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Las penurias y plegarias de las familias que viven en una toma en medio de una quebrada

socrates orellana

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Tania Valdés (35), separada, jefa de hogar, madre de cuatro hijos, cesante, confiesa que durante los últimos meses ha llorado varias veces. Pero siempre lo hace a solas, lejos de sus niños.

Llora porque nunca se imaginó que terminaría viviendo en medio de una quebrada, sin agua potable, sin baño y sin ningún tipo de comodidades. Llora porque ve a sus hijos y piensa que no deberían estar dentro de una pequeña mediagua. Llora porque quisiera estar en otra parte, pero no tiene los recursos para hacerlo.

Tania Valdés llegó a la quebrada Bello Horizonte, emplazada en el sector que comunica la población Las Bruselas con el barrio Brasil, en la parte alta del cerro Bellavista, en enero pasado. 'Estaba arrendando una casa acá en Bellavista, pero me la pidieron de un día para otro. En ese tiempo estaba trabajando como guardia en el hospital. El sueldo no me alcanzaba como para seguir arrendando y como para juntar plata en la libreta de ahorro para la vivienda. Entonces decidí venirme a esta quebrada y tomarme este terreno', recuerda la madre, cuyos hijos tienen 16, 14, 9 y 6 años.

Cuenta que se consiguió unos paneles, unos palos y montó la pequeña mediagua que se ha convertido en su hogar y en el de sus hijos durante estos casi nueve meses. 'Al final por instalar esta casita terminé perdiendo el trabajo en el hospital. Ahora estoy cesante y bien complicada económicamente', reconoce Valdés, quien esporádicamente hace labores de aseo en casas particulares.

Como mujer, confidencia que lo más complicado de vivir en la quebrada, sin necesidades básicas, es la ausencia de un baño propio. 'Gracias a Dios tenemos buenos vecinos que nos convidan agua y nos prestan el baño, pero igual es difícil vivir en estas condiciones'.

Pese a todo, esta madre prefiere ver su realidad desde una perspectiva más optimista. 'Al menos yo y mis hijos tenemos un lugar para vivir, porque ahora no tengo los 60 ó 70 mil pesos que se necesitan para arrendar una casa. No tengo otra opción que estar aquí y por eso le pido a las autoridades que nos dejen estar hasta que podamos encontrar una solución habitacional'.

Hace un par de meses Tania y sus hijos vivieron una verdadera pesadilla. 'Me pasaron un parte municipal por estar viviendo aquí y como no tenía plata para pagar me dijeron que iba a tener que pasar 15 noches en la cárcel en reclusión nocturna. Pero no podía ir a la cárcel, porque mis hijos dependen de mí. Antes yo vivía con mi madre, pero ella murió hace dos años'.

Según relata, la intervención del alcalde Omar Vera 'me salvó de ir a la cárcel. Aquí (en la toma) somos siete familia. No queremos que nos regalen nada, sólo que nos den una mano para postular a una casita propia'.

-En estos momentos yo no lo puedo hacer, pero si se da la posibilidad de postular a una casita propia, claro que todos haríamos el esfuerzo. Nuestro mayor sueño es tener una casa donde vivir tranquilos, sin la incertidumbre de que nos puedan echar en cualquier momento. Sabemos que no podemos estar aquí, pero por ahora no tenemos otra opción.

-Sí, pero nos dijeron que este terreno era de Bienes Nacionales. Y en Bienes Nacionales nos dieron un papel donde dice que esta quebrada corresponde a una zona protegida y que no podemos vivir aquí.

Tania anuncia que seguirá luchando por sus hijos y está consciente que ni ella ni ellos pueden seguir viviendo casi en el fondo de esa quebrada. 'A veces me da pena, porque a ellos los veo contentos aquí. Juegan sin saber que la mamá está sufriendo porque nos pueden echar en cualquier momento'.

Danilo Avilés tiene 27 años y hace cinco meses llegó a la toma con una mediagua de tres por tres metros. 'Terminé una relación que tenía en Santiago y cuando regresé a la casa de mi abuela, en la población René Schneider del cerro El Carmen, estaba llena de gente. No había espacio para mí. Estuve durmiendo varios días en un sillón hasta que decidí venirme a la quebrada'.

Avilés confiesa que en el pasado llevó una vida más desordenada, pero hoy asegura que encontró el camino del Señor. Profesa la religión evangélica y se gana la vida vendiendo pescado. 'Estoy aquí porque el dinero que gano apenas me alcanza para pagar los 70 mil pesos de pensión alimenticia que le doy a mi hijo. Pero no me quejo. Aquí me siento tranquilo'.

Danilo pide lo mismo que su vecina Tania: 'que nos dejen estar aquí mientras podemos postular a una casa. Si las autoridades nos ayudan a tener una vivienda, yo me voy altiro. Todos estamos dispuestos a juntar una platita para irnos a algo más digno'.

El joven cuenta que antes de llegar a la quebrada 'fui a la toma del cerro La Virgen para ver si me dejaban vivir ahí, pero me dijeron que no se podía porque no había más cupos. Gracias a Dios me encontré con esta oportunidad'.

Danilo sabe que vivir en una quebrada es peligroso, porque siempre está el riesgo de sufrir un incendio, especialmente en el periodo estival. 'Nosotros mismos nos hemos preocupado de limpiar y desmalezar la quebrada para no correr riesgos, pero igual hay gente de afuera que viene a botar basura. Ojalá la municipalidad nos ayude a retirar esa basura, porque todos queremos vivir en un lugar más limpio'.

-Gracias a Dios a mi mediagua no le entra ni una gota, pero el camino queda convertido en un barrial. Casi no se puede caminar por el sendero.

-Tener mi casa propia. Pero no queremos machetear (mendigar), sólo que nos dejen estar aquí hasta que el Serviu nos ayude a postular a una vivienda. Ojalá nos puedan orientar para saber cómo hacerlo y que el municipio nos pueda hacer la nueva ficha de protección social.

Danilo aprovecha la oportunidad para agradecer al pastor de una iglesia evangélica que está a pocos metros de su mediagua y a los vecinos que les dan agua para poder realizar sus necesidades básicas, como cocinar y bañarse. 'La gente de aquí es muy sociable y acogedora. No nos podemos quejar. Yo le doy gracias y me encomiendo a Dios, porque dentro de todo, me siento afortunado. En San Antonio hay mucha gente viviendo en la calle y yo al menos tengo una mediagua donde vivir'.

Pero no todos los vecinos están de acuerdo con la toma que se ha formado en la quebrada. Soledad Castillo, la eterna presidenta de la población Las Bruselas II, dice que los residentes de los departamentos ven con inquietud y molestia la proliferación de estas mediaguas.

'Lo que más nos preocupa es la insalubridad, que además representa un riesgo sanitario para los propios niños que viven en la toma. Para nadie es un misterio que esta gente tiene que hacer sus necesidades en la propia quebrada, donde también ha aumentado la acumulación de basura. Eso, entre otras cosas, ha generado una plaga de lauchas. Imagínese cómo va a estar en el verano con las moscas', alega Castillo, quien dice que en el último tiempo ha recibido innumerables reclamos de sus propios vecinos por la presencia de la toma.

La dirigenta vecinal sostiene que 'entendemos que estas familias no tienen casa, pero tampoco sería bueno que la quebrada se llene de mediaguas en poco tiempo más. Al principio eran dos o tres, pero ya van como siete'.

Agrega que 'esta misma gente, y nosotros también, estamos expuestos a una serie de enfermedades infecciosas. Lo ideal es que estas personas hagan un esfuerzo, al igual como lo hicimos todos nosotros, y puedan arrendar o acceder a una vivienda donde puedan vivir seguros y con las necesidades básicas'. J

'No tengo otra

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