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El día en que Christopher volvió a ser amigo de los carabineros

lsa

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Christopher C.B. tiene cuatro años, es inquieto, va de un lado a otro a toda prisa. Le gusta jugar, las galletas y las bebidas.

A simple vista parece como cualquier niño sanantonino de esta edad: rápido, vivaz, entretenido.

Pero Christopher no vive en su casa, no comparte con sus familiares todos los días, no va al colegio junto a los amigos de su barrio como la mayoría de los menores de esta ciudad, sino que va al jardín acompañado de sus compañeros del Centro de Tránsito y Distribución (CTD) de Lactantes y Preescolares de San Antonio.

Este pequeño sanantonino llegó al recinto con una historia detrás, una historia de soledad, miedo y vulnerabilidad intrafamiliar. Su breve pasado no dista en nada del de los demás niños que se encuentran en este recinto de calle Inmaculada Concepción en Llolleo.

Christopher creció con temor a la oscuridad, a los ruidos y a los carabineros. Quizás siempre vio a los policías en un rol represor. Fue pasando el tiempo y la imagen negativa de la policía se fue acrecentando, al tiempo de vivir con miedo a los uniformados.

Pero esta semana dio el pequeño dio un gran paso al ver a los policías en su faceta más entretenida compartiendo en el Día del Niño junto a sus tías del recinto y a sus demás compañeros.

Por instantes Christopher fue el niño mimado de los carabineros de la Patrulla Comunitaria de San Antonio, una instancia de la policía que tiende puentes de acercamiento entre la policía y las organizaciones ciudadanas. Fue un momento distinto, en que los pequeños recibieron una once entretenida, con regalos, disfraces y por supuesto, conocieron los vehículos policiales.

La cara de alegría y las mejillas sonrojadas de Christopher lo decían todo. Las cosas no eran como le habían contado. No había por qué temer. Sus ojos se abrieron por la sorpresa de encontrarse de pronto sobre una de las motocicletas más modernas que tienen los Carabineros de San Antonio; más aún cuando el poderoso motor rugió bajos sus delgadas piernas.

Christopher no lo podía creer. Nunca se había imaginado estar ante esta enorme moto. 'Es muy bonita', dijo mientras la tocaba.

A un costado y observando la escena estaba el cabo primero Jorge Orellana, uno de los encargados de la Patrulla Comunitaria y organizador de este instante especial. También se apreciaba en él una satisfacción especial.

Momentos como estos dejan aflorar a la persona por sobre el policía. 'Sí, da gusto ver cómo estos pequeños lo ven a uno con otros ojos. Ellos quedan contentos con un pequeño regalo, con una torta, con un jugo y un saludo. Basta conocer la historia de estos niños que están aquí en el CDT, una historia de vulnerabilidad, de problemas en el hogar, de violencia y drogadicción. En este caso debíamos responder positivamente a la invitación de las tías de este recinto'.

'Se trató de algo pequeño, pero especial para los niños que están aquí por orden del tribunal y que han sido vulnerados en sus derechos. Nosotros como Patrulla Comunitaria nos encargamos de estar cerca de la comunidad y sus agrupaciones, porque Carabineros no sólo está preocupado de las acciones de orden público, sino también cumplimos con estos roles educativos y preventivos importantes. De esta manera estrechamos lazos, mantenemos los lazos comunicativos y son los propios dirigentes comunitarios quienes participan', dijo.

-Siempre estamos asistiendo a diversos encuentros; de hecho tuvimos un recientemente en el Centro Cultural. Juntas de vecinos de Bellavista, Santo Domingo, etc. Es bien grato porque es una parte de la institución que nos enorgullece.

-Sí, llevarle alegría a un niño es diferente. Muy especial. A todos los que somos padres nos afecta el dolor y la tristeza de un niño, más aún cuando han sido vulnerados y están en riesgo social. Aquí hay pequeños que en sus hogares -si es que tienen- han vivido experiencias de drogadicción en sus padres, violencia; entonces se acostumbran a vivir con eso y cuesta que demuestren afecto. Por eso este tipo de acciones son tan importantes para nosotros.

Día a día convive con esta realidad la asistente social y directora de este recinto, Camila Isabel Olmedo. Desde noviembre del año 2012 se hizo cargo de la dirección de este Centro de Tránsito y Distribución que cuenta con 34 menores de entre cero y seis años.

En esa labor la asistente social ha conocido de cerca la realidad de estos niños. 'Contamos con un grupo de profesionales jóvenes que nos ayuda en ese trabajo y cuando tenemos actividades especiales están presentes. Esto sirve para distraerlos y alegrarles las tardes en este lugar que es su residencia, es su hogar. Sólo salen para ir al jardín infantil. Aquí reciben toda su alimentación y desarrollan su vida como una familia', destaca.

-Porque los tribunales los derivan después de conocer sus casos. Algunos están por consumo de drogas de sus padres, por negligencias. Algunos están en situación de calle, otros han sufrido abusos, violencia intrafamiliar. Incluso se ha dado el caso de madres jóvenes que dan a luz a sus hijos y los envían luego acá. Este es el único hogar de lactantes que existe en la zona.

-Hasta los 6 años. Luego si la familia no tiene recuperabilidad son trasladados a otro lugar. La idea es que no ocurra eso, sino que vuelvan a su hogar. Tienen en todo caso otras opciones, como llegar a una casa de acogida o que sean adoptados. Pero después de 6 años no pueden seguir aquí.

-Recibimos una asignación del Sename por cada niño y es administrada por la Ymca (agrupación cristiana) de Valparaíso.

Mientras los niños disfrutan con las tías, carabineros de la Patrulla Comunitaria los atienden. Christopher a un costado mira la moto y por un instante, pareciera que sueña ser un carabinero cuando sea grande. J

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