A caballito de palo: la infaltable fotografía del paseo Bellamar
Para muchos resulta muy común ver una gran variedad de gente posada en las orillas del paseo Bellamar, ya sea vendiendo artesanía o haciendo performances artísticas. Gente de aquí y allá, que tal vez no nos damos cuenta si están o no. Pero los caballitos de las fotos, ya son parte del patrimonio del paseo.
Se trata de una tradición patentada en nuestro país desde hace más de 100 años, aunque hoy en día se ha visto muy decaída debido a la expansión avasalladora de la tecnología digital.
Patricio Rodrigo Muñoz ha cultivado este oficio de tomar fotografías a los niños sobre los caballos de madera en San Antonio desde hace 22 años.
Sus clientes son en su mayoría gente de la comuna y turistas, en especial niños, quienes no dudan en acercarse, con esa curiosidad que los caracteriza, para observar detenidamente sus coloridos equinos de palo, los que portan unas pequeñas chupallas con un listón tricolor.
"Yo empecé a los 14 años como fotógrafo", comienza a contar. "Yo soy nativo de Pichilemu, pero hace 22 años que vivo en San Antonio, en el cerro Bellavista. Recuerdo que empecé con un amigo tomando fotos en los parques por ahí, después en las fiestas religiosas, y así con los caballitos en todos lados. Recorrí desde Arica hasta la Isla Grande de Chiloé, y al final me quedé aquí".
trayectoria
Muñoz comienza a platicar sobre el porqué decidió quedarse finalmente en el puerto, diciendo que una de sus principales razones fue la de pasar sus últimos años de vida cerca de su familia.
"Mire, cuando uno llega a cierta edad, uno va eligiendo dónde estará los últimos días. Yo quería irme a Antofagasta o San Antonio, ya que allá hice harto billete, pero al final decidí quedarme aquí por mis nietos, porque estoy más cerca de los hijos, y por la cercanía", explica mientras revisa un banano que porta cerca en su cintura.
Cuando se le pregunta sobre si alguno de sus hijos tiene interés de seguir con esta labor, su expresión manifiesta duda.
"Mis hijos ya están todos crecidos. Ellos estudiaron ingeniería y dudo mucho que quieran dedicarse a este rubro. A mí me gustaría que este oficio siguiera traspasándose por varias generaciones, pero la verdad es que lo veo muy difícil", expresa el fotógrafo.
Sin embargo, esta sentencia no lo desanima del todo, ya que expresa que mientras Dios continúe dándole fuerzas, él seguirá fotografiando a los niños con sus caballitos de madera.
"Yo ya estoy cerca de los 75 años, así que por mi parte seguiré ejerciendo este rubro hasta que el pellejo me dé", afirma de manera decidida Muñoz. J