La historia del guardia que quería ser carabinero, pero su papá no lo dejó porque ganaban poco
Sergio Alvear Walker (65) está contando los días para jubilarse, aunque tiene claro que debe tener un poco de paciencia porque ese día llegará sólo cuando sus dos hijos menores terminen de estudiar.
"Me gustaría descansar, esa es la verdad, pero hasta que mis conchitos no terminen de estudiar tengo que seguir echándole para adelante nomás", reconoce con simpatía y lleno de orgullo. "Mi hija Romina está estudiando en la universidad Santo Tomás y Benjamín está en el Inacap, así que hasta que ellos no terminen debo seguir trabajando", confiesa.
Este vecino de la población 30 de Marzo, específicamente de calle Libertad 860, se desempeña hace seis años como guardia del Patio de Ambulancias en el hospital Claudio Vicuña. Llegó a este lugar después de haber trabajado varios años en el condominio Illimay en Las Cruces y en la empresa Seaport.
"Cuando decidí bajarme de los barcos pesqueros tuve que buscar otro empleo. Fue así como hice un curso de guardia en 1998", cuenta.
Antes de llegar a desarrollar esta importante labor, Sergio trabajó en el barco pesquero San Antonio, tal como lo habían hecho su padre, sus tíos, sus primos y toda su familia, aunque reconoce que él quería ser carabinero, pero cuando su papá se enteró lo mandó a la punta del cerro.
"En 1969 hice el Servicio Militar y siempre me tocaba hacer guardia con otro soldado que era hijo de un carabinero. Él me dijo que si quería me podía inscribir en la institución y la verdad es que la idea me gustó harto hasta que le conté a mi papá. Me acuerdo que ese día quedó la escoba en mi casa porque antes los papás eran bravos y se hacía lo que ellos decían y uno no tenía ni derecho a chistar", recuerda.
"Un día mi amigo llegó a la casa vestido de carabinero. Todos pensaban que me llevaría detenido porque me había mandado un condoro, pero venía a verme y a decirme que estaba todo listo para que me inscribiera en la institución. Me acuerdo que cuando le dije a mi papá se enojó mucho. Eso fue lo más suavecito que me dijo y a la semana siguiente ya estaba arriba de un barco pesquero con mis tíos, mis primos y toda mi familia. Finalmente trabajé casi 30 años en la captura de la merluza. La verdad es que no tuve más elección", agrega con algo de frustración.
En 1996 las pesqueras sanantoninas comenzaron a desaparecer, situación que fue aprovechada por Sergio para buscar nuevos horizontes. "Necesitaba buscar otra pega, pero tenía que ser en tierra porque ya estaba cansado de trabajar en la mar hasta que llegué a trabajar como guardia a Illimay", rememora.
"El trabajar en la mar es muy sacrificado a pesar de que uno se acostumbra al vaivén de las olas, a dormir, a comer arriba de un barco. Viví experiencias bien bonitas en todos esos años, pero si hubiera podido elegir, habría sido carabinero", asegura con algo de nostalgia.
claudio vicuña
Hace seis años Sergio llegó a la guardia del Patio de Ambulancias del Claudio Vicuña. Dice que al principio le daba un poco de susto, ya que su caseta está a pasos del Servicio Médico Legal y siempre se cuentan historias escabrosas de este lugar.
A pesar del temor que sentía, no le quedó otra que armarse de valor, sobre todo cuando le tocaba hacer turnos de noche.
"En todos estos años creo que una vez me pasó algo raro. Como a las dos de la mañana sentí un ruido donde está la basura. Mientras miraba para saber qué andaba por ahí, sentí que alguien me tocó el hombro, pero cuando me di vuelta no había nadie, así que me fui rapidito de ese lugar", relata entre risas.
"Pero acá uno se pone respetuoso de la muerte porque la gente que llega a buscar a un familiar fallecido viene con mucho dolor y pena. En innumerables ocasiones he sido testigo de escenas desgarradoras que a uno lo dejan pensando en todo lo que le ha pasado en la vida y en la suerte que he tenido al tener a mis seres queridos a mi lado", reflexiona.
El trabajador reconoce que una de las muertes que más le ha impactado fue el homicidio de un joven en Cartagena a causa de un ajuste de cuenta.
"Ese día tuve que ir a buscar el informe a la morgue y aunque uno trata de no preguntar ni mirar, por respeto, los ojos igual se van. Esa vez el joven fue apuñalado como veinte veces y en el cuello tenía una tremenda herida. Fue muy fuerte ver eso. Me costó hartas semanas volver a dormir porque la imagen me daba vueltas en la cabeza", afirma.
Con el pasar de los años, el temor fue pasando y ahora no tiene ningún problema en hacer sus rondas durante la noche. Fue así como una vez sorprendió a unos sujetos que querían ingresar al recinto quizás con qué intenciones.
"Los pillé justo cuando iban saltando la pandereta, pero al verme salieron arrancando. Dos veces me ha pasado lo mismo, ahora yo no sé qué buscan acá porque no hay nada para robar, pero a veces por hacer daño igual se meten donde no deben", explica mientras saluda a un conductor que le hace amistosas señas.
Es que acá circula mucha gente durante el día y casi siempre son las mismas caras. Así que uno va conociendo a la gente. Además hay que ser amable, sobre todo en un trabajo como este en donde mucha gente se acerca a preguntar diversas cosas y uno siempre tiene que responder de buena manera.
familia
Cada vez que Sergio habla de su familia, su cara se llena de orgullo. Cuando está libre aprovecha el tiempo para estar con su mujer, María de la Luz Jorquera, con quien decidió formar una familia hace unos 30 años.
"Mi familia es lo más importante para mí, por eso sigo trabajando porque quiero que mis hijos más pequeños terminen sus carreras y sean alguien en la vida. Pero mis cuatro hijos son todo para mí, además una de mis hijas está embarazada y está esperando una niñita", dice con alegría.
"El embarazo de mi hija me tiene muy contento porque por ahora tengo un solo nieto y me tiene vuelto loco porque es muy regalón... Ojalá que todo salga bien y que los años pasen volando para que de una buena vez pueda disfrutar con ellos lo que me queda de vida", finaliza pensando en su jubilación. J
"Me acuerdo que
cuando le dije
a mi papá se
enojó mucho.
'¡Cómo se te
ocurre ser
carabinero si
ganan una cagá
de plata!', me
dijo".
