El viaje épico del ciclista empedernido de San Antonio
Cuando César Contreras llegó en su bicicleta a París estaba lloviendo torrencialmente. Buscó un lugar donde quedarse, estaba empapado entero, no sabía el idioma, no sabía dónde estaba parado, tenía frío y hambre.
Allí, en ese instante, vivió en carne propia la frialdad del europeo. Tan lejos del carisma del sudamericano, del latino en general, del chileno. Tan distinta la reacción que encontró cuando por casualidad se topó con otro compatriota en Bélgica. Esa persona lo acogió, lo llevó a su casa, le dio comida y alojamiento, le reparó la bicicleta.
En otra ocasión, amaneció en una banca en los hermosos parques que están cercanos a la torre Eiffel. Estaba durmiendo de lo mejor cuando una persona encargada del aseo del lugar lo despertó pensando que era rumano.
Ese viaje Contreras lo hizo a bordo de una bicicleta, una italiana que compró en 22 mil pesos chilenos en una tienda donde vendían artículos usados. Había varios modelos, unas más modernas que otras, otras más caras, algunas más baratas, pero a él le gustó la italiana a la que llamó "Carloto". Era liviana, de color gris, con espacio para las alforjas y con una postura cómoda para el largo viaje, uno más en la vida de este sanantonino que se la juega de principio a fin por el uso de las bicis como un medio de transporte económico, sano para el medio ambiente y saludable para las personas.
"Fui a la zona de La Rioja, España, donde vive mi hermana menor. Fue un encuentro emotivo porque hacía 9 años que no la veía, pero ella también sabía que en parte el viaje tenía otra intención y que era la de recorrer Europa en bicicleta. Ella me comprendió y apoyó en ese sentido pues era mi sueño. Mi idea era cruzar por Los Pirineos y de ahí a Francia. Yo me había informado cómo era la ruta y todos los documentos necesarios para el recorrido, así es que partí nomás. Ni te imaginas cómo era el frío y el viento allá, pero soportaba el dolor de huesos y articulaciones porque siempre había sido mi intención", cuenta en una de las mesas ubicadas frente a los locales de artesanías en el paseo Bellamar.
César tiene 48 años, luce una cabellera larga y entrecana que seguramente responde a la genética. Se define como un dirigente social con vocación de servicio y que ha puesto su capacidad humana y disposición al servicio de una causa que considera justa para los ciclistas.
Recuerda con entusiasmo las peripecias que debió pasar para llegar a Francia. "Tenía mis mapas y sabía hacia dónde debía ir. Acampaba donde me pillaba la noche, a veces en medio de la nada, otras veces comiendo lo justo, pero es una realidad que no se puede explicar lo de Europa. Estuve en París y conocí a un brasileño con el que recorrimos parte del trayecto. Era bueno poder hablar con alguien porque como no hablaba el francés, era poco lo que podía comunicarme, aunque uno como chileno se las arregla nomás", dice.
"Mucha gente me miraba extrañada porque andaba por ahí en bicicleta; más aún, al saber que era chileno, ya que ellos no entendían que alguien de tan lejos anduviera por ahí. Además llevaba la bandera mapuche en mi bici y las personas se rascaban la cabeza tratando de entender de qué país era. En España es bueno el uso de la bicicleta, pero en los demás países que conocí es mucho mayor. En Francia se acentúa, luego en Bélgica, como en todo el continente, existe una red de vías para las bicicletas para turismo incluso con espacios para acampar, pero en Holanda es impresionante. Todos se mueven en bicicleta, las enfermeras, los profesionales, las personas mayores, los niños. Llegas a un estacionamiento de bicicletas y te sorprendes con las miles que hay".
-Más que nada es cultura. Ellos hacen la combinación del sistema de transporte y las bicicletas, algo que podríamos imitar acá para descongestionar las ciudades. Hay un modelo de bicicleta especial para el uso público y son utilizadas por todos. Impensable que alguien se las robe o le saque piezas porque son diseños únicos y todos van a saber de dónde salió.
-El gran uso que hay de este sistema de movilización. En lo personal, me dieron más ganas de seguir en este tema, porque se puede hacer acá.
-En el tema de los viajes sueño con ir a Asia. Es claramente un sueño porque hay tanto gasto emocional y económico que es muy complicado de hacer. Además que se trata de un tema de tiempo. No se podría hacer sólo en tres meses, es algo de años. Fíjate que conozco gente que lleva 12 años viajando en bicicleta. Eso es tremendo.
-Sí, hay que juntar las monedas. Quizás no sea mañana. En unas de esas quién sabe. J
