Una escuela donde no existen los uniformes ni las clases tradicionales
Enseñar jugando y cautivar a los niños con nuevas estrategias de aprendizaje, ha hecho que amen aprender.
Lorenzo Andrés Vega González tiene 11 años y hace tres cambió su forma de educarse. Ya nunca más usó uniforme y comprendió que aprender podía ser mucho más divertido cuando se hace jugando y buscando nuevas alternativas.
"Nunca pensé que aprender me iba a gustar, porque me sacaba buenas notas y todo, pero no me gustaba ir al colegio, en cambio esta escuela es bacán", comenta.
Este niño que vive en El Quisco dejó su establecimiento educacional tradicional cuando sus padres supieron que un par de profesores de Isla Negra podían prepararlos académicamente y de una forma más personalizada, sin necesidad de asistir a un colegio. Él era docente en matemáticas y ella de lenguaje.
La consulta que hicieron un par de apoderados en la Dirección Provincial de Educación fue fundamental. "Los chicos podían rendir exámenes libres para pasar de curso".
Bajo esta modalidad, una pareja de profesores que llevaba más de 20 años de docencia apostaron por aplicar sus conocimientos en este pequeño grupo de niños. "Cuando se presentaron estas mamás a solicitarnos que les hiciéramos clases a sus hijos, pensamos que en la Provincial nos iban a decir que no se podía, pero nos dieron toda la orientación al respecto y nos dijeron que sí podíamos hacerlo", comenta Noemí Baeza, la docente que hoy es la directora de la Escuela Abierta Índigo .
El innovador concepto de educación que imparten estos profesores, utiliza el arte como un instrumento pedagógico mediador de los aprendizajes, que pretende buscar el desarrollo integral de los niños, potencializando sus capacidades para la expresión creadora y la acción solidaria frente a su entorno y la sociedad.
"Sistematizamos todo lo que habíamos hecho como docentes y ya que yo además soy terapeuta en biomagnetismo y reiki, quisimos complementar todos estos conocimientos con lo que mi marido hace como luthier, ceramista y escultor", agrega Noemí.
Pero no sólo se trataba del trabajo de estos profesores. A la iniciativa se sumó la participación y el compromiso de los padres y apoderados de los niños, que también se involucran en la preparación de sus hijos.
"Una mamá hacía teatro, otra tía hacía yoga, otra cocina, computación y el grupo surgió espontáneamente en forma ideal, muy completa", indica la docente.
propiedad privada, prohibido ingresar
Fueron los mismos niños los que se autodenominaron "Índigo" y ellos quisieron que su escuela fuera "abierta". "En una caminata lectora que hicimos por Isla Negra estaban cansados de leer en una y otra parte propiedad privada, prohibido ingresar, por eso un día ellos concluyeron que su escuela debía ser propiedad de todos y que todos podían entrar", resume.
"Lumnos"
Uno de los conceptos que Lorenzo hace diferenciar siempre y que habla de su escuela es que ellos no son alumnos. "A significa sin y lumnos luz, y nosotros somos luz, por eso preferimos que nos llamen lumnos", dice Lorenzo. Además está muy motivado con el deporte, ya que está convencido que será un gran futbolista y va a su colegio vestido como tal, pero dice "igual voy a estudiar Ingeniería Comercial, una cosa no quita la otra."
"Lo fundamental es que acá nos gusta aprender, no es como los otros colegios que te tienes que sentar a escribir miles de palabras que después no las entiendes. Acá te enseñan jugando y es mucho más entretenido. Es genial como nos enseñan música, pintura y artes".
-Venir sin uniforme, practicar yoga, comenzar con la sesión de relajación en la mañana y comunicarnos con la energía de la tierra.
-Yo llego a mi colegio a las nueve de la mañana y subo a mi sala a dejar mi mochila; la lonchera a la cocina y luego bajo al salón a hacer un momento de relajación, donde nos saludamos todos y contamos cómo amanecimos. Hacemos ejercicios de respiración y le pedimos energía a la tierra para quienes lo necesitan. Después nos vamos a la clase en la sala y mientras aprendemos si queremos nos podemos parar.
-En historia, por ejemplo, escribimos el título del tema que nos comenta el profesor y sólo escribimos lo más importante de los contenidos, lo demás todo queda en nuestra cabeza.
-El tema de los cuadernos es más relajado, porque no me van a mandar a la inspectoría por no traerlo. Yo manejo sólo dos cuadernos, uno que comparto con lenguaje e inglés, y otro para ciencias e historia, porque también los relaciono".
Los talleres de Telar, de Cultura Mapuche, Aymara, Conciencia Ambiental, Manos de Barro son atractivas estrategias de enseñanza tanto para los niños como para sus padres que también son incluidos en los procesos de aprendizaje.
Exámenes libres
El primer año que Lorenzo se enfrentó a dar exámenes libres ante el Ministerio de Educación fue uno de los momentos que más recuerda de su proceso educativo. "Yo estaba muy nervioso, no tenía idea cómo me iba a ir o qué me preguntarían. Llevé el estuche con mis lápices y me dejaron ingresar sólo con el lápiz y la goma, porque pensaban que podíamos llevar algún torpedo. Y al final las pruebas eran demasiado fáciles, sabía todo, porque los profes me habían enseñado bien", revela.
La segunda vez que rindió estos exámenes, cuando se presentó para pasar a sexto básico, su disposición fue mucho más relajada, aunque confiesa que "la prueba de historia fue demasiado larga", pero que este año también confiará en lo que aprendió en su querida escuela.
living
Sólo con el entusiasmo de los padres y la voluntad de los profesores comenzó esta escuela. Su inversión más valiosa se concentraba en los aprendizajes que querían transmitir a los niños.
Lorenzo cuenta que durante el primer año de esta escuela su hermana iba en segundo y él estaba en cuarto básico, así que a ella la ubicaban en el comedor, a los seis restantes los acomodaban en el living de la casa de los profesores en Isla Negra.
"tienen que aprender a comportarse bien",
"Éramos 7 niños en la casa de los profesores en Isla Negra. Yo me retiré del colegio en el que estaba en el segundo semestre y el cambio fue radical. Lo que menos me gustaba del colegio tradicional era usar uniforme y que las profesoras pasaban gritando: "tienen que aprender a comportarse bien", decían.
-¿Y acá no hay gritos?
-Hay días en que estamos todos muy buenos para hablar y nos hacen callar, pero de una forma mucho menos desagradable. En esos momentos en que hasta yo los haría callar.
"Mi colegio es totalmente diferente a los colegios normales. Es mucho más artístico, se siente bacán venir, porque los tíos te tratan bien, no tienes que formarte , ni usar el uniforme y toda la lata de los otros colegios. Hoy me siento orgulloso de ver cómo hemos crecido. Tenemos una tremenda casona", señala.
En su tercer año de vida la Escuela abierta Índigo se ubica en la Calle de La Luna en El Quisco y cuenta con una matrícula de cerca de 50 niños. Las salas de clases se dividen en dos niveles por curso, por ejemplo primero y segundo básico comparten las mismas actividades con un tratamiento distinto por nivel.
Los estudiantes seguirán durante este año con el sistema de exámenes libres, aunque los profesores a cargo están en trámites de formalizar una organización con personalidad jurídica, que les permita formalizarse como establecimiento educacional reconocido por el Estado.
"Nunca pensé que aprender me iba a gustar, porque me sacaba buenas notas y todo, pero no me gustaba ir al colegio".
