Desenfreno total: mujeres enloquecieron con la sensualidad del brasileño Fabrizio
No llevaba ni dos minutos en el escenario y las mujeres pedían delirantemente que se sacara toda la ropa. Otras dos, de unos 30 años, no perdían el tiempo y lo toqueteaban por todas partes, incluso sus partes íntimas. Otras le sacaban fotografías y la gran mayoría de las asistentes lo miraban con una cara de querer comérselo con papas fritas.
Así fue la presentación del bailarín Fabrizio Vasconcellos, ex Porto Seguro y chico reality, que el pasado martes hizo delirar a todas sus fans en la discoteca Aquelarre, ubicada en El Tabo.
Pero la noche comienza en el camarín del recinto. Allí está Angelo de Cinti, un joven cantante que se está haciendo de sus primeras armas. En otro sofá se encuentra Matías Fuentealba, el doble de Chayanne y unos minutos más tarde aparece Fabrizio.
Como por un sexto sentido, las mujeres, que a esa altura de la noche, como a las 2 de la madrugada, se encontraban bastante eufóricas comenzaron a desesperarse al no ver en acción al musculoso brasileño y comenzaron a exigir su pronta salida al escenario.
Pero antes, el doble de Chayanne es el encargado de subir la temperatura en el recinto, que este verano se ha convertido el centro neurálgico del carrete juvenil.
"La verdad es que las mujeres son súper desinhibidas cuando se juntan entre ellas, más aún cuando están en un grupo grande como en las discos", parte diciendo Fuentealba, que en breves minutos saldrá a cantar y bailar al estilo de Elmer Figueroa.
Matías lleva varios años imitando al puertorriqueño y ya tiene en el cuerpo varios espectáculos como también varios cariñitos por parte de las osadas mujeres que llegan a divertirse a los locales nocturnos.
"Ellas cada vez que pueden intentan tocarte o se suben al escenario y te pegan un agarrón. Es complicado en muchas ocasiones para uno, porque a veces ellas son muy decididas y están dispuestas a hacer cualquier cosa. Los hombres, porque me ha tocado estar en eventos masculinos, son distintos, porque saben que hay un guardia que los puede sacar en un dos por tres, en cambio las niñas no. Es difícil que una persona de seguridad saque a una mujer bruscamente", manifiesta antes de salir al escenario.
Se arregla la chaqueta, se mira al espejo por cuarta vez, toma el micrófono, abre la puerta y la locura se desata en la masa de féminas que no debe superar las 300 chiquillas.
En el proscenio, Matías se mueve casi volando por al ritmo de Torero. Allí el hombre hace sensuales movimientos que derriten a las asistentas que estirando los brazos hasta más no poder intentan tocarlo, algunas con éxito otras solo se quedan con las ganas.
Luego de casi 20 minutos de show, el doble de Chayanne concluye su espectáculo entremedio de aplausos y el delirio de la fanaticada, que al fin se podrá servir el plato fondo que tanto esperaba.
SE LLEVÓ SU PREMIO
Fabrizio se acomoda su gorro y se pone la chaqueta, pide que le suban el volumen a la música, entra al escenario casi desapercibido por el público. El DJ suelta la pista de baile y comienza su performance.
Primero se sacó su abrigo y quedó en una polera musculosa, mostrando todos sus atributos físicos que lo hacen irresistible para las mujeres.
Así comienza a bailar cada uno de los temas Axe que lo lanzaron al estrellato. Las mujeres, de todas las edades y gustos, gozan viendo a este ejemplar del sexo masculino danzando tan libremente por el escenario.
Entremedio de todas ellas, una mujer de unos 45 años está en primera fila delirando por el brasileño. Lo mira con cara de deseo y le toma fotos en cada ocasión que lo tiene cerca y vez que puede se acerca para tocarlo y agarrarle su trasero. En la mayoría de las veces falla, pero en una de las ocasiones cumple su objetivo y se besa la mano en señal de triunfo. Ella está feliz, no puede creer su logro.
"La verdad es que uno trata de retribuirle al público todo el cariño con un buen espectáculo. A mí ya me da lo mismo, porque ya estoy acostumbrado y mi pareja sabe que esto es parte del trabajo", nos cuenta Fabrizio.
El ambiente está encendido. Si no fuera por los guardias, las chiquillas se hubiesen comido vivo al brasileño, quien baila sin tomar descanso.
Desde el escenario tomamos las fotografías. Pero faltaba una desde el público. Una que mostrara al bailarín desde frente y siendo venerado por todas las féminas. Bajamos y nos inmiscuimos entre el acalorado público. En medio de ellas comprendimos que todos somos Fabrizio cuando estamos en un ardiente grupo de mujeres. J