La impactante muerte de los 3 detenidos de San Antonio que aún siguen desaparecidos
Según el testimonio de un militar en retiro, hace exactamente 46 años Ceferino Santis, Luis Norambuena y Gustavo Farías fueron lanzados vivos al mar y amarrados a rieles de ferrocarril. La familia del primero de ellos desea que este hecho quedé marcado en la historia de la provincia para "que nunca más se vuelva a repetir".
El 12 de septiembre de 1973, un día después del golpe militar que derrocó al gobierno de la Unidad Popular, una patrulla de militares se presentó en la casa de Ceferino Santis Quijada, presidente del sindicato de trabajadores de la fábrica Rayonhil de San Juan, militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), miembro del Frente de Trabajadores Revolucionarios (FTP) y dirigente social y deportivo.
Eran las 21.30 horas. Según cuentan sus familiares, los efectivos del Ejército lo golpearon y lo sacaron a patadas de su hogar, ante la mirada horrorizada de su esposa, Juana Farías, y los dos pequeños hijos del matrimonio, Juan y Antonieta, que en ese tiempo tenían 5 y 2 años, respectivamente.
Ceferino Santis, en ese entonces de 31 años, fue trasladado a la Escuela de Ingenieros Militares de Tejas Verdes y, posteriormente, a la cárcel de San Antonio. Desde el recinto de calle La Marina fue retirado en varias ocasiones para someterlo a interrogatorios en el regimiento de Llolleo y en una oportunidad también lo llevaron al cuartel de la PDI. Bajo tortura, le preguntaban siempre lo mismo: por qué tenía un mimeógrafo en su casa, que era una antigua máquina que utilizaba para imprimir panfletos para sus actividades sindicales y políticas.
La última vez que lo vieron con vida fue hace exactamente 46 años. Según testigos, el 5 de octubre de 1973 habría sido sacado en un vehículo desde la Escuela de Ingenieros junto a otros dos detenidos: Luis Norambuena Fernandois (30), trabajador de Esso industrial, militante del Partido Socialista, secretario regional de la CUT, casado, un hijo; y Gustavo Farías (25), soltero y recaudador de obras sanitarias de San Antonio. Ambos habían sido apresados en los días posteriores al "11" tras presentarse voluntariamente en Tejas Verdes.
No están
Después del 5 de octubre de 1973, Juana Farías dejó a un lado el miedo y concurrió a la cárcel a preguntar por su marido. "Le respondieron que estaba en la Escuela de Ingenieros", relata Antonieta Santis (48), la hija menor del "Chefo". Luego, en Tejas Verdes, le dijeron que su esposo había sido liberado y que lo más probable era que hubiese abandonado el país.
Obviamente, esa versión nunca fue creída por la familia. Con el tiempo las esperanzas de encontrarlo con vida se agotaron. Ceferino Santis, Luis Norambuena y Gustavo Farías habían sido asesinados y desaparecidos por agentes del Estado. Así lo estableció el informe Rettig. Pero nunca nadie supo qué había ocurrido con estos tres hombres que, 46 años después, todavía figuran como los tres únicos detenidos desaparecidos de San Antonio.
Revelación
Recién el año pasado, a 45 años de la desaparición del "Chefo", su esposa y sus dos hijos pudieron saber qué pasó realmente. Y lo hicieron a través de la declaración que prestó un militar (r) de bajo rango ante el ministro en visita Jaime Arancibia, de la Corte de Apelaciones de Valparaíso, que llevaba la causa por el homicidio y desaparición de los tres sanantoninos.
El exefectivo del Ejército relató ante el magistrado que aquel 5 de octubre Santis, Norambuena y Farías fueron trasladados en una camioneta desde el regimiento de Tejas Verdes hasta un solitario sector de la comuna de Santo Domingo. Ahí se habrían reunido en un helicóptero que minutos antes había despegado desde el aeródromo de Tobalaba, en la capital.
Según el mismo testimonio, los tres fueron golpeados y subidos bajo amenazas a la nave aérea, con rieles de ferrocarril amarrados a sus cuerpos. "Este testigo señala que el helicóptero emprendió el vuelo y que avanzó unos 80 kilómetros mar adentro. Desde unos 40 metros de altura, mi padre, Norambuena y Farías habrían sido arrojados vivos al mar", detalla la hija del "Chefo" sobre los últimos instantes de vida de su progenitor.
Drama familiar
Antonieta Santis confiesa que la desaparición de su progenitor cayó como una bomba nuclear en el seno de su familia. En aquellos años de horror y espanto, nadie quería estar vinculada a la gente de izquierda perseguida por el gobierno militar.
"Después de la desaparición de mi padre, mi familia se quebró por completo. Mi mamá decidió salir de la casa de mis abuelos paternos e irse a vivir conmigo y mi hermano a Agua Buena primero, y luego a San Antonio. Nunca más volvimos a tener relación con la familia de mi padre. Recién hace dos años volvimos a reencontrarnos con primos y una hermana de mi papá que queda viva", afirma la hija de Ceferino Santis, que al igual que su hermano y su madre siguieron viviendo en la comuna sin recibir ningún tipo de ayuda social ni sicológica para superar el difícil trance que les deparó el destino.
En la historia
Antonieta Santis, junto a su esposo Sergio Collao y su hijo Rodolfo (8), se encuentra radicada en Santiago y viajó especialmente a San Antonio para ofrecer esta entrevista.
Su principal motivación -aclara- es "rescatar este gravísimo hecho y que quede como un hito en la historia de San Antonio para que nunca más vuelva a ocurrir. Ellos no tenían armas ni eran personas malas. Lo único que hicieron fue pensar diferente y por eso los asesinaron. De hecho, de mi padre solo sabían que era del MIR y que tenía un mimeógrafo donde imprimía los panfletos y volantes para sus actividades".
"Salvo por la construcción del puerto, San Antonio no tiene una historia reciente. La idea es que la gente de la provincia conozca la historia importante y sepa qué ocurrió con estas tres personas que fueron brutalmente asesinadas. Lo que pasó no se puede olvidar y debe quedar como un testimonio para las futuras generaciones", opina Sergio Collao.
Su esposa agrega que "no podemos olvidar que aquí en San Antonio se creó la escuela de la tortura y el primer campo de concentración en Tejas Verdes".
La hija del "Chefo" revela que "mi papá sabía lo que le iba a pasar, porque se alcanzó a despedir de muchos detenidos antes de salir en la camioneta rumbo a Santo Domingo".
-¿Qué siente al recordar a su padre a pesar de que usted era muy niña cuando él desapareció?
-Cuando empecé a tener conciencia, tuve una época de mucha tristeza y soledad. Me sentía muy sola, porque éramos yo, mi hermano y mi madre. Pero con el tiempo eso se convirtió en un tremendo orgullo, especialmente por todas las cosas positivas que me han hablado de él. Me contaron, por ejemplo, que le ofrecieron subirle el sueldo como dirigente de Rayonhil, pero se negó argumentando que quería ganar lo mismo que cualquier trabajador. Un actual concejal me dijo que había ingresado al servicio social inspirado en los discursos de mi papá. Y también creó el club deportivo El Triángulo.
Sin final
A pesar del largo tiempo transcurrido, el proceso judicial por la muerte y desaparición de estos tres sanantoninos continúa abierto en el Juzgado de San Miguel, hasta donde fue derivado desde la Corte de Apelaciones de Valparaíso. "Lamentablemente, la resolución del caso sigue dilatándose con más y más diligencias, pero no perdemos la esperanza de que sea haga justicia", dice Antonieta Santis.
"Desde unos 40 metros de altura, mi padre, Norambuena y Farías habrían sido arrojados vivos al mar",
Antonieta Santis,, hija de Ceferino
"Ellos no tenían armas ni eran personas malas. Lo único que hicieron fue pensar diferente y por eso los asesinaron",
Antonieta Santis
"Mi papá sabía lo que le iba a pasar, porque se alcanzó a despedir de muchos detenidos antes de salir en la camioneta rumbo a Santo Domingo",
Antonieta Santis