La orfebre sanantonina que quiere reivindicar la cultura mapuche a través de su artesanía
Cuando Vilma Astorga (54) comenzó a investigar y especializarse en la cosmovisión mapuche para traspasar ese conocimiento a su arte, aún no sabía que sus hijos eran descendientes de esa cultura por parte paterna.
Su suegra, Inés Turriaga Huala, que renegó casi toda la vida de sus ancestros, se reencontró con ellos casi en el umbral de sus últimos días gracias al apoyo y el amor que Vilma sentía desde antes por la etnia y que se acrecentó cuando supo la ascendencia de la madre de su amado marido.
"En el año 2004 mi suegra, que era una persona maravillosa, se puso mal con su enfermedad, el parkinson. Me fui a cuidarla y tuvimos tiempo de acercarnos y conversar lo que no habíamos conversado en años. En su casa, colgada en las paredes, sólo había fotografías de su padre, al que reconoció amar tanto como a sus hijos, pero no de la madre, de la que decía era muy tosca y poco cariñosa. Nunca tampoco había indagado en el segundo apellido de ella", recuerda Vilma, talentosa orfebre de la Escuela de Artes Aplicadas, donde estudió a través de Fosis.
En ese momento, Inés le confesó a su nuera Vilma que su madre era mapuche y que la única fotografía que tenía estaba metida en una cartera en el fondo de un baúl. Como pudo, la orfebre la rescató y claramente aparecían en ella una mujer y dos pequeñas, una de ellas, la bisabuela de sus hijos. "Aunque no llevaban atuendos mapuches, si usaban vestidos largos y tenían los rasgos mapuches", reconoce la artesana sanantonina.
Y agrega que "es una foto muy antigua, que tenía como cuero o género detrás, muy ajada y hoy la mandé a restaurar. No había podido hacerlo antes, pero creo que es importante reconocer a nuestros ancestros y ponerlos en el sitial que corresponde, más aún si es de una etnia tan importante, cualquiera sea".
Vilma ayudó a su suegra Inés a reencontrarse con su madre poco tiempo antes de morir. "Le dije que ella tenía que estar orgullosa de la mujer que le dio la vida, porque además le había dado toda la fuerza y la garra para soportar la enfermedad que estaba llevando. Tomó conciencia y me pidió que le pusiera la foto en un portarretrato. Ellas se reencontraron y eso me sirvió a mí. Era muy linda mi suegra, y en honor a ella seguí con la artesanía mapuche. Desde ese día yo siempre digo que soy mapuche por opción. Y me siento muy orgullosa de eso".
MAGIA MAPUCHE
"Cada joya tiene un sentido, simboliza algo y eso le da un valor diferente. Yo he investigado porque me gusta saber lo que estoy vendiendo. Son joyas que no sólo adornan a quien las lleva, sino que van mucho más allá. Están profundamente ligada a la historia y la cosmovisión del pueblo mapuche", sentencia esta orfebre certificada y amante de lo que hace.
Añade que "originalmente estas joyas son en plata, que también las fabrico, pero como la gente no paga su valor real, las hago en alpaca para que sea más económico. Igualmente les digo a esas personas que creen que son caras que no están pagando sólo una joya, sino que se llevan con ella toda una historia y que la cargarán por siempre".
El trabajo de la plata llegó primero con los incas y más tarde con los españoles. Nuestros pueblos originarios aprendieron este oficio artesanal y los secretos de la plata para transformarla en joyas que hablan de su cosmovisión y de sus sueños.
COMIENZOS
Vilma Astorga tiene dos hijos, Paulina y Miguel, que están estudiando prevención de riesgos y un diplomado en medicina alternativa, respectivamente. Ella se ha dedicado a la venta de joyas desde siempre, en un principio las compraba y revendía y luego, poco a poco comenzó a fabricarlas hasta que logró armar su taller y dedicarse por completo a las joyas mapuches.
"En el año 2000 nació en mí el tema de la artesanía. Esa época estaba cuidando a mi madre que estaba delicada de salud y pensé qué oficio seguir que me gustara y que pudiera aportar dinero al hogar. En un principio lo hice en forma autodidacta. Comencé con cosas simples que no tenían muy bonitas terminaciones".
Agrega que "luego que conocí los ancestros de mi marido y mis hijos, con mayor ahínco comencé a capacitarme a través de la municipalidad, de Conadi, hice seminarios, iba a exposiciones, lo que me ofrecieran. Ahora me dedicó a confeccionar la trapelacucha, que es un adorno pectoral tradicionalmente utilizado por las mujeres mapuches, y el trarilonko, que es un cintillo para la frente usada por ambos sexos, además de aros con motivos de esa cultura".
A Vilma Astorga le preocupa quién continuará con su legado y le gustaría hacerlo a través de sus hijos. "Ellos conocen al igual que yo la cosmovisión del pueblo mapuche y la respetan. Aunque cada uno está en lo suyo, pero me gustaría que pudieran interiorizarse un poco en cómo hacer joyas ancestrales. Se los voy a proponer".
"Todos debemos reconocer y difundir esta cultura ancestral. Es la única forma de evitar que desaparezca. Yo, a través de la réplica de sus joyas y la transmisión lo que significan, estoy contribuyendo a que no se pierda su cosmovisión. Es un registro de sus costumbres y creencias, mi forma de aportar a la conservación de esta importante cultura", finaliza. J
