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La nueva vida de Manuel Galindo, el hombre que hizo famoso el exquisito "manolito"

El comerciante conoció las dos caras de la vida: abrazó el éxito económico y personal, pero luego cayó en un abismo que lo tuvo a menos de un paso de la muerte.
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Después de la tormenta, viene la calma, pero el dolor fue más fuerte y nubló su razón. Es la historia de un sobreviviente que quiere recuperarse y ayudar a que otras personas no tengan que vivir en el infierno que él conoció.

Todos quienes conocen a Manuel Galindo Neria, comerciante, 41 años, separado, dos hijos, lo describen como una persona alegre, buen amigo, trabajador, creativo, empeñoso, preocupado de su familia y fiestero; por lo que nadie daba crédito a que intentara suicidarse en mayo de 2012. Más bien creían, hasta que se confirmó, que todo había sido producto de un asalto en su local del Mercado en San Antonio.

La "Picá de Manolo", local que se hizo famoso por los exquisitos manolitos (completos más pequeños que los normales y que fueron creados por el ingenio de Galindo), fue el escenario donde la vida de este reconocido empresario cambió para siempre.

Llevaba más de 8 años separado de su mujer, tiempo en el que hasta pasó por una clínica psiquiátrica donde le advirtieron que su recuperación sería prolongada.

"No hice caso, no me cuidé, no respeté los tiempos y carreteaba, salía con amigos, vida nocturna. Siempre me había comportado como todos lo esperaban: trabajador, responsable. De repente algo pasó que sentí que se me terminaba de caer el mundo encima. Dije no quiero más y me corté la yugular".

Era 8 de mayo de 2012 y antes que lo encontraran, tuvo dos paros cardiorrespiratorios. Llegó casi muerto al hospital. Perdió la capacidad de caminar, la vista, y la musculatura del brazo y mano izquierdos están severamente atrofiados. "Pero tengo esta segunda oportunidad y la estoy aprovechando al máximo. Ahora estoy en rehabilitación y llevando vida sana, nada más", cuenta entusiasmado, aunque su diagnóstico es hipertrofia espástica, que, en palabras simples, es un daño cerebral por falta de oxígeno.

Actualmente lo cuidan dos enfermeras: Sara, de día; y Rosita, de noche. Se ejercita físicamente a diario y hace unos meses comenzó un tratamiento con un equipo multidisciplinario en el moderno centro de rehabilitación San Antonio de Padua, en la población 30 de Marzo. "Te ven todo, quién eres, por qué llegaste, qué paso en tu vida. De a poquito van saliendo cosas que ni uno sabía que estaban ahí. Voy tres veces a la semana".

Asegura que "ahora que me estoy recuperando, siento que la cagué y no volvería a cometer un acto así en ninguna vida", y reflexiona positivamente: "esto me sirvió para darme cuenta quiénes son las personas que siempre han estado conmigo. Los que realmente me decían cosas por mi bien y nunca los tomé en cuenta. Solo los verdaderos amigos quedan en circunstancias así, los demás estaban cuando andaba con plata y financiaba los carretes. Después desaparecieron todos".

DEBACLE

Manuel Galindo Neira recuerda su vida antes del intento de suicidio y dice que "estaba acostumbrado a trabajar y trabajar, siempre esforzándome por surgir y me motivaba mucho mi local. Tenía trastorno afectivo, según el diagnóstico de la clínica psiquiátrica, y me medicaron sobre esa baseo. Pero no pude. Me mostré siempre tan fuerte que nadie se dio cuenta lo que me estaba pasando".

Agrega que su tristeza más grande fue ver cómo se había desintegrado su familia. "Realmente quería desaparecer, no quería nada. Sentí que habían roto mis objetivos. La lucha por construir y entregar algo, ya no tenía sentido. Luego de la clínica psiquiátrica pasé un periodo de abstinencia de alcohol que gatilló que cometiera ese grave error".

También dice que se sintió frustrado al ver que no lograba mantener todo en su centro. "Mi problema es que pongo barreras, no dejo que se me acerquen como una forma de autodefensa. Me mostré siempre capaz y traté de hacer lo mejor posible dentro de mis capacidades, ya que también tuve una infancia difícil con carencias económicas. Me casé joven. En el fondo siempre he buscado tranquilidad, hasta ahora la busco, nada más. Solo quise hacer las cosas bien y no resultó".

RENACER

La vida le dio una segunda oportunidad y Manuel dice que sólo quiere olvidar ese mal momento. "Ahora quiero volver a caminar, aunque sea lento. Ese es mi objetivo principal. Estar libre y para eso estoy trabajando con un terapeuta. A veces voy al negocio en San Antonio, en silla de ruedas, pero poniendo todo de mi parte para volver a caminar. Mis terapias son mi vida ahora y me esfuerzo cada día por lograr mis nuevos objetivos. Estoy poniendo el pecho a las balas y avanzando, no hay más y en eso estoy".

Y está avanzando, porque cuenta que estuvo postrado y hablando guturalmente durante muchos meses. Hoy se levanta, se le entiende lo que dice. "Las cosas están mejorando. Tengo una buena relación con mi ex mujer, a pesar de que ella rehízo su vida, y mis hijos son un "diez". Como que ahora sí siento que somos familia. Luego de todo lo que pasó, estamos unidos. Claramente la vida me está dando una segunda oportunidad para vivir".

MANOLITOS

Luego del accidente, su ex mujer, Johanna, se hizo cargo de "La Picá de Manolo", junto a los hijos de ambos, Cristian y Boris. Les ha ido bien, han modernizado el local con cámaras de vigilancia y un sistema de computación para las ventas. "Mi ex mujer ha hecho un gran trabajo. Ahora quiero recuperarme y volver a hacerme cargo del negocio, para que ella pueda descansar y disfrutar a su familia", cuenta Galindo.

"Ese negocio lo tenemos hace como 20 años, primero fue botillería. Luego, decidimos cambiar de rubro y comenzamos a vender café en invierno y helados en verano", recuerda

Además cuenta que la idea de vender "manolitos" nació con el propósito de entregar algo novedoso y económico a los clientes. "Repartíamos por todo San Antonio, nos comenzó a ir bien. Todos los estudiantes del Eisa nos iban a comprar porque era barato. Ellos fueron los que hicieron famosos a los manolitos. Hace unos años los patentamos en el Ministerio de Economía y de propiedad intelectual como recetario", cuenta.

"Aprovecho la oportunidad de agradecer a mi ex mujer por el apoyo, es una excelente persona. También a mis hijos por la paciencia, porque son ellos los que me cuidan los fines de semana. Y a todas las personas que de una u otra manera han querido saber de mí, de mi salud. Gracias a todos", manifestó.

PROYECTOS

Para el futuro, Manuel Galindo tiene grandes proyectos. Además de volver a caminar, quiere hacer charlas motivacionales y escribir un libro. El título sería "La Cobardía de un Valiente", un testimonio de vida que "sirva a la juventud para que aprenda a ser fuerte. Aprender el cómo enfrentar el dolor y crecer para llegar a ser la gran persona que más han deseado y soñado a partir de esas mismas circunstancias que los deprimen".

Añade que "tampoco deben aislarse o hacerse los fuertes. Me faltó fortaleza y compañía. Si hubiese tenido contención, no hago lo que hice. Todo el mundo siempre me vio tan fuerte que pensaron que no necesita a nadie y era todo lo contrario".

Manuel Galindo finaliza reflexionando que "ahora puedo decir que algunos síntomas de la depresión tienen sus raíces en el dolor del alma, causado por experiencias traumáticas y dolorosas pasadas o presentes que no se resolvieron adecuadamente, y que nublan la visión. Pero la solución no es el suicidio. Yo volví desde lo más profundo para contar mi historia".

"Siempre me había comportado como todos lo esperaban: trabajador, responsable. De repente algo pasó que sentí que se me terminaba de caer el mundo encima. Dije no quiero más y me corté la yugular".

"Tengo esta segunda oportunidad y la estoy aprovechando al máximo. Ahora estoy en rehabilitación y llevando una vida sana, nada más".

"Solo los verdaderos amigos quedan en circunstancias así, los demás estaban cuando andaba con plata y financiaba los carretes. Después desaparecieron todos".

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