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La nueva vida de Nelson Roumat después de ganarle tres veces al temible cáncer

lsa

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Nelson Roumat predica en la calle. Canta, alaba al Señor con la fuerza de su garganta, eleva sus manos y oraciones al cielo.

Frente a él y a las demás fieles que entregan el mensaje religioso en una de las calles de la población 30 de Marzo, pasan personas mirando al suelo, hablando por celular, cargando bolsas de la feria o paseando al perro.

Parece que no los vieran, que no los oyeran.

Por instantes, esas señoras que entrecierran los ojos mirando a las nubes, que aprietan la Biblia entre sus manos, parecieran no existir. Lo mismo sucede con los caballeros enfundados en ternos con sus sobrias corbatas.

Pero Roumat, el exalcalde de San Antonio, el exconcejal y quien fuera un exitoso comerciante local, no se desanima; levanta la Biblia al cielo, se la ofrece a ese ser superior que le da fuerzas y continúa con su mensaje.

El grupo de unos 40 fieles de la iglesia Metodista Pentecostal, en medio del cual hay algunos jóvenes y niñas, se acompaña de guitarras para hacer llegar su mensaje.

Pero nadie les pone atención.

Los sanantoninos caminan rápido cuando cruzan frente a ellos, miran hacia otro lado y continúan ensimismados en sus asuntos.

Roumat en su faceta de pastor de la iglesia está preocupado de guiar a sus ovejas, como él llama cariñosamente a sus hermanos en la fe, y continúa. Total, tras las puertas y cortinas de las pequeñas casas de un piso, alguien está escuchando.

'Siempre hay alguien que escucha, siempre hay alguien a quien le llegará el mensaje', dice.

Nelson Roumat hoy tiene otra vida, pero fue conocido como el alcalde de la transición en San Antonio. Fue designado después del regreso a la democracia. Como militante el PPD asumió el desafío de reunir a las voluntades locales para retomar la senda de la normalidad, en un país aún enfrentado por las posiciones políticas y las desconfianzas. Con cautela y muñeca construyó puentes apara el acercamiento de los sectores políticos que concluyó, entre otros hitos, con la conmemoración del 1° de Mayo junto a la CUT, después de largos años. Además, participó en la formación de la Agrupación de Ciudades-Puerto que actualmente tiene como vicepresidente al alcalde Omar vera.

Junto con su faceta de servidor público, marcó una etapa en el comercio sanantonino con su tienda Rimaxel, la que ubicada en Pedro Montt aún es recordada por su eslogan: 'Rimaxel, el gigante que usted ayudó a crecer'. Ahí tuvo un periodo nebuloso que coincidió con el término de la tienda y que por un conflicto de pago de imposiciones, le obligó a ser pasajero por un breve periodo en la cárcel de la ciudad.

Luego de su periodo alcaldicio cumplió tres etapas como concejal bajo la administración de Elidio Soto y Lucía Menares. Roumat pasaba largas horas fuera de su casa, cumpliendo el rol al cual se había encomendado, pero había una luz en su interior que lo hacía sentir que existía algo más allá, una sensación de entregarse más, de un compromiso mayor.

Reconoce que lo pensó bien, que era una idea que le rondaba la cabeza, pero que no llegaba a concretarla. Era como una molesta sensación de vacío que no podía llenar con nada, un sentimiento de abandono por el que decidió entregarse a la fe.

Estaba listo para su nueva vida, una que pronto lo pondría a prueba de la peor manera posible

Hoy Nelson Roumat es el pastor Nelson de la iglesia Metodista Pentecostal de San Antonio. Fue ungido como tal en una ceremonia especial el 2008. Desde aquel instante asumió un compromiso que lo llevó a transformarse en un guía con la misión de hacer crecer la iglesia, profundizar y ampliar el mensaje entre los fieles. Y reconoce que ha tenido éxito pues son más de 200 las personas que participan semana a semana en los cultos y actividades en los diversos templos de la organización religiosa. Es más, está empeñado en aumentar su presencia, es así como pronto espera concretar la apertura de una nueva infraestructura en Villa Miramar, recinto que les permitirá albergar a las diversas actividades y más cantidad de personas.

Nelson Roumat está orgulloso de su fe y de la forma en que ha logrado superar los obstáculos que han aparecido en su vida. Sin duda, los más complicados han sido los últimos meses donde concretó una marca que muy pocos pueden lograr: le ganó al cáncer tres veces.

Cáncer. Esa maldita palabra que a muchos nos pone la piel de gallina. Esa enfermedad que no se nombra. Que cuesta colocarla en las crónicas periodísticas y que nunca nadie, pero nadie en este mundo quiere verla escrita en un papel de diagnóstico.

Nelson Roumat señala que no fue fácil en un comienzo, pero gracias a su fe pudo enfrentar la situación con entereza. 'Cuando recibí el diagnóstico del doctor Téllez pensé de inmediato en mi familia y en mi iglesia. A ellos sería a los primeros que les comunicaría esta noticia. Lo hice sin entrar en rodeos. Me paré al frente y les dije lo que sucedía, y que tal como me habían visto hasta ese entonces, seguiría adelante', señala en el living de su casa en el sector de Villa Italia.

En el living de su hogar hay fotografías de su familia, de encuentros felices. Hay una que llama la atención. Es la de Nelson Roumat y de su esposa Gladys Peña en el día de su boda. Es en blanco y negro y ambos lucen veinteañeros. Lo curioso, es que a un costado hay otra foto donde aparecen en la misma postura, pero con varios años más. Junto a su esposa conforman un matrimonio pastoral feliz con sus cuatro hijos: Roxana, Ada, Omar y Esteban. Y ella lo acompaña en su misión dándole la visión femenina al trabajo.

Por varios lugares de la cómoda residencia hay cuadros con mensajes religiosos. Son líneas que invitan a un análisis interior y a orar antes de comenzar el día. Quizás también de allí Roumat saca su fuerza. 'El doctor me dijo que tenía un cáncer colorrectal en su tercera etapa. La más grave. Pero sinceramente, me dio tranquilidad porque la muerte es parte de la vida también. Al tiempo, me encontraron cáncer en el hígado. En la operación me extirparon un tumor de 3 centímetros. Cuando pensaba que todo había pasado, nuevamente me detectan la enfermedad', cuenta.

-Hoy puedo decir que lo hice apoyado en tres factores: el poder de Dios, la ciencia médica y mi forma de enfrentar la vida. Me practicaron tres operaciones, 24 sesiones de quimio y radioterapia y no se me cayó ni el pelo. Recuerdo que una vez fui a la municipalidad y me encontré con unos amigos que supieron que tenía cáncer. Me vieron tal cual estoy ahora y abrieron unos tremendos ojos sorprendidos. Les dije: 'momentito, tranquilos, no los vengo a penar ni soy un espíritu. Soy yo nomás, jajaja'.

-Mire en el hospital Carlos van Buren (de Valparaíso) donde me hice las quimioterapias vi muchos pacientes angustiados, mustios. Eso también influye. Pero en mi caso fue distinto. En mí hay un ejemplo de lo que puede hacer la medicina, pero la voluntad de Dios me ha favorecido también. El médico me dijo que ayudé mucho con mi actitud. Para mí no es este cuerpo lo importante, sino la vida eterna.

-De acuerdo a la última biopsia el cáncer no está. Quizás por ahora, pero no está.

-Sí. Mi labor pastoral es mi vocación. Estoy 24 horas al servicio de la gente. Uno deja de lado muchas cosas, tiene que ser un ejemplo para tener dedicación exclusiva a esto.

-Seguiré. Como un pastor. Hay un ejemplo muy claro de esto. En Occidente el pastor de ovejas va tras el rebaño arreándolas. Yo quiero ser como el pastor de Oriente que va delante del grupo, abriendo camino. Y sí, continuaré saliendo a la calle. Si uno quiere que la congregación lo siga tiene que practicar lo que dice.

-No. Yo simplemente quiero ser el pastor Roumat. J

'Siempre hay

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