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A los 102 años murió la querida santiguadora del cerro Arena

Hasta en sus últimos días de vida la devota mujer santiguaba a su tataranieto con todos sus rezos.
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Una leyenda de nuestro puerto fue María Clodomira Ureta Ampuero, la "Mama Leca" como fue conocida esta anciana santiguadora del Cerro Arena que murió el lunes a los 102 años de edad.

Su familia ya se había acostumbrado a recibir a decenas de padres que llevaban diariamente a sus guaguas a "quitarles el mal de ojo" con esta querida abuelita.

"Ella era muy conocida por sus rezos. Desde que yo era chica que me acuerdo de ver a mucha gente que traía sus guagüitas a la casa de mi abuela. Incluso cuando estuvo enferma, habían personas que no querían entender que ella estaba en cama y no podía atenderlos", comentó Rosa Poblete, una de sus nietas.

Al cumplir 100 años de edad, la "Mama Leca" sufrió un accidente vascular que la fue alejando de sus tareas diarias y su estado físico comenzó a deteriorarse.

"Después de eso mi abuela fue decayendo, pero antes daba gusto verla tan activa como bajaba el cerro hasta San Antonio y volvía. Si hasta tenía mejor estado físico que nosotros", recordó su nieta Rosa.

Sin embargo, hasta en sus últimos días de vida, nunca dejó de realizar su actividad espiritual con uno de sus tataranietos que hoy ya tiene cerca de tres meses.

"A mi nieta de tres meses, también la santiguó varias veces. Era sorprendente escucharla, porque se acordaba de todos los rezos", relató Rosa.

Enviudó hace 58 años, pero se mantenía muy activa conservando los colores de su floreado jardín y saliendo a comprar a diario al centro de San Antonio.

Ella junto a Manuel Pérez, su marido, instalaron la primera carnicería "Los tres chachitos" en San Antonio que mantuvieron hasta los años 50.

Posteriormente se trasladó al Cerro Arena donde instaló un pequeño almacén de barrio y siguió trabajando con tesón por el sustento familiar.

Las empanadas de horno y el pan amasado eran sus especialidades.

Ayer se realizaron sus funerales en la Parroquia de San Antonio, y luego sus restos fueron sepultados en el cementerio Parroquial.

Cuatro hijos, 17 nietos, 12 bisnietos y dos tataranietos dejó esta querida mujer que nació y vivió un siglo entero en el puerto de San Antonio, donde vio crecer y desarrollarse esta ciudad.

"Me siento bendecida de haberla tenido conmigo tanto tiempo y que mis nietos la conocieran", agregó su nieta.

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