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Historias tras la preparación de tumbas en el cementerio

"En esos años hizo mucho frío y él murió de hipotermia cuando dormía en la calle", dice una hija sobre su padre.
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"Mi papá murió de frío en condición de calle", comenta Solange Báez (23).

Esta joven madre viene desde Santiago a visitar la tumba de su padre desde hace siete años en esta misma fecha.

"La muerte de mi papá salió en el diario, porque en esos años hizo mucho frío y él murió de hipotermia cuando dormía en la calle. Siempre quisimos que volviera a la casa, pero él era alcohólico y se negaba a volver", comenta Solange, quien ya ha formado su familia en la capital, pero nunca olvida esta fecha para decorar la tumba de su padre.

"Tengo los mejores recuerdos de él. Cuando supe que había muerto y en esas condiciones, me dio mucha pena, incluso ahora cuando lo pienso", agrega esta hija que se sube a una larga escalera para llegar hasta la quinta corrida de tumbas donde está el nicho de su padre Cristián, quien murió con sólo 38 años de edad.

Tumbas, lápidas, floreros, fotos, ángeles, globos y remolinos son parte de las decoraciones que se ven hoy en el Cementerio Parroquial de San Antonio. Pero a pesar de que esta es una fecha para recordar a nuestros muertos, hay tumbas que parecen abandonadas.

"Olvidar una tumba es como regalar una guagua", comenta Augusto Jiménez, quien año tras año mejora junto a sus hijos, la sepultura familiar. "Es que dejarles unas plantitas o por lo menos venir a visitarlos y mantener limpio, es señal de que aún los recordamos y que fueron importantes para nosotros", agrega Augusto.

Recordando la fecha del accidente este hombre señala que "mi hijo se cayó de un andamio en la construcción de San Alfonso del Mar en Algarrobo. Fue justo el día después de su cumpleaños. Y no alcanzó a celebrarlo, porque faltaban días para pagarse y lo estaba organizando para un par de días después".

La nostalgia aflora en estos momentos cuando este padre, junto a tres familiares relata la historia de su hijo Adermo Jiménez. Este era un joven con sólo 25 años, trabajaba como albañil y que debido a un olvido, no utilizó las medidas de seguridad correspondientes y cayó desde un andamio que colgaba del décimo piso, muriendo instantáneamente.

"Su polola pasó a ser parte de nuestra familia. Ya han transcurrido 16 años y ya formó su familia, pero siempre seguimos en contacto con ella, aunque no tuvieron hijos", añade.

Mientras sigue limpiando, pintando y sacando detalles como comenta él, Augusto señala que "ahora vinimos a preparar nomás la sepultura, mañana venimos de nuevo temprano y terminamos".

Niños, jóvenes, padres, hermanos, abuelos, sobrinos, tíos, todos con una historia que sus familias reviven cada vez que los visitan.

"Esta tumba siempre está con todos estos colores, con adornos y flores. Mi familia, especialmente mis hermanas, no permiten que se descuide la tumba de nuestra madre", comenta Mireya Figueroa, quien perdió a su mamá hace 7 años y mantiene una sepultura con pasto sintético, remolinos y flores frescas.

"Hemos puesto muchos adornos lindísimos que terminan perdiéndose acá. Había unos angelitos y no duraron mucho. Canastos de flores, tampoco duran, pero de todas formas seguimos manteniéndolo y siempre se ve bonita la sepultura", dice Mireya.

Adornada

"Visitarlos y mantener limpio es señal de que aún los recordamos y que fueron importantes para nosotros" Augusto Jiménez Deudo

Nunca pudieron rescatar el cuerpo

Otro de los dolores de la familia Carreño es la pérdida de Rosamel Carreño, un pescador que sufrió un accidente en el año 2000.

El bote donde un grupo de pescadores había salido a la mar volcó. Se ahogaron cuatro tripulantes.

"Allá a la entrada de las grúas se dio vuelta un bote y de los cuatro que se ahogaron nunca pudieron rescatar el cuerpo de Rosamel. Nunca más apareció él", comenta su cuñado Augusto Jiménez.

El mar

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