso. Con un poco más de salsa, hubiese quedado ideal, pero, sin duda, su sabor se suma al conocimiento de los miles de sabores guardados en mi memoria.
El plato principal consistió en mechada con diri a pwa y arepa, es decir, mechada de plátano acompañada de porotos rojos con arroz, y un pan de harina de maíz, que los venezolanos y colombianos radicados en nuestro país han hecho muy conocido. El plátano no parece plátano, sino carne, que con los trozos de zanahoria y cebolla cortada en pluma, sabe delicioso; igual que la arepa, muy bien preparada y nada de grasosa. La mezcla del arroz con porotos rojos es potente. Son dos sabores conocidos y tradicionales en los hogares chilenos, que al combinarse sacian mi hambre con un par de bocados.
Exitosa actividad
Sin probar el postre -que era quinoa con frutas y canela, acompañada de mazamorra de maíz morado-, me retiro al son de la cueca, interpretada por artistas locales y bailada por algunos de los asistentes. A esta hora de la tarde, ya no son 12 mesas, sino un poco más. La convocatoria superó las expectativas.
Me voy gratamente sorprendida por el ambiente generado. Un poco tímidos al comienzo, en mi mesa se fue rompiendo el hielo entre los comensales a medida que transcurren los minutos y la hora. Padres, hijos y abuelos disfrutan el menú ofrecido, y agasajan a su paladar con nuevos sabores de países como Haití, Venezuela, Perú y Ecuador, cuyos habitantes han migrado a nuestro país en búsqueda de un mejor futuro.
Integración
Y de eso se trata esta experiencia que, en una primera instancia, es culinaria, pero que también es de integración social, de inclusión, de dejar de lado los prejuicios y acercarse a otras culturas que ya comenzaron a formar parte de un nuevo Chile. Esos son, precisamente, los valores que impulsan a la organización Feel Eat, tal como explicó uno de sus fundadores, Gonzalo Varela Jorquera, ingeniero civil industrial de profesión y gestor de sostenibilidad de oficio.
"Trabajamos desde los principios de la economía solidaria: la confianza, la cooperación, la solidaridad, el comercio justo, la democracia, el respeto, la equidad, la sustentabilidad", señaló.
"Feel Eat no tiene un modelo de negocio, pero tiene un modelo de sostenibilidad. Mi responsabilidad es lograr que este proyecto se sostenga en el tiempo. Y para ello, creemos que la manera más sustentable de hacerlo es que los mismos habitantes del territorio se hagan cargo. Este proyecto no es nuestro, venimos con él y le pedimos a las personas con quienes hemos trabajado desde hace dos o tres meses, que cuando nos vayamos, sean ellos los que se hagan cargo para que esto siga existiendo", agregó.
Sobre la buena convocatoria de este encuentro culinario intercultural, el joven fue cauto: "No puedo decir que me sorprende, porque hemos trabajado para esto. No sabíamos hasta último momento cuántas personas iban a llegar. Llegaron más personas de lo presupuestado. En ese sentido, es un éxito. Pero creemos que puede ser mucho más (…)", dijo.
Idea de amigos
La idea de crear Feel Eat nació hace dos años, en Santiago, durante una junta de amigos que comparte el gusto por viajar y por la comida. Se trata de una organización independiente, interdisciplinaria y sin fines de lucro, que co-crea encuentros culinarios interculturales o multiculturales con los habitantes de distintas localidades. Dichos encuentros son abiertos a toda la comunidad y se paga lo que cada comensal siente que debe pagar.
San Antonio fue escogida como comuna piloto para desarrollar este proyecto de Feel Eat fuera de la Región Metropolitana, con el apoyo del Departamento de Extranjería y Laboratorio de Gobierno. La contraparte técnica del municipio es el Programa Diversidad, Inclusión y No Discriminación.
"Hemos tenido la experiencia de ser migrante, también. Yo (mismo) estoy en proceso de irme a España y me he encontrado con los mismos problemas con los que se encuentra un haitiano o un venezolano en Chile, que tienes que hacer un montón de trámites que, finalmente, disuaden cualquier intento de querer vivir en un país, que tampoco te recibe con los brazos abiertos. Es una doble carga negativa frente a las personas que legítimamente quieren o les toca ir a vivir a otro lugar. Nosotros sabemos qué se siente", afirmó Varela.
Con respecto a esto último, añadió que "no podemos decir que nos hacemos cargo, pero sí, por lo menos, tratamos de infundir conciencia frente a algo que está en disputa. O sea, hay quienes sostienen que migrar no es un derecho y eso, nos duele. Esto es lo mínimo que podemos hacer para que esto se haga masivo en las personas, que pueda ser un tema de conversación y que en el momento que nos toque encontrarnos con una persona que venga de otro país, no hagamos ninguna diferencia. De hecho, lo que proponemos es evocar el aprecio a la diferencia".
El próximo y último encuentro culinario intercultural de Feel Eat en San Antonio será el domingo 26 de mayo, en la Escuela España de Llolleo, entre las 13.00 y las 16 horas.
"El plato principal consistió en mechada con diri a pwa y arepa, es decir, mechada de plátano acompañada de porotos rojos con arroz, y un pan de harina de maíz".
"Trabajamos desde los principios de la economía solidaria: la confianza, la cooperación, la solidaridad, el comercio justo, la democracia, el respeto, la equidad, la sustentabilidad",
Gonzalo Varela,, fundador de Feel Eat