El paseo del humor por la bahía de San Antonio
Por 1.500 pesos, los turistas pueden disfrutar de un entretenido viaje por el mar sanantonino.
Luis Enrique, el cantante nicaragüense que sus fanáticos bautizaron como el "príncipe de la salsa", suena fuerte en los parlantes del paseo Bellamar con su canción "Yo no sé mañana", el más reconocido éxito que le dio fama a nivel continental.
Es esa salsa que invita de forma directa al baile la que recibe a los turistas que a las 16 horas de un viernes por la tarde deciden zarpar hacia la bahía de San Antonio, en quizás una de las actividades comerciales más tradicionales: la de dar una vuelta por cerca de media hora por el mar sanantonino, contemplando sus cerros donde las casas parecen pequeños puntos de colores desparramadas sin prolijidad alguna, pero que a la vez entregan un paisaje que visto desde el mar es una postal llena de simbolismo para la ciudad puerto.
La lancha que zarpa con cerca de 45 expectantes e inexpertos tripulantes lleva el nombre de "Poseidón", y para acceder a ella hay que cancelar en tierra firma la suma de 1.500 pesos, la que da derecho también al chaleco salvavidas que en caso de cualquier accidente será el encargado de mantener los cuerpos flotando sobre el Océano Pacífico que tranquilo nos baña.
"la travesía del humor"
Una vez que todos los pasajeros están sentados de forma ordenada y con sus salvavidas bien apretados y pegados al cuerpo, comienza la travesía donde el que se roba todos los aplausos es "Juanito", el encargado de manejar la embarcación, quien actúa además como el guía turístico.
Apenas prende el motor, advierte que todos aquellos que se arrepintieron de subirse "pueden bajarse e irse caminando por el mar", broma que saca de inmediato carcajadas, las que se multiplican cuando señala que "la última vez que me tocó trabajar en esto terminamos todos naufragados".
Incluso una pequeña con su cara llena de susto le advierte a su madre si es verdad que van a naufragar, a lo que su progenitora le responde de forma segura que eso no pasará, ya que es una embarcación segura.
Ya con varios metros avanzados, el guía de la travesía deja un rato al faceta humorística, y comienza a describir el trabajo de los barcos pesqueros, los cuales señala tienen un precio de aproximadamente 800 millones de pesos, lo que causa la exclamación de asombro de los presentes.
Cuando la vuelta en lancha se acerca al sector donde se ubica el Faro Panul, y las aguas están un poco más inquietas, "Juanito" nuevamente hace gala de su gran humor, y asegura que "estamos a 120 metros de profundidad, por lo que aquellos que quieran tirar a la suegra, ahora es la oportunidad".
un discurso más social
Hay un momento cuando "Juanito", el guía del viaje cambia un poco la risa para explicarle a los turistas lo que significa ser pescador artesanal en estos momentos en que la bullada "Ley de Pesca" ha mantenido una gran incógnita sobre el futuro de estos hombres de mar que llevan generaciones viviendo del esforzado trabajo en alta mar.
"La pesca artesanal no es la misma que antes, ya que los grandes empresarios realizan todo un lobby para asegurar que su negocio no se termine, y nos dejan muy de lado a todos nosotros. Yo he trabajado siempre como pescador artesanal, pero ahora no alcanza, e incluso estos reemplazos acá arriba de la lancha me ayudan bastante", afirma.
Sin embargo, aquel discurso no será el único que "Juanito" realizará con un sentido social.
Justo en uno de los sitios de atraques del puerto de San Antonio, se encuentra un barco que transporta ácido sulfúrico, quizás uno de los temas más sensibles que ha afectado a la comunidad sanantonina.
"Junto a los pescadores artesanales hicimos una fuerte lucha para intentar sacar el ácido, ya que es cosa de que explote uno de los recipientes y explotaría todo San Antonio, sería una gran tragedia", reflexiona.
los lobos regalones
Uno de los momentos que más asombro causó entre los pequeños que disfrutaban de la hermosa bahía de San Antonio fue el momento en que delante de sus ojos se encontraron con los regalones de los pescadores artesanales: los lobos marinos.
Ellos, como si nada pasara en el mundo, se revuelcan de lo más tranquilos y relajados, entregándoles hermosas postales a los tripulantes que sacan sus celulares y cámaras digitales para fotografiar tan bello momento que estaba entregando la madre naturaleza.
"Venimos desde Rancagua, ya que teníamos muchas ganas de conocer en Litoral Central, y tuvimos suerte de que nos tocó una tarde espectacular, donde pudimos aprecias la bahía de San Antonio en todo su esplendor. Siempre habíamos querido dar una vuelta en lancha con nuestros hijos, así que estamos muy felices de este entretenido panorama", comenta Marcela Bustos, madre de las pequeñas Mariana y Carla, quienes fueron de las más entusiasmadas con la travesía acuática.
remate de chistes
Quedan cuatro minutos para que la vuelta en lancha terminé, y "Juanito", el guía que con su humor hizo del viaje el relajo máximo, remata con su último chiste, cuando asegura que "como no soy el patrón de la nave, al que pueda ayudar con una cooperación será más que bienvenida. Por eso que acepto monedas, billetes, tarjetas de créditos, cheques sin fondo... aunque no recibo cabros chicos, porque tengo cuatro ya en la casa, y harto caro que me salen".
Las risas se multiplican por la embarcación "Poseidón", y tras llegar a tierra firme, todos los pasajeros respiran aliviados, y felices se van caminando por el Paseo Bellamar comentando lo entretenido del paseo, y de lo bueno para la talla que era "Juanito".
"La lancha que saldrá con cerca de 45 inexpertos tripulantes lleva el nombre de "Poseidón", y para acceder a ella hay que cancelar la suma de 1.500 pesos.