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El gran dolor que marcó la vida de Arturo Peña, la "Loca de la Cartera" del circo Timoteo

El artista, uno de los más famosos del show, aún se emociona al recordar la muerte de su madre. "Me hubiese gustado que me viera en la televisión y en los diarios", confiesa.
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Arturo Peña Solís nació -según propia confesión- hace 57 años en Peumo, en la Sexta Región. Y cuando tenía ocho, se mudó con sus padres y sus nueve hermanos a La Esperanza, un pueblito rural cercano a Las Cabras, en la misma región.

Todavía era un niño cuando su padre lo obligaba a trabajar junto a él en la agricultura. "Nunca me gustó el trabajo en el campo. Era muy pesado y había que estar todo el día abajo del sol. Eso no era para mí", confiesa el hombre detrás de la "Loca de la Cartera", uno de los personajes más conocidos y famosos del circo Timoteo, que por estos días está en el estadio Municipal de San Antonio.

Por eso, cuando el circo Timoteo llegó a La Esperanza, Arturo Peña, que en ese entonces tenía 15 años, vio en esa carpa la posibilidad de escapar para siempre de la sacrificada vida del campo. "Yo no sabía nada de circo, pero me fui a ofrecer para trabajar. Timoteo (René Valdés, uno de los dueños) me abrió las puertas y me dijo que me fuera con ellos".

Era enero de 1972. Arturo fue donde su madre, Lucy Mercedes Solís, y le dijo que no quería estar más en el campo y que se iría con el circo. Ella no lo tomó de muy buena manera, pero lo aceptó. Arturo estuvo en el Timoteo los tres días que permaneció en La Esperanza y luego se fue con todo el elenco.

"En ese tiempo el circo era bien pobre y había que hacer de todo. Yo era como un obrero más", rememora.

Como buen hombre de campo, Arturo era un tipo humilde, reservado y hasta un poco introvertido. En los seis primeros meses en el circo sacó más personalidad que en sus 15 años en el campo.

su primer número

El 28 de enero de 1972, tres días después de ingresar al Timoteo, Arturo debutó como artista. Estaban en Pichidegua y su número consistía en lanzar fuego por la boca. "Me quemé varias veces tratando de aprender, pero el debut fue muy bueno. La gente me aplaudió muchísimo".

Arturo no se quedó ahí y muy pronto se transformó en "Ricardo da Silva", un cotizado malabarista. A principios de los "80 aceptó ofertas de otros circos y viajó por Argentina, Perú, Bolivia, Ecuador y Uruguay presentando su show. Incluso estuvo en el Frankfurt, uno de los circos más grandes y famosos de la época.

En el "87 volvió a su "casa", el circo Timoteo, cuyo show todavía era absolutamente blanco y tradicional.

Y cinco años después, por esas casualidades de la vida, "nació" el personaje que lo ha hecho conocido en todo Chile. Estaban en Gómez Carreño, una población bien popular de Viña del Mar, y la carpa multicolor estaba atiborrada de público.

Poco antes de iniciarse la función, los dueños se enteraron que se había enfermado una de las bailarinas más cotizadas del show. Entonces recurrieron a un "colita" que tenía un físico de mujer para que hiciera el reemplazo. Lo vistieron como bailarina y dejó la crema. El público lo pedía una y otra vez.

qué voy a hacer si no sé bailar.

Entonces el dueño le pidió a Arturo que hiciera la misma gracia. "Yo al principio no quería. Decía qué voy a hacer si no sé bailar. Pero al final acepté como una humorada", cuenta sobre aquel inolvidable momento.

René Valdés, Timoteo, le dijo que corriera por la galería y le pasó un bidón de plástico por si alguien se quería pasar de listo y le daba un agarrón. Pero después pensaron que el golpe podía ser muy fuerte, así que optaron por una cartera. Al primer agarrón, le pegó el primer carterazo al atrevido varón. Así, señoras y señores, vino al mundo la popular Loca de la Cartera.

"Realmente fue inolvidable, porque quedó la escoba. La gente se moría de la risa y me pedía una y otra vez. Tuve que salir cinco veces en la función y al otro día ya todos comentaban que había una "Loca de la Cartera" en el Timoteo", recuerda.

sus dos caras

Son las 11 de la mañana y Arturo está sentado en una de las sillas del palco del Timoteo. Viste zapatillas deportivas, un jeans prelavado y una camisa cuadrillé abierta hasta el pecho, donde lleva una gargantilla de oro, su metal favorito. Tiene el pelo negro y crespo, a lo Pipo Gorosito. En su mano izquierda luce cinco anillos. Parece un hombre común y corriente de no ser por los pequeños aros de oro, con piedras rojas en el centro, que lleva en ambas orejas.

"Yo soy gay, pero sólo me visto de mujer para los show. En todo caso como hombre siempre he tenido buena llegada con las mujeres. Cuando estuve en el extranjero pinché con hartas, pero con ninguna concreté nada en todo caso", aclara para no dejar dudas. Para las nuevas generaciones, habría que explicar que el "pinchar" es un como "cambio de luces", una mirada seductora.

-¿Cómo tomó su familia el tema de su homosexualidad?

-Nunca lo hablamos abiertamente, porque antes era distinto. Una hermana sí se dio cuenta y me apoyó.

-¿Ni siquiera lo habló con su madre?

-No, ella nunca me preguntó ni me cuestionó nada, aunque después, con el tiempo, ella sí se dio cuenta, pero siempre estuvo conmigo. Yo, en todo caso, siempre fui muy reservado. Nunca llevé una pareja a dormir a la casa, por ejemplo.

Lucy de las Mercedes Solís, su madre, se convirtió en el tesoro más importante de toda su vida. "Cada vez que podía me la traía al circo. Una vez estuvo un mes entero viviendo conmigo aquí. Y cuando se iba, la mandaba llena de bolsas y regalos para el campo. Gracias a Dios siempre he sido ordenado y la pude ayudar económicamente", dice Arturo, emocionado hasta las lágrimas.

Y es que aún no se puede sacar del corazón su pena más grande. Hace 17 años, mientras el Timoteo andaba de gira por Iquique, Lucy Solís cayó gravemente enferma, aquejada por un cáncer estomacal.

Desesperado, Arturo, que en esa época ya era la Loca de la Cartera, tomó un avión y se vino a acompañarla. "Estuve nueve días con ella en la casa del campo. Me devolví y apenas llegué a Iquique, me avisaron que mi mamita había fallecido. Cuando volví, la encontré adentro de un cajón".

-¿Es la tristeza más grande que le ha dado la vida?

-Sí, porque ella era todo para mí. Bajé 10 kilos en un mes. Me hubiese gustado que me viera en la televisión, como cuando salí en el programa del Rafa Araneda "Sin Prejuicios", o en los diarios. Eso me duele. Pero me queda la satisfacción de que siempre le dije que la amaba, porque las cosas hay que decirlas en vida, después no sirve de nada.

-Al margen de ese hecho, ¿cómo ha sido su vida en el circo?

-Aquí he sido inmensamente feliz, porque he cumplido todas mis metas. Ahora estoy preparando un nuevo número, porque quiero empezar a cantar. Y sé que lo voy a hacer bien. Mi mayor satisfacción es que nunca he recibido una pifia en el escenario, sólo aplausos.

-¿Por qué la gente quiere tanto a la Loca de la Cartera?

-Porque la gente se ríe mucho cuando me pongo a correr por la galería, o cuando me siento arriba de algún caballero. Las mujeres son las que más gozan. A pesar de que el show dura cinco minutos, la gente siempre pide más, igual que la primera vez.

-¿Ha sentido discriminación por tu condición sexual?

-Nunca, ni de mi familia ni de la gente en la calle. Siempre me han tratado con mucho respeto, aunque eso no implica que algunas personas hablen por la espalda y te traten de maricón.

-¿Y con su padre nunca tuvo problemas?

-Con él, que aún está vivo, tuve un alejamiento, pero nunca me retó.

-No, ahora estoy sólo. Tuve una pareja durante 17 años, pero ya se acabó. Todo terminó de buena manera en todo caso. Yo soy de relaciones serias, no soy promiscuo.

-¿Alguna anécdota en estos casi 40 años de carrera artística?

-Estábamos en el régimen militar y una noche yo estaba durmiendo en un camarín y llegaron los marinos en busca de armas. Venían mimetizados, se les veían solamente los ojos. Yo estaba en puros calzoncillos y me dieron vuelta todo, hasta la cama que era de puras tablas. Obviamente no encontraron nada.

-¿Hasta cuándo seguirá haciendo reír la Loca de la Cartera?

-Antes yo decía que iba a trabajar hasta los 50, y cuando los cumplí, dije hasta los 60, pero yo creo que voy a morir en el circo, aunque sea cortando las entradas. Tengo una casa en el campo con mi hermana, pero aquí está mi vida.

"Fue inolvidable, porque quedó la escoba. La gente se moría de la risa y me pedía una y otra vez. Tuve que salir cinco veces en la función y al otro día ya todos comentaban que había una 'Loca de la Cartera' en el Timoteo".

"Soy gay, pero sólo me visto de mujer para los show. En todo caso como hombre siempre he tenido buena llegada con las mujeres. Cuando estuve en el extranjero pinché con hartas, pero con ninguna concreté nada en todo caso".

"La gente se ríe mucho cuando me pongo a correr por la galería, o cuando me siento arriba de algún caballero. Las mujeres son las que más gozan. A pesar de que el show dura cinco minutos, la gente siempre pide más, igual que la primera vez".

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