Impacto y dolor por muerte de destacada y querida profesora
album familiar
En el templo de la Iglesia Adventista de la avenida Chile, en Llolleo, el ingeniero civil José Patiño habla de su esposa, la profesora Margarita Isabel Frías Villatoro, con un amor, una admiración y un respeto inconmensurable. Patiño está dolido en lo más profundo de su alma, pero en estos difíciles instantes prefiere recordar los maravillosos e inolvidables últimos 12 años que vivió junto a su amada esposa.
El cuerpo de la profesora básica está en el féretro cerca del altar de la iglesia, hasta donde ayer en la mañana estaban llegando decenas de familiares, apoderados, amigos y colegas de la maestra especializada y amante de las matemáticas. Margarita Frías se despidió de este mundo a las 3.50 de la madrugada en medio de una absoluta calma. Se fue en el sueño, como suele decirse. Su deceso se produjo a los 41 años producto de un agresivo cáncer al estómago que le habían detectado recién en abril pasado.
'Hicimos todo lo posible para revertir la enfermedad. Apenas se la diagnosticaron, ella estuvo en tratamiento en la Fundación Arturo López Pérez (especializada en cáncer). Ella luchó hasta el final, siempre creyendo que tenía una esperanza. Fue una mujer muy cristiana, adventista de toda la vida y siempre tuvo la idea de encontrarse con Dios', comenta José Patiño, con quien contrajo matrimonio en diciembre de 2005.
En mayo pasado, en su página de Facebook, la ex profesora de la escuela Poeta Pablo Neruda del cerro El Carmen pegó una postal donde se lee 'No me rendiré, porque sé que no estoy sola. Mi Señor está conmigo, aunque no lo vea, pero puedo sentir que Él a mi lado está'.
Margarita era una mujer de principios que amaba a Dios y a su familia por sobre todas las cosas. En su círculo más cercano cuentan que siempre defendió sus convicciones, como guardar el día sábado para entregárselo al Señor, aun sabiendo que algunas veces le traería problemas en su trabajo. 'Ella defendió su fe con una fuerza increíble', dice su marido.
Margarita Frías egresó del colegio Fernández León y luego estudió Pedagogía Básica en la Universidad de Concepción. Su primer trabajo lo tuvo en la escuela rural de Cuncumén y a mediados de los '90 ingresó a la escuela Poeta Pablo Neruda donde destacó por su entrega y desempeño. En 2012 su cuarto básico logró un histórico puntaje de 294 unidades en la prueba Simce.
'Era una persona apasionada y comprometida con la docencia. Era una profesora de vocación que le gustaba transmitir confianza a sus alumnos para que ellos alcanzaran buenos rendimientos', valora José Patiño.
Tremendamente afectada por la partida de su ex colega, Inés Vicedo, ex profesora de la escuela Poeta Pablo Neruda, destaca que Margarita 'tenía una mentalidad innovadora y creativa que traspasaba a sus alumnos. En la relación con sus colegas siempre fue muy cordial y afectiva'.
'Margarita será irremplazable en la vida de muchas personas. Dejó una herida profunda con su partida, pero tenemos la esperanza de volvernos a encontrar cuando Jesús regrese a este mundo', añade Inés Vicedo.
En 2013, tras su excelente resultado en el Simce, llegó al Instituto Bicentenario José Miguel Carrera, actual Javiera Carrera Verdugo, donde trabajó con los terceros y cuarto básico. 'Ella consideraba que su llegada al Instituto Bicentenario era un gran paso en su carrera. Y lo consiguió por sus méritos. Estaba muy orgullosa de trabajar ahí, porque era una oportunidad de seguir creciendo profesionalmente', señala su marido.
La noticia caló hondo en la comunidad del Instituto Bicentenario Javiera Carrera, donde el deceso de la querida profesora generó un inmenso dolor en toda la comunidad educativa. 'No es justo que esto (la enfermedad) le pasara a ella. Era una profesora y una persona buena en todo sentido. Siempre andaba con su cara alegre, regalando felicidad tanto a los alumnos como a nosotros, sus colegas', recuerda Patricia Jeria, profesora del Instituto Bicentenario.
Margarita Frías y José Patiño se conocieron en 2002, en un viaje que ambos realizaron por separado a la laguna San Rafael, en la región de Aysén. A los pocos días iniciaron una relación amorosa que los llevó al altar el 17 de diciembre de 2005. El matrimonio tuvo tres pequeños hijos, Gabriel, de 6 años, y los mellizos Felipe y Samuel, de 4. Margarita era apoderada del Kínder A del Instituto del Puerto, donde estudia el mayor de sus hijos.
'Han sido años muy felices, porque formamos una linda familia. Ella era muy afectuosa con los niños y dedicada completamente a su familia', asegura José Patiño, quien pese a tener su trabajo en Santiago, decidió venirse a vivir a San Antonio para mantener siempre unida a la familia.
'Nos deja un legado de amor, de dedicación, de cómo se debe amar lo que uno hace y de cómo se deben defender las convicciones', agrega Patiño, quien agradece la compañía y las muestras de cariño que recibió su mujer durante los últimos meses de parte de colegas, amigos y familiares. J