Aunque son las más esperadas, si no se las disfruta de manera relajada, las vacaciones pueden resultar agotadoras. Cada vez son más las personas que llevan las obligaciones y tensiones de su agenda laboral en la valija y, por tanto, regresan con el mismo nivel de estrés.
Para los especialistas, este padecimiento se debe al llamado "ocio culposo" y, si no se lo detiene a tiempo, puede causar serios trastornos en la salud.
"Es normal que algunas personas, aun en vacaciones, sigan pensando en sus obligaciones, y se conecten a Internet para contestar mails o resuelvan problemas desde el celular", explica Fernando Taragano, profesor titular de psiquiatría e investigador del Instituto Universitario.
"Esta situación se da en adultos laboralmente activos. Y si bien siempre existieron personas que no pueden relajarse, la actual eficiencia de las comunicaciones incrementa y perpetúa la situación", advierte.
Por eso, durante esos días el descanso es de baja calidad, según alerta el especialista.
"A pesar de que parece que es posible solucionar todo sólo con una llamada del celular, más temprano que tarde esta situación se cobra factura en nuestro organismo", agrega.
El desenchufe tarda. El 70 por ciento de las personas laboralmente activas continúa pensado en sus obligaciones laborales al menos los cuatro o cinco primeros días de sus vacaciones. Y un porcentaje menor, pero en crecimiento, nunca termina de estar de vacaciones, según indica la experiencia de Jorge Rovner, psiquiatra y presidente de la Asociación de Psicoterapia Zen.
"Las personas que se consideran en mayor riesgo son las franjas etáreas donde la competencia social, vehiculizada en obtener o mantener un determinado trabajo y condición económica, es mayor. Ocurre en forma casi epidémica entre las personas de entre 25 y 50 años, con un discreto predominio estadístico de los hombres sobre las mujeres", afirma.
En tanto, Miguel Márquez, director del centro Asistencia, Docencia e Investigación en Neurociencia, informa que se considera que, por lo general, el estrés es producto de la falta de recursos para manejarse en circunstancias problemáticas, y enfatiza en las consecuencias que esto causa en los niños.
"En las familias donde se vive con estrés, los niños crecen en ambientes donde los problemas siempre son graves, no se resuelven, y todo es preocupante", advierte.
Parar la máquina. Para quienes tienen muchas responsabilidades y poca capacidad de delegar, es tarea difícil cerrar la agenda, desconectar el celular y regalarse tiempo para el disfrute o el ocio.