Salvavidas recuerda trágica historia del niño que murió ahogado en mar de Cartagena
Presenciar una muerte es un evento doloroso, más aún cuando se trata de un niño. Los salvavidas de Cartagena son espectadores de innumerables escenas como esta, circunstancias en las que no queda otra opción que mirar, esperar y con el tiempo recordar. Como hoy lo hace el rescatista Leonardo Castillo (46).
"Yo tengo que haber tenido unos 18 años y el niño, unos 12. Estábamos trabajando en la playa el Ensueño. Lo saqué del agua y con un ayudante que tenía en ese tiempo, le hicimos todas las reanimaciones que correspondían. La Armada nos enseña una serie de pasos que debemos seguir y yo insistía en hacerlos de forma repetitiva, con la adrenalina que tenía. Pero no funcionó y lo trasladamos a la posta", recuerda Castillo sobre el episodio más ingrato de su carrera como salvavidas.
Así comenzó la historia que Leonardo nunca ha podido olvidar. "No creas que por ser salvavidas, uno no tiene sentimientos. Uno es un ser humano como cualquier persona", admite.
"Esta historia siempre me ha marcado. El niño estaba muerto. Yo tuve que ir, acercarme a la familia y comunicarles la noticia. Eso es lo más doloroso que he hecho en mi vida. Además, yo estaba a punto de ser padre en ese momento y fue muy duro", confiesa.
"Abracé al papá del niño y llorábamos los dos juntos. Sólo le dije: tiene que estar tranquilo, su hijo ya no está entre nosotros; ahora está descansando. Desde ese instante él y la familia se pusieron a llorar. Eso fue lo más difícil. Yo también lloraba, eso nunca lo podré olvidar", insiste Castillo.
Familia Castillo
Leonardo Castillo Córdova lleva 28 años trabajando como salvavidas en las diferentes playas del Litoral Central. Su labor de rescate lo ha marcado de tal forma que hoy lo acompaña su hijo, Leonardo Castillo Castro, que hace dos años se desenvuelve como salvavidas en las playas de Cartagena.
Cuando Leonardo padre habla de su oficio, se le llenan los ojos de orgullo y sobre todo de alegría por haber inculcado esas ganas de ayudar a sus hijos, pues tiene otro retoño que también en su minuto lo acompañó a servir en el mar.
Para Leonardo, lo más importante es recordar que "el mar es el que manda. Al mar no hay que temerle, pero sí hay que respetarlo. Y así he criado a mis hijos, sin miedo, pero si con respeto", dice el salvavidas.
No obstante, Leonardo hijo afirma que independiente de la admiración que siente por su padre, este es muy exigente cuando del mar se trata.
"Las mujeres son para antes de las 10 de la mañana y para después de las 8 de la tarde. Ese es el lema de mi papá", cuenta Leonardo junior.
El hijo hace esta salvedad porque dice que hay muchos salvavidas que usan el uniforme para conquistar a las veraneantes y no realizan bien su labor de rescate y vigilancia. Por lo mismo, el padre de la familia Castillo siempre ha inculcado en sus hijos que los valores de un salvavidas están en dejarlo todo en el mar. Y eso es lo que ellos hacen siempre.
"No sabría explicar lo que se siente o por qué los salvavidas tenemos ese instinto, pero es muy especial. Las ganas de ayudar nacen y por eso oriento a mis hijos a llevar una vida profesional, con responsabilidad ante todo. Además, este oficio ha sido una tradición que se ha transmitido de forma natural. Nadie los instruyó para que ellos eligieran ir por el mismo camino que yo", apunta Leonardo padre.
Su hijo lo corrobora y admite haber tomado solo la iniciativa de unirse a su padre en la vocación de salvavidas, tal como en algún momento lo hizo su hermano mayor. "Yo y mi hermano quisimos ser salvavidas, porque siempre vimos a mi padre como una especie de héroe. Pero, él jamás no obligó a nada. Es una tradición familiar que hemos seguido por coincidencia".
Adrenalina
-Leonardo hijo (Lh): Es tanta la adrenalina de ir a salvar a esa persona que no puedes pensar cuando ya estás corriendo. Yo el año pasado rescaté como a tres personas, porque estoy recién comenzando. Pero lo que más tenía era adrenalina y ganas de salvar a la gente
Leonardo padre (Lp): Por una parte está la adrenalina, pero también hay que ser consciente de que se trata de una vida que está en riesgo. Entonces lo primordial es contar con el equipo necesario, estar físicamente preparado y además no alarmar al resto de la playa. Ese es otro aspecto que suele actuar como presión para nosotros: la gente que está observando alrededor. Saber que hay una familia esperando a la persona ahogada o espectadores creando morbo de la situación, muchas veces altera al salvavidas y eso tampoco es algo que aporte para desarrollar un rescate exitoso.
-Lp: Cuando tenía 18 años, hice un rescate en la Playa Grande de Cartagena. Se estaban ahogando dos niños en el sector de los roqueríos. Los sacamos en el momento preciso, porque justo la marea los arrastraba al rompeolas. El factor que nos ayudó bastante fue que uno de los menores estaba con un chaleco salvavidas, eso nos alivianó la carga para poder llevarlos hacia la orilla y llegar con ambos a salvo. Fue mucha la adrenalina en ese momento, además, yo estaba como mi hijo, recién comenzando, y ahí la adrenalina se siente más fuerte. Por otra parte, la gente nos aplaudía y eso le dio una emoción distinta al rescate.
MIEDO
Los salvavidas, como todo ser humano, también sienten miedo, pero están sometiéndose constantemente a él. "No por el miedo voy a dejar de hacer lo que amo", sentencia Leonardo padre, quien además reveló una situación en la que en realidad sintió mucho temor.
"En el año 1988 las olas eran denominadas tumbos, porque no eran como las olas de hoy día. Medían aproximadamente 3 metros y traían mucha corriente. En esas condiciones hicimos un rescate con un compañero. De repente llegó el helicóptero a buscarnos y nosotros dijimos que preferíamos salir solos. Ese fue el gran error. Estuvimos perdidos en el agua por casi cuarenta minutos, atrapados. No lográbamos salir. Ahí sentí miedo, pero de todas formas jamás dejaría de lado mi trabajo, porque hago lo que me apasiona", recuerda el experimentado salvavidas.
Proteger a las personas y salvar vidas en el mar es una tarea difícil, arriesgada y digna de vocación, pero ellos la hacen con el corazón, tal como lo demuestra la familia Castillo. "Nosotros estamos orgullosos de hacer lo que hacemos, los dos tenemos hijos más chicos y queremos dejarles este amor por el mar y por ayudar a los demás", señalan a dúo los Leonardo Castillo. J