San Antonio bajo tierra: expedición mostró la cara desconocida del puerto
A las diez de la mañana, un grupo de 35 sanantoninos se reunieron frente al Mercado para realizar un trayecto único, mágico y que pocas personas tienen la suerte de hacer. Se trató del recorrido por los túneles que encauzan el estero Arévalo, atraviesan gran parte del Centro de la ciudad y terminan en la playa Pacheco Altamirano.
"Soy un sanantonino neto, tengo 57 años y es la primera vez que vengo", contó encantado Luis Améstica, antes de comenzar el recorrido.
Para este sanantonino el trayecto es "muy especial porque mi padre, José Miguel, fue uno de los pioneros en venir acá, y siempre me han gustado estas excursiones, pero nunca las había podido hacer", contó conmovido.
Jorge Moreno tiene 65 años y explicó que el recorrido también tenía una carga emocional especial para él. "Me crié aquí vendiendo pescado en San Antonio, desde los siete años y nunca había podido venir, entonces estar acá es muy, muy especial", contó entusiasmado.
La excursión
Al principio el olor a agua estancada causaba desagrado, pero luego de unos minutos la magia de esta experiencia única borró cualquier complicación.
Los organizadores del Museo de Ciencias Naturales y Arqueología de San Antonio se encargaron de entregar los guantes y las mascarillas antes del inicio del recorrido.
Además, al inscribirse, avisaban que era necesario llevar linterna, botas y algo para protegerse la cabeza.
Al comienzo del trayecto, asusta enfrentarse a esta gran apertura cuyo fin es imposible de divisar, sobre todo si se sufre de algún grado de claustrofobia. Sin embargo, al adentrarse en el túnel, el silencio transmite una calma única y más que recomendable a estas alturas del año.
Además, es necesario poner casi toda la concentración en caminar por zonas seguras, lo que hace olvidar cualquier indicio de claustrofobia que se pueda tener.
"Es impresionante, me sentí bien en los túneles, sobre todo cuando se apagaron las linternas, se sintió el ruido de los autos y varias cosas que no puedo explicar", contaba Luis.
Esto porque en un trayecto del recorrido, cuando nos encontrábamos en mitad del túnel que sale cerca del colegio Sara Cruchaga, el guía de la expedición, José Luis Brito, nos pidió apagar todas las linternas y mantener el silencio por casi un minuto. Ahí pudimos sentir el ruido de los autos que pasaban por encima del túnel y, a lo lejos, el golpeteo del mar. En ese minuto solo la paz y la alegría inundaban el ambiente.
Al llegar a la salida de este túnel, todo el grupo compartía bromas y risas. El ruido llamó la atención del dueño de uno de los sitios colindantes, Francisco Jorquera, quien salió a compartir un rato con los paseantes.
Seguro a este vecino le sorprendió que hubiesen excursionistas en el sector, ya que a pesar de lo especial del lugar y de los casi 80 años de existencia de los túneles, son pocos los sanantoninos que se dan el tiempo para conocerlos.
Diversidad
El grupo que participó en la excursión era bastante diverso, desde niños hasta personas de la tercera edad. Pero la emoción en todos era la misma: fascinación.
"Es la primera caminata a la que vengo, fue bacán, porque yo siempre miraba y pensaba ¡oh yo quiero ir, quiero entrar ahí y ahora por fin pude!", dijo emocionada Josse Salinas, de 18 años.
"Me encantó pasar por el agua, fue muy bonito. Vinimos con mi hermano, porque él me contó y ojalá podamos ir a la otra", dijo Lucero Gajardo, de 13.
Igual que Lucero, Josse también vino con su hermano, Waldo. "Es súper emocionante conocer algo único y que yo creo que no lo volveré a repetir, menos aun de la forma tan poco preparada en que vine hoy, porque no estaba listo para venir a este paseo", contó el joven, quien fue llevado de sorpresa a la expedición, pero quedó encantado con el trayecto. "Incluso me entusiasmé con venir al otro", dijo Waldo con alegría.
"A mí me gustó la actividad por la diversidad de personas, muchos niños, adultos, jóvenes, universitarios y gente común de San Antonio, como uno. Lejos, lo mejor fue compartir con los niños que estaban impresionados y la sensación al momento de la oscuridad total. Eso fue impresionante", explicó don Jorge.
Lo feo
A pesar del entusiasmo de los paseantes, sin duda el punto menos bonito de la jornada fue puesto por los sanantoninos. Es que en varias partes del túnel había montones de basura.
"Espero poder contarle estas aventuras a mis nietos o poder traerlos, pero ojalá podamos cuidar este sector y valorarlo realmente", dijo Jorge.
Futuras expediciones
Los organizadores calificaron como un éxito la actividad y adelantaron que la última excursión de este año se viene pronto: el 29 de noviembre. Aprovecharon de realizar la invitación a los participantes de la caminata de ayer y a todos los sanantoninos.
"Todos tienen que venir porque es una gran alegría haber terminado el recorrido, venciendo incluso varios miedos", dijo Jorge. J