La historia del peluquero de 16 años que "la rompe" con sus cortes flaites en Cartagena
Trabajador adolescente popularizó la moda callejera con diseños innovadores en clientes del balneario.
Desde que Ignacio Sánchez Miranda tenía 13 años que viene incursionando en el mundo de la peluquería, la afición por la navaja y los cortes populares.
Este adolescente cuenta que hace tres años conoció a un "gringo" que le cortó el pelo y que quedó tan impresionado con el trabajo de él, que le pidió que le enseñara. El estilo y las técnicas que utilizaba este personaje lograron atrapar la atención de este inquieto niño, hasta que logró aprender el oficio.
"Ese gringo dijo que me iba a enseñar, pero nunca lo hizo. Al final aprendí de otro amigo y fui practicando con el pelo de mis mismos amigos desde hace un par de años hasta que me sentí con la seguridad de trabajar en una peluquería", recuerda.
Según Ignacio, desde hace varios años que tiene amigos que le han enseñado técnicas de cortes con máquina, navaja y tijeras. "Desde chico que me he familiarizado con este mundo de los cortes y la moda del Bronx en el pelo", afirma.
-¿Se puede decir que estos cortes son flaites?
-Estos cortes son de estilo callejero. Así suena mejor. Los flaites son los que escuchan cumbias. Estos cortes tienen otro origen.
-¿Y de dónde viene este estilo de cortes con líneas y diseños dibujados?
-Los cortes de pelo de barbería vienen de New York y el Bronx desde los años 60 y en ese tiempo fue masificado por grupos de raperos y gansters. Gente de la calle.
-Soy "barberestilista", porque combino los degradés y diseños con estilos de estilista, como el pelo largo arriba o peinados deflecados.
-El flattop o juice haircut.
-Es uno que va degradado con navaja al cero y arriba el pelo va cuadrado. Eso va separado por una línea.
-Solamente para cabellos afro. Es el único corte que no se puede hacer en otro pelo.
estudios
Con residencia en la comuna de El Tabo, Ignacio viajaba diariamente al Liceo Poeta Vicente Huidobro a estudiar, pero se convenció que los estudios no eran lo suyo. "Me iba muy mal en el colegio. No me gustaba estudiar", comenta.
Por estas razones este joven que pasó por muchos colegios en su educación básica, optó por terminar su enseñanza media con un sistema 2x1, donde comenzará a cursar tercero y cuarto medio este año.
Desde hace un tiempo vive con sus abuelos Ema y Jorge en El Tabo, mientras su madre se fue a Melipilla para instalarse con un minimarket.
Ignacio lleva sólo un par de meses en la peluquería "María José Correa" en la calle Antofagasta de Cartagena, pero se proyecta y se convenció que se trata de un trabajo rentable.
Dentro de su corta experiencia en estas lides, cuenta que también trabajó un par de meses en el salón de belleza del mall Arauco de San Antonio. Sin embargo, esa tarea no le gustó mucho, porque su clientela era escaza.
"Iban casi puras señoras y yo sólo me especializo en cortes de varón, así es que me aburría mucho en el mall", relata.
En la peluquería de Cartagena donde trabaja ahora cobra $3.000 por el corte. De eso el 60% es directamente para él y el resto es para los costos de mantenimiento y arriendo del local.
"Lamentablemente no soy ordenado con las platas, porque me gasto todo lo que gano y no junto nada, pero en un día he hecho hasta treinta mil pesos", declara.
Su horario de trabajo es relajado, ya que llega cerca de las cinco de la tarde a la peluquería y se retira como a las diez de la noche. "Mis clientes no se levantan temprano para cortarse el pelo, así es que no tengo para qué llegar a trabajar antes de las cuatro o cinco de la tarde. Así tengo tiempo para disfrutar de mi tiempo libre, salir con mi polola y después terminar el día trabajando", dice.
Si bien Ignacio aún tiene un largo futuro, asegura que le ha gustado mucho el oficio y que se proyecta hacia adelante; no sólo con una peluquería, sino con una barbería. Y de acuerdo a su experiencia en el mercado, los mejores clientes los ha conseguido en Cartagena y Melipilla.
En el balneario dice que la gente ha ido en aumento desde que comenzó a trabajar con María José. "En estas fechas sobre todo es muy bueno, porque llega mucha clientela".
Pero lo que más le impresiona a Ignacio es la alta demanda de niños que piden cortes con distintos diseños y rayas. "A ellos les gusta mucho la raya y se van felices con este detalle", dice.
"Yo vengo de Melipilla y estoy seguro que me iría bien, porque allá no hay ninguna barbería. Con suerte hay unos cinco salones de belleza".
polola
Ignacio es un lolo muy buenmozo, pero para las interesadas, es necesario comentar que está comprometido. Según confidenció, lleva tres meses pololeando con Estefany, quien lo acompaña en muchas de sus tareas de "pelos".
-Para nada. Mi círculo más cercano de amigos está compuesto por peluqueros.
- Mi amigo, el que me enseñó tiene 18 años y él comenzó mucho más joven que yo. Los demás son un poco más mayores, pero en general son todos jóvenes.
-No somos muchos, pero por lo menos mis amigos trabajan en este mismo rubro.
-Que les cortara el pelo no más. Y me transformé en su peluquero oficial.
-Creo que sí, porque el que se corta una vez conmigo y después me pide otra vez, es porque le gusta como le queda.
"Es un buen trabajo. Sé que si me ordeno puedo juntar el dinero suficiente para hacer un buen negocio y en unos cuatro años más podré contar con mi propia barbería de grandes estilos", dice como si se refiriera a un gran sueño.
"No soy ordenado con las platas, porque me gasto todo lo que gano y no junto nada, pero en un día he ganado hasta treinta mil pesos" Ignacio Sánchez Peluquero y barbero.
"Mis clientes no se levantan temprano para cortarse el pelo, así es que no tengo para qué llegar a trabajar antes de las cuatro o cinco de la tarde. Así tengo tiempo para disfrutar de mi tiempo libre, salir con mi polola y después terminar el día trabajando"