Recuerdos e historias de cine en San Antonio
FOTO ZAMORA
Aunque las nuevas generaciones no lo puedan creer, hubo un tiempo en que en San Antonio había tres cines. Y en ciertos años, cuatro.
Así es. Esta el cine Rex de Llolleo, el Moderno de Barrancas y el Victoria que se ubicaba en Pedro Montt, donde hoy existe un sitio eriazo a un costado de un supermercado. Luego en Centenario estuvo el cine Cervantes.
Tres cines para una población mucho más reducida de la que actualmente tiene la comuna de San Antonio. Entonces vale la pena preguntarse ¿cómo es posible que en pleno siglo XXI esta ciudad no cuente con una sola sala?
Los más cercanos al séptimo arte ven con frustración esta realidad; mientras que los que de vez en cuanto asisten a una sala deben hacer el esfuerzo de trasladarse a Santiago, Valparaíso o Melipilla. Si Ud. tiene familia la gracia le sale bastante cara.
La comunidad organizada participa del grupo de Facebook 'Un cine para San Antonio' que en la actualidad cuenta con 1.753 miembros que se unieron para hablar sobre el tema, informar de la opción de ver películas en San Antonio y llamar la atención sobre la necesidad de contar con este servicio, pero después de un tiempo muy poco se ha hecho al respecto.
Cuando surgió la posibilidad de que en nuestra ciudad se instalara un mall, muchos tuvieron la expectativa que el centro comercial contara con una sala de cine, pero dicha opción se diluyó en el tiempo.
Los recuerdos de la 'época dorada' del cine en San Antonio aún se mantienen vivos en aquellos que tienen -por lo general- más de 30 años. ¿Quién no tuvo un panorama de verano en una de aquellas salas? ¿Quién no tuvo como premio una invitación dominical a ver una película? ¿Quién no fumó o se tomó su copete a la mala en el cine?
Marcelo Báez hoy recuerda con cariño aquella época del Rex de Llolleo. De hecho, desde muy niño se relacionó con el cine por cuanto su padre Mario Báez fue por largos años el encargado de la mantención de la sala del cine llolleíno. Así, Marcelo conoció cada rincón de ese establecimiento ubicado en calle Providencia, supo de las parejas de pololos que allí afianzaron su amor, de clientes habituales que eran capaces de estar 9 horas viendo la pantalla gigante o tuvo que -en más de una ocasión- ser el malo de la película cuando tuvo que exigir a algunos revoltosos que se fueran del recinto.
Son las historias menos conocidas del cine Rex.
'San Antonio tuvo cine por mucho tiempo. Era una entretención para las personas que no teníamos otra opción aquí. No había qué más hacer para entretenerse. Yo trabajé como acomodador, vendía helados, me ganaba mis propinas y me hacía buen dinero. Estaba feliz, fue una linda época para mí y creo que también para la ciudad. Cuando había buenas películas y estrenos, el cine se llenaba. Hubo ocasiones en que la cola para entrar daba la vuelta por Echaurren', dice.
Marcelo es un sanantonino que tiene un carácter especial. Es de palabra fácil y de sonrisa habitual. Por eso se hizo muy conocido por quienes acudían al teatro. Hasta el día de hoy, cuando el cine dejó de funcionar hace muchos años, hay personas que lo recuerdan. 'Me dice: a Ud. parece que lo he visto en otro lado. Le cuento que trabajé en el cine y ahí se recuerdan de aquellos años. Yo no los conozco, pero ellos a mí sí', relata.
Recuerda la vez en que se estrenó 'El boxeador chino' una película de artes marciales y también 'La guerra de las galaxias'. El público llegaba en masa. Lo mismo sucedió con algunos western clásicos. Esos tenían una venta asegurada en matiné o noche.
-Ok.
-Sí, en bicicleta o en colectivo en lo que fuera. Con lluvia o con frío. Varias veces me tocó a mí hacer esa pega. Como las películas venían en tres rollos, al término del primero partía a dejarlo a Barrancas. Y así con los siguientes.
-Uhh, ahí quedaba la grande. A veces las funciones quedaban a medias y las personas se ponían a gritar, a tirar sus garabatos a patear el piso. Jajaja. Se armaba el medio desorden. Pero en esas ocasiones, que eran las menos, salía el Caliche a escena.
-La gente hacía palmas y gritaba ¡¡Caliche!!, ¡¡Caliche!!, ¡¡Caliche!!. Y bueno, ellos, el Víctor o José Antonio, salían a bailar, a cantar o a hacer cualquier travesura. A la gente le gustaba. Es que quién en San Antonio no los conoce. Tienen sus cosas, pero hay que reconocer que con nosotros siempre fueron serviciales, respetuosos y simpáticos. Esos sí que son unos personajes de la ciudad.
-No. En un comienzo el cine Rex tenía muy buenas acomodaciones. Si hasta caldera tenía. La sala estaba calentita en invierno. Había mucha gente que estaba toda la tarde ahí. Quizás al final el cine se vino un poco abajo, porque ya no era negocio y porque no se hicieron las inversiones para mejorarlo y modernizarlo, pero hubo un tiempo en que era muy bueno. Yo ayudaba a prender la caldera. Ahí estaba con la pala en mano para echarle el carbón.
-No, no hubo problemas importantes. A veces hubo discusiones con personas, pero eran porque se ponían porfiados. Cuando dábamos conciertos de rock, de Led Zeppelin o Pink Floyd, había grupos que se iban a la marquesina a tomar y a fumar, lo que estaba prohibido. Ahí llamábamos a Carabineros nomás. No nos hacíamos problemas.
-Uh, había de todo. Me tocó encontrar a varias parejas demasiado cariñosas por ahí.
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-Jajaja. De todo. A veces estaban en lo oscurito. Pero uno les decía que lo que estaban haciendo no estaba permitido. Que se ubicaran, si la cuestión era un cine poh. Una vez me encontré a una pareja en un baño, estaban en lo mejor, pero lamentablemente les tuve que decir que salieran.
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-También. No faltaba quienes reclamaban que alguno de los asistentes al teatro se sentaban a su lado y empezaban a tirar las manos jajaja. Ocurrió que a veces entraba algún lanza que venía arrancando de la policía.
-Sí poh. Como había harta gente, quizás pensarían que iban a pasar piolitas, pero los encontraban igual.
-Buhh, una serie de cosas. Después se puso medio eroticón, quizás como una forma de atraer público. Cambió el público. Además la entrada del VHS afectó un montón porque la gente veía películas en sus casas. Además, los dueños del establecimiento se fueron agotando con el tema y poco a poco fueron dejando el negocio de lado. Al final no era rentable y vendieron. Así se acabó todo por los años 90.
-Me da pena. ¿Hay un mall y sin cine? Eso no puede ser. Si hasta Melipilla tiene tres salas. Aquí debiera haber una. Para qué vamos a pedir que hayan tres, con una buena basta. Mire, si yo me ganaba un premio grande de la lotería, el Kino o Loto, pongo un cine en San Antonio… El problema es que no juego nunca. J
'En un comienzo
