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El trágico sino que persigue a una mujer de Leyda: su esposo y tres hijos murieron atropellados

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Ramón Cabrera Cabrera (59) siempre bromeaba asegurando que se había salvado de la maldición de morir atropellado a los 48 años, tal como había sucedido con su padre y dos de sus hermanos, quienes fallecieron a la misma edad y en circunstancias muy parecidas.

"Me acuerdo que cuando cumplió 48 años, Ramón bromeaba diciendo que él se había salvado de morir tal como su padre y dos de sus hermanos, pero pasaron nueve años y mi cuñado también corrió la misma suerte de sus hermanos y su papá, muriendo atropellado en la ruta el 24 de diciembre de 2012", cuenta Carola Valdés, cuñada de Ramón.

La víctima murió en la Ruta 78, en la antigua calle de Leyda, luego que un camión que transportaba automóviles lo arrollara, provocándole la muerte de forma instantánea.

En tanto, el conductor del camión intentó darse a la fuga, siendo alcanzando por una hermano y sobrino de la víctima, a la altura del peaje de Melipilla.

Después de esta cuarta muerte, la familia Cabrera Cabrera decidió no volver a celebrar la Navidad, ya que para ellos esta fecha está llena de amargura y penosos recuerdos.

"Me acuerdo que esa Navidad todos mis nietos estaban esperando al Viejito Pascuero y mientras nosotros velábamos a mi hijo en la casa. Desde ese día decidí no volver a celebrar la Navidad porque es una fecha muy dolorosa para todos", señala Raquel Cabrera, esposa y madre de los cuatro fallecidos.

papá

Esta triste historia comenzó a contarse el 1 de diciembre de 1980, cuando Daniel Cabrera, de 48 años, murió atropellado en la ruta que antiguamente iba a Santiago.

"Ese día habíamos ido todos a la cancha, pero yo me fui antes a la casa con el más chico de mis hijos, que en ese entonces tenía tres años", recuerda Raquel.

"Como a las 9 de la noche, una vecina me dijo que habían atropellado a mi marido. Con mi suegra fuimos a ver qué pasaba y un vecino lo llevó hasta el hospital en su camioneta porque nos aburrimos de esperar a la ambulancia. Después se lo llevaron a Santiago, pero no había nada que hacer. Mi marido falleció a los 48 años, cuando regresaba a Leyda", añade Raquel.

Desde ese día la vida de esta mujer dio un giro de 180 grados ya que tuvo que enfrentar la pena y la soledad junto a sus hijos nueve hijos.

luis

Diecinueve años después la tragedia volvió a golpear a los Cabrera Cabrera.

Esta vez, el segundo hijo del matrimonio compuesto por Raquel y Daniel, falleció atropellado luego de acudir a un incendio en Ariztía, lugar donde trabajaba.

Luis Cabrera perdió la vida el 31 de diciembre de 1999, a los 48 años, tal como había ocurrido con su padre.

"Mi cuñado estaba ayudando a apagar el fuego cuando se cayó de una máquina, siendo atropellado por una motoniveladora que también trabajaba en el incendio", cuenta Carola.

"Cuando me enteré de la muerte de Luchito casi me morí. No podía creer que ahora mi hijo había muerto a los 48 años y atropellado tal como había pasado con su padre. Definitivamente para mi diciembre era un mes que quería pasar por alto, porque dos hombres de mi vida se habían ido justo en ese mes", dice, con algo de rabia, Raquel, quien no logra reponerse de la pena de ver partir a tres de sus hijos.

alexis

La vida le tenía preparado un nuevo golpe a esta mujer de 80 años.

El 7 de enero de 2011, su hijo Alexis Cabrera Cabrera, de 48 años, murió en la Ruta 78, mientras hablaba por teléfono con el mayor de sus hijos, que en ese entonces tenía 17 años.

"Siempre le decíamos que transitara por la pasarela que hicieron en la ruta, pero él nunca quiso. Sus amigos también le decían lo mismo, pero nunca hizo caso", dice Raquel.

Ese día su madre anduvo con un extraño presentimiento. Como si supiera que algo raro iba a pasar, pero su corazón se negaba a esa posibilidad, hasta que se enteró de esta nueva tragedia que le tocó vivir.

"Estaba en la casa cuando sentimos mucho ruido proveniente de la autopista y dijimos algo pasó. Ya nos daba miedo ir a mirar porque con todo lo que habíamos pasado no queríamos más tragedia", cuenta Carola.

"Mi marido fue a ver qué había pasado. Ellos no le quisieron decir a mi suegra que habían atropellado a mi cuñado, pero mi hijo, que en ese entonces era chiquitito, le dijo a su abuela que a su padrino lo habían matado", agrega Carola, con sus ojos llenos de lágrimas.

Ese día, los hijos de Raquel le prohibieron ir al lugar donde había muerto su hijo.

A raíz de la muerte de Alexis, su hijo mayor está sumergido en una profunda depresión.

"El se echa la culpa. Dice que si su papá no hubiera venido conversando con él no habría muerto. El cuenta que venían conversando de un computador que le iba a comprar y que de un momento a otro dejó de escuchar su voz...creemos que ahí lo atropellaron. Lamentablemente mi sobrino aún no logra reponerse de la pena y eso nos tiene muy preocupados a todos", cuenta Carola.

Después de esta tercera muerte Raquel no quería saber nada de nada. Hasta el día de hoy no se explica el porqué la vida se ha empecinado con ella haciendola perder primero a su compañero de vida y después a tres de sus hijos.

"Yo ya no quiero más guerra porque jamás me podré reponer de la muerte de mi marido y de mis hijos. Además que los cuatro murieron atropellados y tres de ellos a los 48 años", señala Raquel.

ramón

Como si todo el dolor que le había tocado vivir fuera poco, una cuarta muerte enlutó a esta querida familia de Leyda.

El 24 de diciembre de 2012, Ramón Donato Cabrera Cabrera, falleció atropellado en la Ruta 78.

Nancy Pinto, nieta de Raquel, decidió ver qué pasaba en su familia luego de tanta muerte, por eso junto a su hermana decidieron ir a ver a una vidente para que tratara de explicarles qué pasaba.

"Esta persona nos dijo que le habían tirado una maldición a mi abuelo y que esto terminaría con la muerte de mi tío Ramón y la verdad es que lo único que queremos es que esto se termine de una buena vez porque para nadie es bueno vivir de esta forma", indica Nancy.

Carola cuenta que Raquel tiene muchos nietos, y que por esa razón viven con el alma en un hilo.

"Después de tanta muerte, nos aferramos mucho como familia, por eso cuidamos a nuestros hijos como si fueran hueso santo. No queremos seguir perdiendo a miembros de nuestra familia, ya que no creo que pudiéramos reponernos de una nueva tragedia", indica Carola. J

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