Los dolorosos recuerdos de los deudos al visitar a sus muertos
Ayer, cerca del mediodía, Juana Meneses y Flor Leiva estaban con sus familias en el cementerio Parroquial de San Antonio. Estas dos sanantoninas no se conocen entre sí, sin embargo, tienen en común el haber sentido el dolor más grande en la vida de un ser humano: la pérdida de un hijo.
"Hace nueve años que mi hijo 'Petete' falleció por una miocardiopatía congénita. Todas las fechas son difíciles: el Día de la Madre, el Día del Padre y, por supuesto, que el primero de noviembre", cuenta Juana con la voz quebrada.
MUY DIFICIL
A pesar de la pena, estas dos madres encontraron la fuerza para salir adelante en sus nietos. Juana sonríe al recordar a la pequeña Mía, de tan solo un año. "Mi hijo nos ayudó a que ella viniera, porque a su hermana le costó mucho (quedar embarazada), entonces yo creo que él nos la envió", afirma. Flor, en tanto, regalonea a su pequeño Joaquín, de ocho años, "él me ha ayudado mucho y siempre venimos a ver al papá", comenta.
Papás
Este conductor vino con sus dos hijas a traerle una tarjeta escrita por su hija menor. Al comenzar a leerla se emociona y le caen lágrimas. Es que a pesar de los casi veinte años que pasaron desde la partida de su padre, sigue extrañándolo.
Patricia Abarca llegó al Parroquial con toda su familia desde El Convento "a ver a mis papás, que duraron 40 años casados. Mi mamá se fue en 2011 y al otro año, mi papá", cuenta. El sitio donde está su familia llama la atención. Está lleno de flores, pero de esas de casa. Muchas personas están poniendo arreglos en el sitio, en un ambiente de alegría que difiere un poco de lo que se puede observar en la mayoría de las personas. "Es que viene toda la familia a verlos, entonces es un poco más fácil", dice Patricia.
Gran amor
"Mi señora, Etelvina, se fue hace nueve años, la echo de menos, cómo no, pero luego nos iremos nosotros también", se conforma don José.
Cuando su familia nota que se pone nostálgico de inmediato surge el humor. "Cuente también que le trajo flores de mil pesos no más, que no quiso traer de las de mil quinientos", le dice, entre risas, su yerno Nolberto Concha. Con esa broma, el hombre guardó los recuerdos de su esposa y volvió a sonreír. J
l "Hoy es un día especial, vine con mis dos hermanas a visitar a mis papás a mi hermano que está acá", relata Bernarda Yáñez, mientras señala las pequeñas lápidas que están en la plaza, frente al cementerio y mirando al océano.
"Ellos son los que están desaparecidos en el mar y acá, por lo menos, está su nombre. Aquí nosotros podemos venir a colocarle una flor y a sentirlos un poco más cerca", dice Marisol Yáñez.