En alerta se encuentra l Museo Municipal de Ciencias Naturales y Arqueología de San Antonio luego de la denuncia que se realizó en el museo de Iquique, donde un niño de 13 años fue sorprendido robando un arma de la Guerra del Pacífico. Esto se suma a la publicación de un reciente estudio norteamericano que sindica a los museos como uno de los lugares de predilección para robos y que generalmente éstos son protagonizados por voluntarios y amigos de las instituciones.
Alrededor de diez piezas de gran importancia patrimonial han sido sustraídas del museo local en el transcurso de los últimos 22 años. El valor monetario de estas piezas puede ser millonario, pero sólo se maneja el mercado negro, ya que su comercialización está penada por la Ley.
'Pese a que la mayoría de los voluntarios son muy importantes y valiosos para este trabajo, nos hemos dado cuenta que en el transcurso del tiempo han sido justamente algunos de ellos quienes han hecho estos robos. A varios los hemos sorprendido y los hemos desvinculado de la institución', denunció José Luis Brito, conservador del museo.
Brito revela que el estudio norteamericano 'demuestra lo mismo que nosotros hemos detectado' detallando que se trata de gente especializada en el tema de riquezas arqueológicas que se dedican a este tipo de delitos.
'Hay muchos de estos robos que han sido denunciados y manejamos sospechosos, pero hay otras piezas que posteriormente en las revisiones de las colecciones nos dimos cuenta que faltaban', comentó el experto.
Dentro de los principales artículos robados al museo de San Antonio figuran 10 libros de mamíferos marinos y de aves entre otros. Un charango con piel de quirquincho, robado en 2006, un teodolito (herramienta topográfica) robado en el 2008, un diente de tiburón Megalodon robado en 1999 evaluado en el mercado negro sobre un millón de pesos, un molar de mastodonte primitivo sustraído en 1993 y una bayoneta francesa Chassepot robada en 1993. J