Dieusibon, el haitiano que eligió a San Antonio para comenzar una nueva vida
socrates orellana
'¡Espérese un poquito! No ve que hay que producirlo primero antes de tomarle la foto', implora Eva Cerda, la dueña de un local de frutas de la feria libre de Villa Italia.
Eva Cerda hace esta solicitud para que su empleado estrella, Dieusibon Jean, inmigrante haitiano, 27 años, pueda sacarse un delantal que lo cubre y mostrarse ante las cámaras con una ropa más taquillera.
Dieusibon es un tipo pretencioso, coqueto y divertido. Como su nombre es tan difícil de pronunciar, en la feria todos le dicen 'Deisi' , aunque en el barrio donde está viviendo, la población 30 de Marzo, ya le pusieron el apodo de 'Cuerero', porque dicen que tiene fama de mujeriego, aunque él y su jefa lo niegan rotundamente.
'El Deisi es muy tranquilo, responsable y respetuoso. Estamos encantados con él', lo alaba su jefa mientras Dieusibon grita a todo pulmón 'son tres kilos por mil, son tres kilos por mil... son pura calidad', haciendo referencia a los plátanos que tiene en la mano.
Este patiperro joven haitiano dejó hace años su natal Anse-á-Pitres, un pueblo alejado de los conflictos que se viven en la capital Puerto Príncipe y cercano a la frontera con República Dominicana. Por eso Dieusibon maneja perfectamente el español.
Su primer destino fuera de Haití fue República Dominicana. 'Yo estaba en el colegio y mi papá, que trabaja como carpintero, no pudo ayudarme más. Entonces una de mis hermanas, que vive en República Dominicana, me ofreció irme para allá'.
En este nuevo país 'Deisi' puso a prueba su fortaleza y su capacidad de adaptarse a nuevos desafíos. Como no tenía profesión ni oficio, tenía que trabajar en lo que fuera. Y el primer ofrecimiento vino de una panadería. No lo pensó dos veces y aceptó. Empezó como ayudante y al final aprendió a hacer todo tipo de pan, según cuenta.
'¿Entonces por qué no cocinai algo rico en la casa?', le pregunta su jefa en son de talla. 'Deisi' sólo atina a mostrar su blanca dentadura, que sobresale en su rostro moreno.
Después de algunos años en la panadería, decidió cambiar la masa por un automóvil y se convirtió en colectivero. Estuvo manejando su propio auto casi dos años, hasta que a fines del año pasado un amigo haitiano le propuso una idea que le quedó dando vueltas en la cabeza: viajar a Chile en busca de una nueva vida y de nuevas oportunidades laborales. 'Deisi' no lo pensó demasiado. Averiguó que Chile gozaba de una buena economía y le dijeron que aquí había harto trabajo. Agarró sus ahorros, vendió su colectivo y compró su pasaje con destino a Santiago. El 31 de diciembre pasado tomó sus maletas, se subió a un avión y se vino a Chile.
En República Dominicana conoció no sólo el rigor del trabajo, sino también el amor de una compatriota suya que, al igual que él, buscaba un mejor destino lejos de Haití. Dieusibon se casó y tiene dos hijos, una mujercita de 3 años y un varón de un año y medio.
'A ellos los extraño mucho', confiesa, dejando por un momento la habitual sonrisa que lo ha hecho famoso en las ferias libres de la comuna.
Con su mujer y con su hija mayor se comunica por correo electrónico, Facebook, Whatsapp, teléfono o cualquier otro medio tecnológico que lo ayude a sentirse más cerca de sus seres queridos, quienes volvieron a Anse-á-Pitres cuando Dieusibon les contó que vendría a Chile en busca de un mejor futuro para todos.
Pocos días después de arribar a Santiago, Dieusibon se puso a trabajar en la feria mayorista de Lo Valledor, donde ayudaba a cargar todo tipo de frutas y verduras junto a otros compatriotas haitianos, todos los cuales gozan de buena reputación por su responsabilidad y su compromiso con la pega. Eso les ha dado un plus sobre los trabajadores chilenos de esa feria, muchos de los cuales son 'falleros' debido a que suelen tropezarse con extrema facilidad con una caja de vino o alguna botella que los ayude a evadirse de la realidad.
Dieusibon estaba cargando frutas cuando a mediados de enero se encontró en Lo Valledor con el sanantonino Diego Contreras (19), el hijo de la dueña del local de frutas de la feria donde hoy trabaja. Diego de inmediato vio algo especial en el joven haitiano. Desde el primer minuto le inspiró confianza. Entonces, sin pensarlo mucho, le ofreció venirse a trabajar a San Antonio al puesto de su madre. 'Deisi' tampoco lo pensó mucho y dijo sí.
De eso ya van casi siete meses y el joven haitiano luce feliz, aunque sus cercanos revelan que por momentos se ve reflexivo y contemplativo, aparentemente por la lejanía con su esposa y sus dos hijos.
'Deisi' está viviendo en una casita que le facilitó su jefa al lado de la suya, en calle Las Palmeras, de la población 30 de Marzo. Ahí recibe las atenciones y la comida de la abuelita 'Demo', la madre de su jefa. 'Estoy muy agradecido de ella porque me prepara muy buena comida'.
La vida de Dieusibon está marcada por el esfuerzo. Todos los días, salvo los lunes, se levanta cerca de las seis de la mañana para trasladarse a la feria, ayudar a montar el local y luego vender los plátanos, las manzanas, las naranjas y toda la fruta fresca que ofrece durante la jornada.
El esfuerzo que realiza a diario tiene un motivo. Uno de sus mayores sueños es juntar dinero para independizarse y traer a Chile a su esposa haitiana y a sus dos pequeños hijos. 'Quiero hacer todo lo posible para que pronto puedan estar conmigo', dice.
'Tengo hartos proyectos porque quiero salir adelante en Chile. Otro de mis mayores deseos es estudiar alguna profesión. Me gustaría aprender a manejar camiones o estudiar algo relacionado con electricidad', reflexiona, mientras el local se comienza a llenar de caseras que esperan para comprar las frutas que ofrece 'Deisi'.
-Tiene lugares muy bonitos como las playas. Me gusta salir a pasear y caminar, porque acá es muy tranquilo. Yo, en general, trato de acostumbrarme a todo, pero me he sentido muy bien en San Antonio.
-Son simpáticas. He conversado con hartas, pero sólo eso. Nada más.
-Principalmente que aquí hay más trabajo. En la ciudad donde yo nací no hay violencia, pero tampoco mucho trabajo. Por eso me fui a República Dominicana y ahora a Chile.
Y eso que tiene capacidad para acostumbrarse a todo es cierto, según cuentan en su entorno. A pesar de venir de Centroamérica, donde las temperaturas pocas veces bajan de los 25 grados, Dieusibon ni siquiera se queja del frío que por estos días llega a calar los huesos en San Antonio. 'No tengo problemas con el frío porque uno aquí en la feria se está moviendo a cada rato', reconoce, aunque de igual forma lleva bastante ropa bajo la chaqueta celeste que queda a la vista de su público.
-No, nada. Por el contrario, la gente me ha tratado muy bien. Quiero agradecer a Diego y la señora Eva, que me han ayudado mucho y me han dado trabajo acá en San Antonio.
En sus días libres generalmente viaja a Santiago, donde se junta a compartir con otros haitianos que están buscando sus mismos sueños y que le permiten sentirse, aunque sea por unas pocas horas, más cerca de los suyos.
-Acá todos me preguntan mi nombre, de dónde vengo y me dicen que encuentran bonitos mis dientes. Además les llama la atención que hable tan bien el español. Ahí les explico que viví en República Dominicana.
-Sí, las veo acá en la feria y converso con ellas. Todas vienen igual que yo, en busca de un mejor futuro para sus familias.
Por su color de piel y su sonrisa fácil, Dieusibon no pasa desapercibido en la feria. Sus colegas de los puestos vecinos le tiran tallas y sus clientas ya le empiezan a tomar cariño.
'Es simpático el morenito. Yo ya lo conozco. Si uno quiere que la atienda rápido, hay que decirle 'mi amor'. Ahí te atiende altiro', revela una de sus caseras. J
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