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Sanantonino reencontró el amor en Chile después de estar viviendo 40 años en Australia

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Luego de egresar del liceo Fiscal, Daniel Bascur Valdés (69) entró a estudiar Diseño a la Universidad de Chile.

Mientras estudiaba en Santiago conoció a su esposa, que en ese entonces apenas tenía 18 años, y tras seis meses de pololeo decidieron casarse.

La idea de viajar a Australia siempre estuvo dando vueltas en la cabeza de Daniel. Por eso, tras su matrimonio, ambos decidieron hacer todos los trámites para trasladarse al país de los canguros.

"Viajar a Australia era muy fácil porque el gobierno constantemente hacía llamados a los emigrantes para que se fueran a vivir allá. Finalmente ambos postulamos y aprovechamos el viaje para tener una luna de miel porque la embajada nos pagó la mitad del pasaje", recuerda.

Antes de partir, este sanantonino le prometió a su madre que sólo serían dos años. Su idea era juntar algo de dinero para instalar una pequeña agencia de publicidad.

Finalmente Daniel emprendió el vuelo el 21 de junio de 1970.

"Si mi mamá estuviera viva le habría dado un segundo ataque porque ya llevo 40 años viviendo en Australia", reconoce entre risas.

"Además decidí quedarme en Australia debido a todas las cosas que estaban pasando en Chile porque a pesar de que no había la comunicación que hay ahora, en Australia sabíamos perfectamente lo que estaba pasando con el golpe de estado. Mis amigos que iban y venían me contaban lo que estaba ocurriendo y eso no era bueno para mí. Después nacieron mis dos hijos, entonces decidí quedarme", relata.

Cuando Daniel y su mujer llegaron a Australia quedaron maravillados con la gran cantidad de oportunidades que este país les brindaba a los inmigrantes.

"Cuando llegamos mi esposa y yo teníamos una cuenta bancaria con un sueldo que se les pagaba a las personas desempleadas cada quince días. Teníamos alojamiento con todas las comidas y clases obligatorias de inglés", señala.

"A la primera semana de haber llegado me conseguí un empleo con un amigo que llevaba siete meses viviendo allá. El trabajo era en una fábrica de gas. Era bien pesado, pero estaba feliz porque pagaban semanalmente y con mi primer sueldo pudimos comprar de todo", cuenta.

Daniel recuerda que era tanta la prosperidad laboral que en las carreteras se colocaban carteles inmensos ofreciendo empleo. "Había un diario como El Mercurio que salía lleno de avisos de trabajo, tanto para hombres como para mujeres".

"Era tanto, que el gobierno les mandaba dinero a mis padres por la buena voluntad que habían tenido enviando a su hijo a Australia", agrega.

Con el pasar de los días, Daniel y su mujer se fueron acostumbrando a las tradiciones de este país que los había recibido con los brazos abiertos.

"Allá nacieron mis dos hijos y mis cuatro nietos y ellos actualmente viven en Sydney al igual que yo. Finalmente me separé de mi mujer", revela.

A pesar del divorcio, jamás dejó de visitar a su familia y amigos. "Siempre vengo a Chile porque para ser bien honesto yo no tengo problemas económicos. Tengo una buena vida en Australia, pero siempre se echa de menos a la familia. Mis padres fueron una vez para allá y disfrutaron mucho ese viaje porque conocieron harto. Además en el trabajo a uno le daban permiso para estar con sus familiares", sostiene.

Daniel rememora que tras los atentados de las Torres Gemelas, el 11 de septiembre de 2001, Australia cambió.

"Todo era libre. No había atentados ni mucho menos, pero luego de lo que pasó con las Torres Gemelas comenzaron las restricciones y la gente ya no podía emigrar. Pero cometieron un error porque Australia apoyaba muchos a los países árabes y se les impuso recibir a los musulmanes emigrantes, que hasta el día de hoy no han logrado integrarse", cuenta.

fotografía

"A veces me iba a meter a unos inmensos bosques y en más de alguna oportunidad me topé de frente con la gran serpiente australiana, una de las diez más venenosas del mundo", recordó.

amor

"Cuando yo estaba en el liceo pololeaba con una niña y un día su papá la mandó a Santiago internada y nunca más nos vimos. Hasta que hace unos años yo conversé con su hermano y aproveché de preguntar por su hermana. El me dijo que estaba en Temuco con su familia", detalla.

"Un día la llamé y ella me reconoció de inmediato. En medio de tantas conversaciones, me invitó a Chile al casamiento de un familiar y desde ese viaje nunca más nos separamos", relata.

"Después de 40 años nos volvimos a reencontrar y mañana (hoy) me voy a Temuco para estar con ella. Pienso quedarme, pero si me voy lo hago con ella, además yo sé que me acompaña a todos lados", confidencia con cara de enamorado. J

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