Los procedimientos que marcaron al sanantonino mejor carabinero de Chile
Manuel Landeros Santibáñez fue condecorado como el mejor funcionario operativo de la institución policial. En su carrera ha pasado por pruebas duras, pero también por alegrías.
Un joven levanta las manos desesperado pidiendo ayuda a gritos. Está a unos 400 metros de la orilla en la playa de San Sebastián. Mueve los brazos tratando de mantenerse a flote. Se hunde y vuelve a salir. Rápidamente sus fuerzas lo están abandonando. El hombre pelea por su vida y enfrenta las fuertes corrientes que hacen de esa playa una de las más peligrosas del Litoral Central.
Pareciera que su suerte está echada. Sus amigos -todos venidos de Santiago- miran la escena desesperados desde la orilla. La impotencia los abruma, nadie puede hacer nada.
Los primeros en llegar a la escena de la emergencia son funcionarios de Carabineros de Cartagena. Rápidamente se encuentran con un panorama terrible.
Familiares y amigos les exigían que hicieran algo, que rescataran al joven, que por Dios hicieran algo.
Los carabineros se miraron. La situación era complicada, difícil, extrema. De vida o muerte. No sólo para el muchacho que perdía las esperanzas, sino para ellos.
El cabo Manuel Landeros Santibáñez (32) no lo pensó más. Se quitó los zapatos, arrojó su equipo a un costado y cedió su armamento a sus compañeros de labores. Miró al mar, miró las caras de desesperación de los amigos del muchacho que se ahogaba y no lo dudó: se lanzó a las frías aguas.
Manuel, como buen sanantonino, había recorrido las playas del Litoral Central desde pequeño. Con familiares o con amigos conoció los distintos parajes de esta costa. Aprendió de las zonas aptas para el baño y también de las zonas más peligrosas, de las corrientes y pozones.
El cabo se había destacado durante el desempeño de sus funciones como un carabinero dispuesto a todo con tal de servir. Había enfrentado a los más variados delincuentes. No sólo de Cartagena, sino también de Calama, su primera destinación.
En el norte desértico aprendió el temple del servicio como carabinero, guiado por su tutor, el suboficial Pedro Aravena Parra. Como "chiporro" tenía que aprender de la calle, del trato con las personas, de enfrentar situaciones límites y también a lidiar con la tragedia, el dolor y la angustia de quienes sufren una emergencia.
El suboficial Aravena lo adoctrinó en la difícil acción de guardarse las emociones ante las personas a quienes debe ayudar. A reprimir esa angustia que al joven Manuel Landeros le afloraba cada vez que veía a víctimas de un grave accidente de tránsito, un incendio o un baleo.
Por eso, cuando vio a ese hombre que se ahogaba, pensó que por algo se había hecho carabinero. "Si nosotros no hacemos algo en este momento, quién lo hará", se preguntó.
El cabo Landeros está en el agua. Braceó lo más rápido que pudo, llegó donde estaba la víctima. Lo pilló boca abajo, lo giró, le dio respiración y comprobó que tenía pulso.
No había llegado tarde.
Tomó al hombre por un brazo y emprendió el largo regreso. Unos 400 metros lo separaban de la orilla. Las olas no tuvieron piedad con ellos. Los golpearon una y otra vez.
"Pensé lo peor. A veces el hombre se me soltaba, se hundía una y otra vez. No lo podía sostener. Estaba tan agotado, había tragado mucha agua que por un momento pensé que yo también podría morir ahogado. Di mi último esfuerzo, lo tomé de una mano y saqué fuerzas de donde no tenía para llegar a la orilla", dice.
En la arena fue recibido de inmediato por los amigos de la víctima, lo subieron a una ambulancia y lo llevaron a un centro asistencial de Cartagena. Detrás y aún mojado, iba el cabo Landeros.
En el consultorio se hicieron las labores de reanimación del joven, pero el hilo de vida que le quedaba se cortó rápidamente. Falleció en medio del dolor y los gritos desgarradores de su familia.
A un costado estaba el cabo Landeros. Llorando.
"No podía contener las lágrimas. Si sólo hubiera llegado cinco minutos antes, si hubiera nadado más rápido, si no se me hubiera soltado las cosas serían distintas", se recrimina como si el dolor no lo dejara seguir.
-Sí. Hasta el día de hoy, pese a que han pasado más de 5 años, me siento culpable.
-¿Qué le dijo la familia?
-Me agradecieron, me dijeron que hice lo que pude y que gracias a mí tendrían un cuerpo que velar y enterrar. Pero yo no puedo olvidarlo. Qué hubiera pasado si la víctima hubiera sido mi hermana, o mi papá u otro familiar más cercano. ¿Habría nadado más rápido? ¿habría dado hasta lo último?
El cabo Manuel Landeros aprendió que la vida de un carabinero es difícil. Siendo un egresado de la Escuela de Formación Policial en la promoción 2004-2005 llegó a Calama. Fue difícil, más aún para un sanantonino que nunca había salido del Litoral Central.
Ver el sufrimiento y la desesperación de las personas que acuden a un carabinero en busca de ayuda lo desarma. Reconoce que siempre se hace complicado atender emergencias donde hay menores de edad involucrados. "Me tocó en Calama. Una madre llegó llorando porque su guagua de 5 meses no respiraba. Me encontré de pronto con la guagua en los brazos y sin saber qué hacer -comenta-. Estaba asustado, lo reconozco. Tenía que hacer algo, la madre me lo pedía a gritos. Recordé lo que me enseñaron en la escuela. Le hice reanimación al bebé mientras íbamos al hospital. Se la entregamos al doctor y nos quedamos esperando afuera de los boxes de emergencia. Allí nos dijeron que el menor respiró, que estaba mejor y que si yo no hubiera practicado esa reanimación, no hubiera sobrevivido. La madre lloraba de felicidad. Y yo también".
-¿No hay recriminaciones por llorar?
-No. Sólo que no lo hagamos en público. Los carabineros están para ayudar, para actuar ante las emergencias, pero somos personas. En privado uno deja escapar las emociones y no somos menos valientes por ello. Sacar las cargas emocionales es fuerte.
El mejor de Chile
El cabo Landeros, estuvo cuatro años en Calama y lleva seis en Cartagena. Ha participado en persecuciones policiales, patrullajes preventivos en diferentes rutas y calles del Litoral Central, logrando con ello la recuperación de vehículos robados y la detención de los autores del ilícito. Ha encabezado procedimientos investigativos por robos, por tráfico de drogas, además de incautar y recuperar armas de fuego empleadas en delitos.
Por estas y otras razones el cabo Manuel Landeros Santibáñez fue elegido como el mejor carabinero operativo a nivel nacional. Este sanantonino nacido en el sector de la Viuda X, es el mejor de entre 45 mil funcionarios a nivel nacional. De ahí su orgullo.
La premiación se llevó a efecto en la Escuela de Carabineros General Carlos Ibáñez del Campo, siendo presidida por el general director de Carabineros Gustavo González Jure.
Allí en medio de sus compañeros de labores, familiares y amigos, recibió la máxima condecoración entregada por la institución policial: la medalla de honor.
Manuel Landeros se muestra agradecido de sus padres, de su familia y de sus compañeros de trabajo. Resalta que este premio no se debe a lo que él haya hecho solo, sino que a una labor de equipo, muchas veces desconocido. "Agradezco a los jefes y a los compañeros de la guardia. A ellos no se les reconoce de la misma manera. Muchas veces son la primera etapa del procedimiento y eso es clave. Con su información nosotros sólo tenemos que actuar", comenta.
Manuel Landeros es un carabinero orgulloso, pero también una persona feliz con lo que hace. Cuando dejó su casa para iniciar su formación policial, se propuso ser el mejor y lo logró.
Pero hay algo importante en su vida y es que no toda la labor policial tiene que ver con dramas. Hay momentos felices que hacen que todo el riesgo que corren valga la pena. "Cuando atendemos a una mujer embarazada, cuando salvamos a alguien, cuando las personas de corazón te dan las gracias, es el momento en que me siente pagado. Cuando veo los niños que nos saludan, me siento dichoso. Me doy mi tiempo y los saludo. Cada vez que veo un niño o una niña veo a mi hija reflejada en ellos", relata.
-Manuel ¿qué pasaría si su hija quiere ingresar a Carabineros?
"papá, tú eres el mejor carabinero
Piensa un buen rato. Se toma su tiempo y dice: "La apoyaría. Esta es una labor difícil, pero también es hermosa. Mi hija me dice "papá, tú eres el mejor carabinero" y yo, a veces, me lo creo".
