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Escritor Marcelo Mellado: En guerra desde la provincia

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Marcelo Mellado está enrabiado. En rigor está tranquilo, pero se altera al recordar un incidente tras el lanzamiento de un libro de un poeta amigo de San Antonio. La celebración fue boicoteada por una chica antisistémica que se puso a hablar mal del país, el neoliberalismo y del poeta. En ese orden. "No podís hacer eso, qué falta de educación", dice tomándose un café en la Estación Mapocho, en Santiago. Y uno se siente parte de uno de los cuentos de "Humillaciones" (Hueders) que está a punto de presentar. Una colección de relatos delirantes, al hueso y que funcionan como perfectos retratos del abandono -y corrupción- de provincia frente a un Santiago que la idealiza.

Dice que su modelo de provincia surge tras el choque de la soberbia santiaguina "que naturaliza su centralidad y balneariza la provincia", versus los provincianos, "yanaconas que reproducen patéticamente el orden dictado por sus jefes políticos capitalinos".

Advierte que ambos rivales -eso sí- están cambiando de estrategias.

-A veces pienso que la estrategia de territorializar la escritura fue un error táctico mío. Pero ya no puedo dejar de dedicarme a ese negocio, que ya me parece muy aburrido. También me da lata volver a los temas universales o globales, que debieran ser los mismos para todo.

-Quizás. Me dediqué a esto por venganza contra el modelo de sujeto que me tocó. Yo me hice o crecí en un contexto súper violento y fascista. Mucho más allá del sobre transitado tema de la dictadura, Chile es un país domésticamente facho.

-En lo personal soy muy afectivo. Es algo impúdico que lo diga yo, pero me parece necesario. Creo ser tan sensible que mi escritura es una estrategia para estar siempre alerta ante la agresión de no ser querido y el horror al rechazo.

-Cuando vivía en Chiloé. Trabajaba lechando vacas y apotrerando para alimentar ganado ovino y vacuno. Incluidos caballares. Un contexto de trabajo agrocultural, haciendo quesos y jamón ahumado. Todo ese testimonio agrícola lo hice pensando en un proyecto textual.

-Todo eso lo hice por escrito. Como que convertí en un hecho épico algo doméstico.

-Su ideología conservadora y reaccionaria determina su comentario libresco fiscalizador. Tiene un espíritu de comisaría cultural. (...) Carece del ingrediente fundamental del crítico, el humor. Ella habla y escribe fatalmente en serio.

-Acá hay un sistema de afectos, pero también de odiosidades. A veces siento que lo que se llama literatura hoy es más bien pauta de una industria editorial. Yo me siento más provinciano y ahuevonado. Preocupado de cahuines locales y de política menor.

-No miro las redes, sólo consulto cosas generales en internet.

-Mis hermanas desde hace un tiempo tienden a vestirme. Porque reemplazan a la que siempre tendió a hacerlo, mi mamá. Siempre me han visto como precario vestimentariamente. Cuando las visito inevitablemente salgo con ropa de sobrinos y cuñados. Me interesa el diseño de vestuario, más aún, me encanta. Es lo más entretenido que hay, pero debo reconocer que me cuesta tener eso que llaman "buen gusto".

-Con un enunciado paradojal, algo discutible. Como esas generalidades estúpidas que uno tira para molestar. Recuerdo que en alguna oportunidad estuve involucrado con una familia que discutía mucho porque tenían una obsesión con la verdad. Lo que los hacía muy competitivos. Yo me entretenía perversamente tirando alguna generalidad idiota y enganchaban al tiro.

-Recuerdo haber dicho algo muy idiota. Que los tallarines, en nuestro ordenamiento gastronómico se servían con salsa de tomates y no con crema, como era el caso. Ese comentario torpe, terminó en una pelotera en la que quedó muy comprometida la salud familiar. Lo divertido era que la jefa de familia era una siquiatra muy reputada. Ese es un capítulo que de algún modo debo escribir en algún texto. O tal vez, ya está escrito. Es algo parecido a decir que escribir poesía es lo más ordinario que hay. Olvídate la cantidad de poetas que agarran papa, lo que es un índice para hacer diagnósticos del estado retórico de nuestra comunidad lingüística. J

"Yo me hice o

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