René Valdés, el gran Timoteo, cuenta su secreto mejor guardado: "También soy cola"
El creador de uno de los circos más famosos de Chile habla, por primera vez en una entrevista, de su homosexualidad y de sus orígenes en el mundo del espectáculo.
-Don René, ¿es muy difícil para usted convivir con tantos artistas homosexuales?
-No, para nada.
-Porque yo también soy cola.
Después de más de una hora de amena conversación, Manuel René Valdés Cabezas, el creador del mítico circo Timoteo, revela su secreto mejor guardado.
"Toda la gente piensa que soy hombre. Nunca he contado esto antes en ninguna entrevista, porque soy enchapado a la antigua y no me gusta hablar públicamente de este tema", confiesa el popular Timoteo, quien tampoco oculta su edad: "74 años", dice sin tapujos.
-Porque usted es medio pillo para hacer las preguntas y terminó haciéndome hablar de cosas íntimas que no le cuento a cualquier persona ni menos en las entrevistas.
Antes de su confesión, Don René, como lo conocen sus más cercanos, o Timoteo, como lo conocen en todo Chile, habló sobre su difícil infancia en Rancagua. Su madre murió cuando él tenía 6 meses de vida. Entonces fue criado por su hermana Fresia, de 12 años en aquella época.
Él después le devolvió la mano. Le compró una casa, electrodomésticos y también le crió a una de sus hijas. "Dios no me dio hijos, pero el Diablo me dio como cien sobrinos", dice Timoteo, un abuelo con pinta de bonachón y amable, pero también dueño de un carácter fuerte en el trabajo, según propia confesión.
En ese preciso instante a este periodista, que siempre había tenido dudas respecto a la sexualidad del dueño del circo, se le ocurrió preguntarle si había tenido hijos. Timoteo respondió negativamente. Recién ahí surgió el tema de la homosexualidad. Y el gran Timoteo quiso abrirle su corazón a Diario El Líder y a este humilde reportero.
Ahí, sin dar nombres, contó que era una persona de relaciones largas. Con su primera pareja duró cerca de 40 años y hace poco -no precisa cuánto tiempo- terminó una relación de más de una década con un hombre bisexual 30 años menor que él. "Todo lo que empieza tiene que terminar algún día", confidencia con cierto dejo de nostalgia y tristeza.
Como todo jefe, René Valdés impone sus reglas dentro de su circo. Ninguno de sus 18 artistas puede andar vestido de mujer durante el día. Se transforman en féminas única y exclusivamente para las funciones.
-Ya le dije que soy enchapado a la antigua y siempre me gustó el respeto por la demás gente.
-¿No le gustan los travestis?
-No es que no me gusten, pero hay que respetar al resto. No me gusta que dos hombres anden de la mano o se anden besando delante de los niños. Esas cosas se hacen en privado. Cuando yo empecé, esto (la homosexualidad) era delicado. Ahora como que todo se desbandó. Hay cosas que me chocan.
Cuenta que dos veces fue a una disco gay y quedó shockeado. "Había mucho degeneramiento. Yo no soy para eso. Siempre he sido un homosexual respetuoso. Antes tú no podías estar tranquilo con una pareja, porque había mucha discriminación. Te podían tirar la puerta abajo y te echaban de cualquier parte. Ahora es distinto".
-Nada es eterno y él quiso buscar su destino, porque también tenía una relación escondida con una mujer. Estas cosas pasan y hay que entenderlas. Uno no puede ser tan cerrado.
René Valdés no es un tipo rencoroso. Por el contrario. Con sus dos grandes parejas terminó de buena manera y con ambos todavía mantiene una amistad.
-¿Qué opina sobre el matrimonio entre personas de un mismo sexo?
-No sé. Uno perfectamente puede convivir con su pareja, no hay para qué casarse. Es como tirado de las mechas.
sus orígenes
René Valdés recibe a Diario El Líder en la entrada de su cómoda casa rodante. Viste una camisa estampada y jeans. Lleva unos lentes fotocromáticos y el pelo un tanto despeinado. Se ve que no es un tipo pretencioso. En sus manos sólo se ve un anillo grande, probablemente de oro. No tiene gestos amanerados ni otros ademanes que denoten su inclinación sexual. A simple vista, parece un hombre tímido y relajado.
Mucho antes de convertirse en Timoteo, René Valdés creció en las calles de Rancagua. En esa ciudad comenzó a salir el artista que siempre llevó adentro.
Todavía era adolescente cuando empezó a participar en programas infantiles y de radioteatro que se hacían en una radio local. La particularidad era que la emisora tenía un auditorio que permitía hacer los programas en vivo y con público.
"Yo era muy bueno para el baile, especialmente para la cueca. En esos primeros años hacíamos de todo: bailábamos, cantábamos, recitábamos y hasta pasábamos los avisos comerciales para ir viendo en qué cosa uno era mejor", recuerda.
al humor
Al poco tiempo él y sus compañeros se dieron cuenta que lo suyo era el humor o la "comicidad", como dice él. Entonces se empezó a hacer cargo de los sketch en la radio, con él como protagonista. "Siempre me ponía nombres chistosos, como Saturnino o Torcuato".
Un día, mientras estaba sentado en un camarín del teatro de Machalí, localidad cercana a Rancagua donde le tocaba actuar al grupo de la radio, Valdés miró hacia el lado y vio una revista de mujer llamada Margarita. La abrió, la hojeó y vio una tira cómica de cuatro cuadros. El protagonista se llamaba Timoteo.
Entonces el presentador del teatro le avisa que le toca actuar a él.
-¿Con qué nombre te anuncio? -le preguntó el presentador.
-Timoteo -le respondió Valdés sin pensarlo.
En el intermedio del espectáculo, salió a comprar una bebida y todos los asistentes lo saludaban y le repetían una frase: "Buena Timoteo".
Fue una especie de bautizo. Desde ese día, hace más de 50 años, nunca más se separó del apodo que lo ha hecho famoso en todo el país.
A SANTIAGO
Por esos años René Valdés se especializó en hacer sketches, con los que recorría varios pueblos cercanos a su natal Rancagua. Pero su sueño era participar en las grandes revistas de teatro-humor de Santiago, como el Bim Bam Bum, el Picaresque y el Humoresque. "En ese tiempo había que matar a un actor para poder entrar. Era muy difícil", confiesa.
Se fue a probar varias veces a las distintas revistas, pero siempre le decían que estaban completos. Como no tenía dinero, se iba y se venía a dedo desde Rancagua. Varias veces volvió lleno de frustración a su casa.
Hasta que un día, con 19 años, un amigo le dijo que había un casting para bailarines en el Humoresque. Alguien le aconsejó que le pusiera "harta chuchoca" y que bajara la escalera como macho, con las piernas bien abiertas. Así lo hizo. Y quedó.
Su primer papel fue el de un policía francés, que actuaba junto a un ladrón y una vedette bien famosa de la época. Durante una semana estuvo viajando a dedo a Santiago para ensayar el show.
"El día del debut me quedé tirado en la carretera porque ningún auto me quiso llevar. Me puse a llorar de pura pena. Siempre había soñado con actuar ahí y perdí todo el sacrificio que había hecho. Nunca más me atreví a volver a Santiago, porque era una compañía profesional y yo había dejado la cagá".
SU CIRCO
René regresó a la radio. Un día el gerente de la emisora le dijo al grupo de teatro que el dueño de un circo había quedado solo y andaba buscando artistas.
Timoteo recuerda que en un principio todos se largaron a reír, pero después de un rato se entusiasmaron y fueron. Durante cinco días hicieron el show sólo por los aplausos, pues el dueño ni siquiera les dio plata para la micro. Eso es lo que se llama "por amor al arte".
"A mí no me gustaba mucho el circo, prefería el teatro", reconoce.
Eso, hasta que su amigo y socio Darío Zúñiga, un malabarista de oficio, le propuso que hicieran un circo. Pero no tenían un peso en los bolsillos. Entonces empezaron a hacer presentaciones de humor blanco en los colegios de Valparaíso. Valdés era una especie de hombre orquesta. Imitaba sonidos musicales con sus manos.
Ahorraron unos pesos y arrendaron una roñosa y antigua carpa que tenía más hoyos que tela. Juntó género y sábanas de sus propias camas para repararla para el día de su debut en Requegua, otro pueblito cercano a Rancagua donde Timoteo había ganado cierta fama con sus sketch. Su circo tenía apenas un par de ampolletas y por esa época Valdés había rechazado una oferta para enrolarse en el Frankfurt, uno de los circos más famosos de Chile.
El debut del Timoteo fue inolvidable. "Llegó la hora de la primera función y apenas habían llegado dos huasos. Me fui triste al camarín y vi un diario donde decía que el Frankfurt estaba causando furor en Arica. Me arrepentí de no haberme ido".
Justo en ese momento la persona que había dejado de cajero entró corriendo y le dice que le dé más votos de esos de candidatas a reina, que eran la entrada al circo. Valdés no le creyó. Entonces el hombre abrió una caja de zapatos llena de plata. El circo Timoteo estaba lleno en su debut. Claro que en ese entonces no había transformismo. Sólo humor y malabarismo.
"Y de ahí, hace más de 45 años, no hemos parado. Al principio éramos muy pobres. Vivíamos en carpa y para los inviernos teníamos que hacer canaletas para que el agua de la lluvia no entrara. En Valparaíso varias veces se nos volaban las carpas con los temporales", rememora. Hoy la cosa es distinta. Valdés tiene tres camiones y varias casas rodantes para dar comodidad a sus artistas. También posee una parcela con piscina en Lo Orozco donde todo el elenco va a descansar en los tiempos de vacaciones.
-¿Y cómo parte el show con transformistas?
"otra, otra, otra"
-Estábamos en Valparaíso y el circo estaba lleno. Entonces se nos enfermó una cabra que bailaba. Había un colita bien bonito, de apellido Coppa, y le propusimos vestirse de mujer. No quería, pero al final lo convencimos. Lo arreglamos y lo maquillamos bien, le metimos un bikini y quedó perfecto. Salió a actuar y fue un éxito. La gente pedía "otra, otra, otra".
Arturo Peña, que hacía números de malabarismo y lanzaba fuego por la boca, también le dijo que quería vestirse de mujer.
-No, no. Vo soi muy feo y te van a cachar -le respondió Timoteo.
Pero Peña le dobló la mano y terminó convirtiéndose en la exitosa Loca de la Cartera.
-Don René, ¿por qué la gente sigue prefiriendo el circo Timoteo después de tantos años?
-Porque aquí todos lo pasan bien y se matan de la risa durante las tres horas que dura el espectáculo.
"No me gusta que dos hombres anden de la mano o se anden besando delante de los niños. Esas cosas se hacen en privado. Cuando yo empecé, esto (homosexualidad) era delicado. Ahora como que todo se desbandó".
"Al principio éramos muy pobres. Vivíamos en carpa y para los inviernos teníamos que hacer canaletas para que el agua de la lluvia no entrara. En Valparaíso varias veces se nos volaban las carpas".
