El drama de vivir en una toma contado por José Miranda, dirigente del campamento "Seguir Avanzando"
José Miranda y María Pavez son los padres de Cristián, estudiante de 9 años de la Escuela Padre André Coindre ubicada en el popular sector de Bellavista. Hace 6 años llegaron a vivir al puerto San Antonio con la idea de que su hijo mejorara de una vez por todas de un asma severa que no los dejaba vivir tranquilos debido a las constantes crisis que sufría el pequeño en la contaminada capital de nuestro país.
"En el 2008 llegamos a la casa de mis suegros en la Villa Los Poetas, justo donde limita San Antonio y Cartagena. Queríamos vivir tranquilos, que nuestro hijo se recuperara y poder trabajar para subsistir. La falta de recursos y oportunidades hizo que nos tomáramos un costado de la quebrada", recuerda José Miranda, tras la fallida opción que les acarreó una seguidilla de problemas a las familias que se tomaron el lugar y que, a algunos de ellos, sin otra alternativa, hoy los tiene viviendo en mediaguas a la espera de la casa propia.
El nombre, "Seguir Avanzando" (ex Nuevo Amanecer), que un grupo de familias puso a la comunidad donde habitan en mediaguas en el sector alto de Bellavista, fue como una forma de incentivarse a sí mismos a continuar luchando por una casa digna y propia. Durante casi dos años han debido lidiar con plagas de ratones, frío, falta de agua, luz y el desalojo, con fuerzas especiales incluidas, del terreno que se habían tomado en la comuna puerto, justo en el límite con Cartagena.
"Luego de que demolieron nuestras casas para expulsarnos de la toma, muchas personas se fueron a la casa de familiares y amigos. Hoy quedamos seis familias a un costado del camino. Nos entregaron unas mediaguas para vivir en forma provisoria, hasta que se encuentre otra solución. Fue muy crudo pasar el invierno en carpas durante todo el año 2013, ya que las mediaguas las entregaron recién en mayo de este año. Hoy tenemos luz y de la municipalidad nos traen agua todas las semanas. De a poco vamos avanzando", explica el dirigente José Miranda.
VIVIR CON RATONES
José Miranda recuerda con tristeza y también con rabia lo que tuvieron que pasar durante todo un año los niños y adultos mayores cuando los desalojaron del terreno tomado. Les destruyeron las casas y los dejaron literalmente en la calle. "Los que no tuvieron un familiar que los acogiera, estuvieron con carpas, plásticos y cartón en la calle", cuenta y muestra el lugar por donde hoy pasa la locomoción.
"A veces uno no encuentra un mejor camino. Nosotros somos personas que trabajamos pero como le sucede a la mayoría de la gente en este país, cada vez la plata alcanza para menos. Yo me vine con mi mujer y mi hijo a vivir acá por la salud del pequeño. Soy comerciante ambulante, también hago trabajos como eléctrico y en los veranos me va un poco mejor porque me voy a trabajar a las playas. No soy quedado, mi mujer también es muy trabajadora. Pero a veces, las cosas no se dan nomás", dice el dirigente en relación a falta de un hogar propio para él y para muchas familias que hoy luchan por tenerlo.
sinsabores
Durante un año su familia y varias otras pasaron frío, hambre, sin luz, sin agua, menos aún tenían ducha o lo mínimo, como un baño donde defecar y orinar. Necesidades mínimas para cualquier ser humano.
"Lo más indigno fue tener un tarro en vez de un wáter, el que teníamos que ir a botar a la quebrada. También cuando llegaba la noche y estábamos a oscuras. Había niños y adultos mayores y eso a las autoridades no les importó. Es una pena tan grande la que sentimos. Fuimos discriminados. Nos echaron de un terreno administrado por Serviu pero que es de todos los chilenos para instalar una cancha de tierra. Y ocupar casi 90 millones de pesos en eso. Eso sí que es triste y discriminador", asegura Miranda sin contener las lágrimas.
la navidad
Agrega que "la Navidad pasada armamos el árbol en un pasillo entre las carpas. Los niños estaban felices, los hizo olvidar que vivíamos casi en la calle. Era lo único que le daba color al lugar. Este año, al menos, cada uno tiene una mediagua y el próximo año, esperamos tener un lugar propio donde vivir".
Es que en estas fechas los sentimientos afloran más que en otras épocas del año. Saber que hay tantas personas que viven en la extrema precariedad hace que duela el corazón, dice José.
"No le doy a nadie pasar la noche de Navidad a la intemperie como sí lo hicimos el año pasado. Lo único bueno de eso fue que compartimos todos juntos, como una gran familia. Más que todo por los niños, porque en verdad no hubo mucho que celebrar. Hoy seguimos luchando por contar con la casa propia y por tener dignidad.
IGUALDAD
"Nosotros fuimos discriminados. Desde que nos desalojaron y destruyeron nuestras viviendas con retroexcavadoras y fuerzas especiales, ningún político se ha acercado para saber cómo estamos, menos para ayudar. Nos hicieron promesas y jamás cumplieron. Ahora estamos trabajando bien con el Serviu, porque la administración anterior fue un desastre", critica José Miranda.
Durante más de un año, los vecinos del ex campamento Nuevo Amanecer tuvieron que lidiar con plagas de ratas y también sapos. Niños y adultos sufrieron en carne propia lo que era vivir en la precariedad máxima sin saber por qué les tocó esa suerte.
Hoy viven en mediaguas, en condiciones un poco más dignas, mientras están a la espera de una casa propia. Al menos cuentan con agua que llevan en camiones desde la municipalidad y luz autorizada. "Aunque en el sector siempre hay ratones, al menos ya no nos tapamos con nailon y cartón. Cada familia ha ido arreglando su mediagua, con baño y ducha. Antes ocupábamos un tarrito que había que ir a botar al cerro. Poco a poco van mejorando las cosas y hemos estado tranquilos porque sabemos que Serviu está con muchos "cachos" de la administración anterior. Nos dieron un plazo de dos años, pero no esperaremos más que eso por una solución a nuestros problemas. No es justo que niños y adultos tengan que pasar por el terrible suplicio que les ha tocado vivir".
duro invierno
"Pasamos un invierno con lluvia y frío, enfermedades y humedad; luego el calor trajo plagas de ratas, sapos y mosquitos. También pasamos en la calle Fiestas Patrias, Navidad y Año Nuevo. Al menos este año hemos estado mejor, pero falta mucho por hacer", señala José Miranda al recordar lo que vivieron durante el 2013 y la entrega de mediaguas recién en mayo pasado.
"Vivimos tiempos de desesperanza, sin saber qué hacer, dónde ir y nadie que nos ayudara. Pero cuando uno no tiene opción de otra cosa, tiene que esperar lo que decidan las autoridades por uno. La mayoría somos comerciantes ambulantes y ganamos lo mínimo. No estamos en estas condiciones por flojera, sino porque no encontramos el camino ni la mano amiga que pueda darnos un empujón", finaliza el dirigente. J
"Luego de que
demolieron
nuestras casas
para expulsarnos
de la toma,
muchas personas
se fueron a la
casa de
familiares y
amigos".
