Un ebrio discute solo, molesta a los choferes, se aburre y luego cae de espaldas en el pasto de la llamada "Plaza de los Jubilados". A diez metros de ahí, en otro banca, una prostituta ve pasar los autos y espera a que aparezca algún amigo que comparta con ella cualquier brebaje digno de la tarde dominguera post noche de juerga. Todo es tranquilo, no muy lindo, pero hay una paz encubierta en medio de la gente que pasa y pasa.
Los vecinos y comerciantes de este sector siempre han reclamado que son la parte olvidada de Barrancas. Sin embargo, lo cierto es que los locales comerciales desaparecen, pero luego reabren, cambian de giro y persisten. Siempre hay gente luchadora que enfrenta lo malo de la vida.
Existe sí algo que ya sobrepasó la tolerancia de los que allí tienen algún negocio, especialmente en la calle Antofagasta. Y eso tiene que ver con el constante acoso de los ladrones.
En los últimos tres meses, los robos se han repetido en distintos locales, incluso hay vecinos que afirman que los malacatosos atacaron en el famoso restaurante Juanita.
"Siguen robando y todas las noches las cosas continúan perdiéndose y hay distintos locales a los que les roban", contó Milton Urra, comerciante de la vidriería Alumil Limitada, ubicada en la calle Antofagasta y también en la calle El Molo.
Urra aseveró que en el último mes le han afectado tres robos en sus recintos comerciales y en una de las bodegas. "En mi local chico me desmantelaron computador, televisor, equipo, radio y hervidor, de todo", afirmó.
En 10 años dedicado al comercio, Urra ya se convenció de que los maleantes sólo se retiran cuando ven que hay mano dura en contra de ellos. Y aunque el Presidente Sebastián Piñera dijo alguna vez que a los delincuentes se les había acabado la fiesta, lo claro es que esta no terminó y siguió con Michelle Bachelet.
Por todo esto, doce comerciantes de Barrancas se unieron y decidieron contratar a dos hombres armados para que cuiden las calles desde la altura de los techos de los mismos recintos comerciales.
"Son hombres que van a todo, si los matan, los matan, no les importa morir. Ya no sirve llamar a los carabineros, hay que matarlos (a los delincuentes) o dejarlos heridos, esa es la orden que tienen, nada más", explicó Milton Urra, quien es uno de los vecinos que decidió pagar por este insólito servicio de vigilancia.
Y mientras se corre la voz entre los hampones, las calles de Barrancas parecen tranquilas en el día y toman un aire peligroso por las noches. Así es la vida en el "barrio olvidado" de Barrancas. J
l Francisco Francesetti, administrador del restaurante Juanita, afirmó que la situación en este sector de Barrancas es "de inseguridad, sobre todo después de las siete de la tarde, es muy solitaria la calle, anda mucho gallo malo".
El problema parece extenderse y los comerciantes alegan porque este tema no ha sido motivo de preocupación para las autoridades locales. Piden que el alcalde Omar Vera y la gobernadora Graciela Salazar se acerquen a conversar con ellos para evaluar los hechos.
Por hoy, los esfuerzos están destinados a buscar fórmulas propias de control del delito.