Víctor Mario Ponce toma los bastones ortopédicos y camina con dificultad hacia la silla de ruedas.
Se sienta, se acomoda y dice: 'Nunca pensé que iba estar algún día en una silla de ruedas. También pensaba que caminar con estos bastones era más fácil, pero me equivoqué'.
Víctor Mario Ponce, más conocido en las canchas de fútbol de San Antonio como Mariote, se recupera en su casa de calle Alfonso XIII de la fractura de tibia y peroné que sufrió hace un par de semanas jugando por su club ante la Viuda X.
Se trata de la primera lesión de gravedad que este goleador seniors ha sufrido en su carrera y parece ser que puede ser la última. Porque Mariote confiesa que quiere dejar el fútbol. Pese a que en ello se le vaya parte de su vida, una pasión con el balón y las redes que comenzó cuando tenía 12 años. 'Nunca pensé llegar a estar así. Para mí el fútbol siempre ha sido para compartir, para pasarlo bien', dice con algo de amargura aunque reconoce que no ha tenido tiempo para deprimirse; es más, no se lo permite.
-Estaba jugando por Cerro Alegre contra la Viuda X en el Olegario Henríquez. Había un jugador de apellido Pino que me dijo que me iba a pegar. No entendía el porqué, ya que yo nunca había tenido problemas con otros jugadores. La cosa es que en una acción me golpeó y le mostraron tarjeta amarilla. Después me llega un paso y alcanzo a ver que este jugador me barre por detrás. Fue fuerte, me llegó a levantar. Al caer, sentí el golpe en mi pierna.
-¿Fue el dolor?
-No lo sentí tan fuerte porque estaba caliente, pero el ruido me dejó en claro que me había quebrado. Traté de apoyar el pie, pero no pude hacer nada. Llamé a mi hijo y me llevó donde la señora Nelly. Me revisó y me dijo que me fuera al hospital. Ella no me quería decir, pero sabía que estaba fracturado.
-Me hicieron los exámenes, me enyesaron y a los días me operaron. Tengo unos tornillos que me afirman los huesos de la tibia y peroné.
-Imagínese. A estas alturas tener una fractura como esta no es algo sencillo. No me había pasado nunca.
-Pensé en mi familia y después en el trabajo. Es que uno piensa en qué va a pasar en la pega. Cómo me las voy a arreglar. Gracias Dios me entendieron y me dieron las facilidades para recuperarme. Esto no es sencillo porque a esta edad hay más cosas en juego y quizás el jugador que me golpeó no pensó en eso. A nuestra edad uno no se recupera tan fácilmente. Todo cuesta más. Además, hay una familia que depende de uno.
-Ahora no. Lo que pasa es que no entiendo cómo pudo hacer algo como esto. No había necesidad. El fútbol entre seniors es para compartir, para entretenerse, no para golpear. Lo que sí me duele es que nunca me ofreció una disculpa o preguntó cómo estaba. Eso no se hace. A estas alturas ya no las necesito.
-Eso sí y quiero agradecer a la gente de la liga que me apoyó, a los dirigentes de Cerro Alegre, a los trabajadores del hospital Claudio Vicuña. A la señora Isolina Muñoz que me prestó la silla de ruedas. Y a todas las personas que colaboraron en un bingo a beneficio que me organizaron. Hay personas como la señora Doris y la señora Pilar que ayudaron sin pedir nada a cambio. J