La mujer que lucha por el bienestar de los mariscadores y las algueras de la caleta más recóndita de San Antonio
Cecilia Fuentes Mella tenía apenas seis años cuando comenzó a recoger algas en la playa de Mostazal. Casi cuatro décadas después se convirtió en la presidenta del sindicato que representa a los hombres y mujeres que se ganan la vida trabajando en el mar.
Haciendo un simple ejercicio, la distancia entre San Antonio y la caleta de Mostazal, al extremo sur de la comuna de Santo Domingo, es la misma que existe entre San Antonio y Talagante. Algo así como 70 kilómetros. La única diferencia es que para llegar a este paradisiaco poblado de no más de 20 viviendas se debe recorrer un largo y pedregoso camino de tierra -que hoy está siendo reparado por la municipalidad de la comuna parque- que conecta la localidad de San Enrique con esta caleta casi virginal, que comenzó a ser explotada recién hace poco más de cuatro décadas.
En la caleta de Mostazal se respira un aire ultralimpio que penetra directo a los pulmones. La tranquilidad se pasea libre por estos paisajes maravillosos que invitan al relajo y que regalan hermosas postales. Una de ellas es la propia caleta, enclavada es un recóndito punto de la provincia donde el estero Maitenlahue muere en el oceáno y donde por estos días se pueden apreciar a una veintena de cisnes de cuello negro que nadan sin prisa ni temores.
En medio de este mágico ambiente nació y se crió Cecilia Fuentes Mella (44). "Tenía seis años cuando me puse a trabajar en la recolección de algas aquí en la playa. Venía con mis hermanos. Era como un juego, porque lo que ganaba lo gastaba en golosinas", recuerda Cecilia, quien casi cuatro décadas después se convirtió en una sindicalista que lucha por el bienestar y el desarrollo de una veintena de hombres y mujeres que se dedican a la recolección de mariscos y algas en la larga playa cercana a este caserío, el último punto poblado en el extremo sur de la provincia de San Antonio.
Hace dos años Cecilia Fuentes fue elegida presidenta del Sindicato de Trabajadores Independientes, Mariscadores y Algueras de la Caleta de Mostazal. "Lo del sindicalismo me nació solo, porque nadie de mi familia ha sido dirigente. Hace dos años me propuse jugármela por nuestra gente, porque veía que teníamos muy poco apoyo para salir adelante", comenta esta madre de dos hijos que tiene dos grandes sueños: terminar su cuarto medio -le faltan los dos últimos años- y sacar una carrera profesional, como secretariado o algo parecido.
Cecilia le ha respondido con esfuerzo, sacrificio y diligencia a los 23 socios del sindicato. Gracias a su trabajo y al de la directiva, la agrupación que lidera ha obtenido en los últimos meses el apoyo que nunca tuvo. Un convenio entre el Fondo de Fomento de la Pesca Artesanal y el Gobierno Regional les permitió conseguir hace poco un moderno bote de fibra de vidrio (de casi 9 millones de pesos), con motor fuera de borda, e implementos para los hombres y mujeres que trabajan como buzos. Y esta semana el mismo convenio les permitió cumplir otro sueño: recibieron un tractor y un coloso -con un costo de 29 millones de pesos- que servirán para cargar las algas y mariscos desde los sitios de extracción hasta la caleta, una labor que hasta ahora hacían a pulso.
"Estamos muy felices porque nunca antes nos habíamos adjudicado un proyecto y porque evidentemente este vehículo nos permitirá mejorar nuestra productividad. Lo primero que haremos a partir de ahora será recolectar algas para pagar los porcentajes que debemos cubrir nosotros tanto del bote como del tractor y el coloso", cuenta la representante sindical, quien ha dejado de lado el buzo de mariscadora y hoy se ha vestido de chaqueta y taco alto para recibir a las autoridades que vienen a entregar oficialmente el tractor y el coloso.
En las rocas de la playa cercana a Mostazal se dan varias algas, como la luga, el calabacillo, el huiro, la chasca, y el cochayuyo, cada una con características y precios distintos. La luga, por ejemplo, se vende a una planta del interior de la Quinta Región que luego la exporta al mercado asiático para las industrias de cosmetología y farmacéutica.
"También contamos con un área de manejo donde cultivamos locos. Ahora estamos haciendo los estudios para cultivar nuevamente", señala la presidenta del sindicato.
-Estoy contenta, porque hinchamos harto para conseguir el bote, el tractor y el coloso. Estamos muy agradecidos de las autoridades y de la oficina del senador Lagos Weber, donde nos ayudaron a elaborar el proyecto. Me la jugué por mi gente y creo que ya hemos conseguido hartas cosas.
Mientras recorre la playa, Cecilia reconoce que pese a la paz y la tranquilidad que regala Mostazal, sueña con estar muy lejos de ahí en poco tiempo más. "Me gustaría irme a vivir a las Rocas (de Santo Domingo) para estar más cerca de mi hijo menor (Jordan), que pasó a primero medio y ahora va al colegio People", confiesa con su corazón de madre.
-Nooo, igual seguiría apoyando a la gente del sindicato para seguir consiguiendo cosas para nuestra agrupación que está integrada por gente esforzada que vive de lo que entrega el mar.
TERREMOTO
El recuerdo del 27-F todavía está marcado en la memoria de Cecilia Fuentes. "Fue terrible el terremoto, porque aquí hubo un tsunami que se llevó un galpón y las cosas que teníamos del sindicato. Por fortuna no hubo muertos, pero aquí quedó la escoba", rememora.
Relata que el mar llegó muy cerca de su casa, lo que obligó a los miembros de su familia a arrancar hacia una zona de mayor seguridad. "Estuvimos un mes entero viviendo arriba de un cerro por temor a que el mar se saliera de nuevo", comenta.
-Hacíamos una olla común, porque éramos 23 en total, incluyendo a mi mamá que ya está fallecida. Fueron momentos duros, pero sirvió para unir a la familia y para valorar la solidaridad de la gente. Recibimos mucha ayuda esos días.
Cecilia Fuentes mira al horizonte, respira hondo y dice que, más allá del paisaje, el vivir tan lejos de la civilización también tiene sus contra. "Acá no hay señal de teléfono y lo más complicado se produce en situaciones de emergencia, como una enfermedad. Estamos aislados y, si necesitamos salir urgente, dependemos de la buena voluntad de algún vecino o familiar que tenga vehículo. De otra forma es muy difícil salir rápido de acá".
-Sí, sueño con aprender a manejar y con tener mi propio vehículo para salir cuando uno quiera.
"Hace dos años me propuse jugármela por nuestra gente".