La dura realidad del anciano ciego que perdió a su mujer
El marido de la "Canelita" vive en el desamparo total con su discapacidad y en condiciones insalubres.
La muerte de Yolanda Figueroa (81), la conocida "Canelita", dejó al descubierto la dura realidad de abandono que sufría junto a su marido, Manuel Bastías Navarro, de 77 años, quien padece una ceguera hace cerca de seis meses.
"Ella llevaba dos semanas en la cama botadita, gritando que llamara a la ambulancia. Cuando llamamos, vino la visitadora social, se dio una vuelta y se fue. No hizo ninguna cosa", comenta el anciano.
Manuel Bastías revela que durante esas dos semanas la "Canelita" había sufrido una caída que complicó aún más su delicado estado de salud. Posteriormente fue hospitalizada, pero cuenta que la dieron de alta cuatro días después.
"Acá (en su casa del sector Quinta Placilla) la dejaron en el sillón y yo no pude moverla después, no tenía cómo. Cuando me decía que tenía sed le daba lechecita con azúcar", indicó Manuel con tristeza.
accidente
Este hombre que hasta hace seis meses vendía cuchuflís y barquillos en Santo Domingo quedó ciego luego de utilizar accidentalmente gotas de povidona yodada en los ojos.
"Tenía que ponerme unas gotitas cada dos horas y en la noche. No me di cuenta y me eché yodo en los ojos. De ahí quedé ciego altiro", relata.
Las precariedades de Manuel Bastías son evidentes y el hecho de tener su dormitorio en el segundo piso de la casa complica más su movilidad dentro del inmueble.
"Cuando le traemos comida tenemos que golpear muy fuerte y se demora mucho en abrir, porque no ve nada y tiene que bajar la escalera", comenta una vecina, mientras lo espera afuera del domicilio.
En el mismo pasaje donde vive se encuentra la sede vecinal donde ayer se velaban los restos de su mujer, por lo que aprovechando la presencia de varias vecinas en la puerta de su casa, solicita que lo ayuden a llegar hasta el lugar.
"Yo veía poquito, pero todavía podía hacer los cuchuflís y los barquillos y después irme para las rocas a venderlos, pero ahora no puedo salir de aquí", se lamenta.
Evidentemente el anciano necesita asistencia para movilizarse y a simple vista se aprecia basura y suciedad por toda su casa, donde también convive con varios gatos y un perro.
Con la ayuda de sus vecinas, Manuel logra desplazarse hasta la sede social donde están velando a la "Canelita".
"Lo único que yo necesito es que un médico me vea la vista para volver a trabajar y hacer mis cosas", suplica, mientras camina a tientas por el lugar. Sobrecogidos por la situación del anciano, las vecinas se han organizado y le llevan voluntariamente raciones de almuerzo y pan.
"Estamos muy preocupados por don Manuel, porque en las condiciones que está no puede vivir. Para poder limpiar su casa van a tener que usar mascarillas y guantes, porque deben haber gatos muertos y muchas infecciones", dijo Rosa Sánchez, quien vive en la casa del lado.
El miércoles pasado Rosa le llevó ropa limpia y zapatillas, las mismas prendas que vestía ayer durante el velatorio de su mujer.
Aparentemente ayer el anciano se había afeitado solo dentro de su oscura casa y tenía rastros de cortes en su rostro, otra señal que evidencia su escasa autovalencia. J
"Desde el fallecimiento de su esposa tomamos contacto con él y se le está habilitando una residencia permanente dentro de la Quinta Región a través de la fundación. Este adulto mayor no es autovalente, por lo tanto tomamos las precauciones del caso y desde el informe social que recibimos de la jefa de unidad, Paula Medina, se requirió incluirlo dentro de las residencias de la institución. Se conversó con don Manuel y se tomó como mejor opción esta medida en completo acuerdo con él", declaró Elizabeth Arredondo, jefa provincial del Hogar de Cristo San Antonio.
A un hogar
