Ana Becerra tenía 17 años cuando fue secuestrada y torturada en 1973
"En 1973 Chile sufrió un gran terremoto pero a diferencia de los geológicos, en este nadie se atrevía a preguntar qué nos pasó", afirma esta sanantonina.
Para la sanantonina Ana Becerra (57) el golpe militar del 11 de septiembre de 1973 cambió para siempre su vida. Tenía 17 años y apoyaba al centro de alumnos de su liceo cuando fue detenida y comenzó a conocer en carne propia los secuestros y la tortura que aplicaban los agentes del Estado a quienes consideraban enemigos del régimen militar.
"Fui detenida y torturada desde septiembre de 1973 a febrero de 1974 y luego fui recapturada en marzo de 1975 hasta julio de ese mismo año", recuerda Becerra sobre la etapa más cruda y oscura de su juventud.
Los efectos de su detención sin mediar procesamiento ni juicio, y que totaliza 9 meses de tortura, no terminaron con su liberación. A pesar del paso de los años siguió encadenada a esa experiencia al punto que desde que retornó al país -estuvo exiliada en Suecia- vivió por muchos años angustiada con la idea que volverían a secuestrarla.
traumatizada
"Yo me acuerdo que en la década de los 90 llegó a mi casa un detective que investigaba las causas de Derechos Humanos en Tejas Verdes que llevaba el Juez Isidro Solís, y casi me morí de miedo. Hasta hoy tengo aversión a los uniformes de cualquier tipo, incluso esas ropas camufladas que usan algunos jóvenes me sobresaltan", confiesa Becerra.
vida truncada
Antes del 11 de septiembre de 1973, Ana Becerra, alumna de cuarto medio, había sido becada para estudiar arqueología.
"El sacerdote Lepe me había recomendado que ese era mi destino. Luego vino el golpe militar y detuvieron a mi padre, a mi hermano y a mí en dos ocasiones. Yo estuve primero, durante cinco meses continuos, en el campo de prisioneros que tenía lugar en el Parque de Materiales de Tejas Verdes; y después otros cuatro meses en las cabañas de la CUT ubicadas en la playa de Rocas de Santo Domingo", recuerda Becerra sin poder evitar la emoción que le significa traer a su memoria estos ingratos episodios.
SIN FAMILIA
Para Becerra, el golpe militar no sólo significó sufrir vejaciones que ni siquiera se atreve a detallar por su crudeza, sino también abandonar su sueño de ser arqueóloga.
"Nunca más volví a tener familia. Mi papá pasó mucho tiempo detenido y luego me reencontré con mis padres en Argentina. Yo iba con una visa de tránsito del gobierno trasandino, pero ahí nos volvimos a separar. Ellos se fueron a Suiza y yo fui enviada a Suecia", cuenta Ana Becerra.
"En 1973 Chile sufrió un gran terremoto pero a diferencia de los geológicos, en este nadie se atrevía a preguntar qué nos pasó a las víctimas", sentencia esta víctima sanantonina de las violaciones a los derechos humanos.
