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La historia de la mujer que brindó sepultura a abuelitos indigentes de asilo de Lo Zárate

"Acá podían quedar los huesitos de los abuelitos y nadie los iba a mover. Eso es lo único que le decía yo y los enterraba no más", comenta dueña de mausoleo en Cartagena.
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"Esas cosas no se cuentan. Cuando hay que hacerlas, se hacen no más", le dijo Amanda García a su hija que comentaba con orgullo la hazaña de su madre, que desinteresadamente ha permitido que se sepulten cerca de diez personas ajenas a su familia en su mausoleo del cementerio parroquial de Cartagena.

Después de que su hija Cristina Clavijo le insistió en revelar parte de la historia, que ellas mismas desconocían en detalle, la mujer, con mucha modestia señaló que "hay varios acá".

-Más pues, son más de cinco-. Responde con exageración en medio de la risa espontánea de sus hijas que se sorprenden con la revelación.

"La administración ya se puso tan pituca que sólo permite sepultar a los familiares. No deja que se hagan estas cosas, pero los apellidos a veces han coincidido y finalmente somos familiares y punto", revela Amanda.

La señora Amanda trabajó durante 8 años en el hogar de ancianos de Lo Zárate que dependía de las Hermanas de la Misericordia.

"Allá quedaban los viejitos y nadie los iba a visitar. Nadie se preocupaba por ellos. La madre Catalina me decía que podía dejarlos en Lo Zárate, pero yo le decía que no. Le ofrecía mi sepultura familiar y que acá podían quedar los huesitos de estos abuelitos y que de acá nadie los iba a mover. Eso es lo único que le decía yo y los enterraba aquí no más", comenta la propietaria, que junto a sus hijas mantiene el lugar con bastantes flores, campanas y adornos coloridos.

Hace más de 30 años que la familia Clavijo García mantiene este mausoleo en el Cementerio de Cartagena ubicado camino a Lo Abarca y ya llevan más de quince personas sepultadas en este lugar.

Los Clavijo son oriundos del balneario de Las Cruces y reconocidos en la zona como folcloristas. El padre, Luis Clavijo Vera, fue un cantor popular a lo divino y lo humano y siempre transmitió sus enseñanzas y el cariño por las tradiciones a sus hijas y nietos.

"Mi papá está arriba porque él lo quería así. Quería ver todo desde arriba. Desde que entrara la gente al cementerio hasta que se fueran. El dejó estipulado cómo quería quedar. Dijo que toda su vida trabajó la tierra y no quería terminar bajo la tierra, mi mamá en cambio quiere todo lo contrario", comenta Cristina Clavijo.

tradiciones

La familia Hinojosa Abarca se radicó hace más de 15 años en Quinta Normal, comuna de Santiago. Sin embargo, la decisión familiar fue dejar sus restos mortales en el Cementerio de Cartagena.

Los Hinojosa han dispuesto que el único lugar donde les gustaría descansar y visitar a sus muertos es en este sector.

Nacidos y criados en Las Cruces, fueron dejando a sus ancestros en este cementerio y no se proyectan visitando otro lugar.

"La tradición de la Iglesia de Las Cruces de sacar a sus difuntos en un recorrido que hacen a pulso hasta afuera, es preciosa", confiesa Luis Hinojosa quien visita la tumba de su sobrino de 15 años, que hace sólo diez días enterraron.

"Simón tenía una distrofia muscular de Duchenne y lamentablemente nos dejó hace poco más de una semana", cuenta Luis.

Los Hinojosa valoran las tradiciones locales y visitan el cementerio con la alegría y la confianza que les da estar en un territorio confiable y respetuoso de sus creencias.

"Acá en la costa la cosa es diferente. Los velorios son especiales. La gente se amanece y es algo mucho más ameno, más familiar. En Santiago, se está un ratito y ya hay que irse. Es mucho más frío. Acá la gente deja de trabajar por venir a un funeral, allá el trabajo consume a las personas", dice Luis.

Imaginando cómo podría ser su propio funeral, Luis comenta que no se lo imagina de otra forma como lo ha hecho tradicionalmente con sus familiares.

"No todos están en esta misma tumba, ésta la compramos cuando murió mi mamá en el año 2010. Mi papá quiso quedar con su mamá en otra sepultura, pero dentro de este mismo cementerio", afirma Luis, quien agrega que "no sé si yo quede acá mismo con mi mamá, pero estoy seguro que quiero quedar en este mismo cementerio y con las mismas tradiciones".

Esta familia acepta que el 1 de noviembre es una fecha especial para visitar a sus difuntos en el camposanto, y sagradamente acuden en estos días, pero también reconocen que las ventajas de tener a sus familiares sepultados acá, les permite acercarse cualquier fin de semana y hacerle mantención al lugar.

"Hay familias completas que pasan fiestas como Año Nuevo o Navidad acá. Y es algo muy emotivo, porque hacen sus brindis y se desenvuelven como si fuera un lugar más, pero siempre con tranquilidad y respeto", observa Luis.

"Yo tengo recuerdos desde muy chico, cuando acompañaba a mi papá a algunos funerales. La gente nunca ha dejado que paseen a sus muertos de otra forma que no sea a pulso. Incluso creo que una vez compraron un carrito, pero nunca dejaron que se usara. La gente siempre opta por dejar que todos los varones tiren el cajón hasta el retén. Es como el último honor que se les hace a los muertos y es muy respetable", comenta Hinojosa.

Otra de las ventajas de este camposanto es el costo de las sepulturas que ofrece la Parroquia de Cartagena, que hasta hace tres años se mantenía en 600 mil pesos con capacidad para 2 personas y la posibilidad de hacer reducciones.

"Lo que puede salir más caro es la construcción de una bóveda, que alcanzaría un poco más de un millón de pesos", comentó una vecina que se acercó a conversar con los Hinojosa.

Los cementerios particulares de Santiago pueden tener costos superiores a un millón y medio de pesos con las mismas capacidades.

paraguayo duarte

paraguayo duarte

El "Paragua" Duarte también yace en este camposanto de Cartagena.

El querido y destacado futbolista del club deportivo San Antonio Unido fue visitado por su hijo Julio, quien junto a sus hermanas Miriam y Nelba se encargan de mantener la sepultura decorada de flores de colores durante todo el año.

Este ícono del fútbol local recibe visitas de sus fans que lo recuerdan también en las filas de Unión San Felipe y que sus últimos años los dedicó a la administración del Estadio Municipal de Cartagena, pasando a ser un cartagenino de corazón.

El ex jugador lila dejó de existir a la edad de 73 años, una tarde de mayo del año pasado en su domicilio ubicado en Cartagena.

"La administración ya se puso tan pituca que sólo permite sepultar a los familiares" Amanda García, propietaria de mausoleo

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