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A jóvenes Down se les abren nuevas puertas en el mundo laboral

Un contrato con todas las de la ley como auxiliares de oficina consiguieron los flamantes trabajadores.
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La lucha contra la discriminación y la falta de oportunidades es una batalla que desde hace largo tiempo se está dando en Chile y en la Quinta región. Con índices de "discapacidad" que crecen año a año, la posibilidad de romper los prejuicios es una necesidad inmediata.

En esta lucha la escuela de salud de la Universidad Viña del Mar dio un paso que terminó rindiendo frutos inesperados para muchos. Gracias a la iniciativa de las carreras de fonoaudiología y terapia ocupacional de la casa de estudios viñamarina, la Fundación Descúbreme y la agrupación "Happy Down", se unieron para generar un proyecto de integración laboral para 14 jóvenes con síndrome de Down, llamado: "Quiero Trabajar". La idea era preparar a los participantes para que uno de ellos pudiera quedarse con un contrato en la universidad.

Al final, entre la insistencia de las docentes que iniciaron el proyecto y la buena acogida de los jefes de unidad, la casa de estudios terminó contratando a 5 jóvenes que demostraron su capacidad para desempeñarse como un funcionario más dentro de las labores administrativas dentro de la Universidad de Viña del Mar.

Antonieta Herrera, fonoadiologa de la UVM, explicó el éxito de la iniciativa. "Por el conocimiento que tenemos del trabajo con niños con síndrome de Down, sabemos que una vez que salen de los colegios a los 24 años ellos se van para su casa. Si bien aprenden oficios, pero estos en muchos casos no logran aplicarse en la práctica. Trabajamos con 14, sin ningún criterio de selección, participaron los que quisieron y fuimos encontrando chicos con muchas habilidades y logramos terminar con grandes avances en todos los participantes. Y en la práctica misma ellos demostraron que estaban capacitados para desempeñar el oficio que nosotros planteamos. Es, sin duda, un gran paso para todos ", señaló la profesional.

los afortunados

Conversando con los chicos participantes del proyecto "Quiero Trabajar", nos damos cuenta que tan limitados podemos ser cuando los tratamos como "discapacitados". La alegría con la cual los graduados asistieron a recibir su diploma y la emoción de los 5 que consiguieron ser contratados es una muestra de cuánto nos podemos equivocar en ocasiones.

Respetuosos en su trato, sonrientes en todo momento y preocupados del protócolo, esas son algunas de las características que a simple vista se puede destacar de este grupo de jóvenes con capacidades diferentes.

Fernando Ramírez, uno de los seleccionados, relató su experiencia en el programa: "Yo estoy muy contento de trabajar, acá me enseñaron a archivar, a fotocopiar, a ordenar y eso me gusta mucho. Mi mamá está muy contenta con que yo pueda trabajar".

Luis Maureira, vive en el sector de Santa Julia, de a poco está aprendiendo a llegar a la universidad y por ahora viaja con su mamá hasta el centro para poder llegar a su lugar de trabajo. Pese a esto, él está feliz porque tendrá por primera vez su platita. "Yo ahora voy a trabajar, me van a pagar y con mi mamá vamos a tener platita. Estoy muy feliz de poder trabajar", señaló el flamante contratado.

Hernán Ruviño llegó acompañado de toda su familia y se lució con un terno que le regalaron para la Navidad. Según contó su familia, para él la presentación personal siempre ha sido muy importante. El nuevo auxiliar de oficina de la UVM, agradeció el buen ambiente de trabajo con que se encontró: "Yo he aprendido mucho, he hecho muchos amigos y me gusta venir a trabajar acá. Todos son muy buenos acá en el trabajo", señaló.

Los cinco seleccionados recibirán un sueldo, tendrán imposiciones y también salud. Según la evaluación realizada por la encargada del proyecto, Antonieta Herrera, "según las pruebas de evaluación hubo avances en los 14 participantes del proyecto, acá se logró dejar trabajando a 5, y es una muestra de que ellos están capacitados aprender nuevos oficios", explica la especialista.

las familias felices

Al momento de recibir los diplomas los más emocionados fueron los padres y hermanos de cada uno de los participantes.

Ana Farías, madre de David Vega, confesó que no fue fácil entrar en el programa, pero que todo valió la pena. "No es fácil, mi hijo es muy apegado a mí, pero sus logros son tremendos. Ellos están entusiasmados, los niños se levantan felices para venir a trabajar e incluso su socialización ha mejorado. Conversa más, está atento y el cambio que ha tenido es impresionante", afirma la apoderada.

Edelmira Pizarro, es la mamá de Luis Maureira, y pese a los miedos está soprendida por los logros de su hijo. "Yo soy separada, crié a mi hijo de guagua y siempre voy con él a todos lados, donde me inviten. Pero esto ha sido impresionante, él está más independiente, ayuda más en la casa y le brillan los ojos cuando viene para acá. Oportunidades como estas son las que faltan para los niños, no saben lo que significa esta oportunidad para nosotros", confeso esta esforzada madre.

Otra mamita que no perdió la oportunidad de contar su experiencia fue Irma Saavedra, mamá de Hernán Ruviño. Su marido entre la emoción y el orgullo no podía ni hablar, pero ella no se guardó palabras. "Nosotros lo apoyamos siempre y él mismo pedía nuevas oportunidades. Él siempre ha estado en actividades sociales y es un niño independiente. Por él andaría con terno todos los días, por eso está muy ansioso por empezar a trabajar", explica esta vecina del sector de Gómez Carreño, en Viña del Mar.

Lipsye Pedemonte es directora de la Escuela de Salud de la Universidad de Viña del Mar, y en dicho cargo tuvo gran responsabilidad en el logro del proyecto que terminó comprometiendo a toda la institución. "Esto no termina acá. A nosotros como escuela nos interesa la interacción con el medio y que las iniciativas perduren en el tiempo. Acá se está marcando un gran paso, estos chicos están dando una muestra profesionalismo increible y nos entregan la fuerza para seguir luchando y proyectos como estos son más que necesarios", señaló la funcionaria.

A nombre de la universidad, Carolina Andaur, directora de pre grado, les dio la bienvenida y destacó sus habilidades. "Ellos se están integrados como trabajadores con todos sus derechos y deberes. Debo decir que nos sentimos felices como univerisdad porque hemos integrado grandes personas al equipo de trabajo. Esta es una intancia que para todos será un gran progreso", destacó la docente.

Los mismos compañeros de oficina de los nuevos "auxiliares" destacaron que se trata de "jóvenes muy educados y metódicos al momento de llevar a cabo sus labores". Incluso, en todas la unidades donde se desempeñan destacan su puntualidad y su buena disposición para trabajar, cosa que a veces a muchos chilenos se nos olvida un poquito.

Mientras la UVM abrió sus puertas y derribó antiguos prejuicios, ahora queda tarea para que otras empresas o centros de estudio de la zona se atrevan a vivir esta maravillosa experiencia.

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