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Jóvenes y ancianos son quienes más se suicidan en Chile

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l "No puedo tener una vida normal y tranquila. Simplemente no puedo. Hay personas que les cuesta vivir. Yo soy de esas. Lamentablemente, y por más que lo he intentado, no he podido amarme a mí mismo. No quiero seguir viviendo con este tormento".

Estas fueron las últimas palabras que dejó en su carta de despedida el bioquímico Pablo Ramdohr Lepori (33), antes de anunciar su suicidio por su cuenta de Twitter el 13 de octubre de 2013. Esa mañana, el joven se quitó la vida tomando 10 gramos de azida de sodio.

Cada 40 segundos una persona se suicida en el mundo. Chile no está ajeno a este fenómeno.

Según advierte el último informe de la Organización Panamericana de Salud, de 2009, en Chile se suicidan 11 personas por cada 100 mil habitantes. La tasa más alta de América Latina después de Uruguay.

La tasa es liderada por los hombres con una relación de 18 casos contra 5 de mujeres.

Y por edad, los mayores de 65 años son el grupo que registra el mayor número de suicidios. J

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Mujer sobrevive gracias a la misericordia de sus vecinos

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En 1972 Luisa Muñoz Jara llegó a vivir a la población 30 de Marzo, específicamente a calle Vista Hermosa 1340, junto a su marido.

Con el pasar de los años, la relación entre ambos se fue deteriorando a raíz del alcoholismo de Luisa. Hasta que un día, aburrido de los golpes y las humillaciones, su marido decidió dejar la casa que ambos compartían.

Prácticamente sola, Luisa comenzó a consumir mucho más alcohol y eran sus vecinos quienes salían a buscarla cuando le perdían el rastro.

"A veces pasaban tres días y no sabíamos nada de la Luisa, entonces salíamos a buscarla hasta que la encontrábamos y la traíamos a la casa, pero duraba bien poco. Ella necesitaba salir a tomar y se volvía a perder", cuenta Felisa González, amiga y vecina de Luisa hace más de 40 años.

Sumida en su enfermedad, Luisa se olvido de las cuentas, de su casa, de todo y quedó viviendo prácticamente en la pobreza extrema, ya que desde hace algunos años tampoco cuenta con los suministros básicos.

Para colmo de males la salud de esta mujer tampoco es de las mejores, ya que producto de la diabetes que padece perdió la visión y hace poco le detectaron una demencia senil que la tiene desconectada de este mundo.

La desnutrición en que se encuentra también le juega en contra porque no tiene fuerzas para desplazarse y prácticamente debe arrastrarse para llegar a un lugar.

Durante todo este tiempo, los vecinos de Luisa han sido testigos del triste deselance que ha tenido esta historia, por eso se han unido para ayudarla en lo que más puedan.

"Ella era una mujer tan bonita cuando llegó", recuerda Felisa, quien agregó que "pero esta enfermedad la llevó a vivir en las peores condiciones, por eso todos quienes la conocemos tratamos de ayudarla, pero la único solución es que la internen en algún lugar donde se hagan cargo de ella. No es justo que viva en estas condiciones".

Cristian es distribuidor de gas y pasa casi todos los días por la casa de Luisa. Dice que siempre le llamó la atención verla tan abandonada, hasta que un día conoció su historia.

"Me da mucha pena por ella porque nadie puede vivir en esas condiciones. Yo sé que perdió la vista y que sufre demencia senil, por eso cada vez que la veo afuera la dejó dentro de su casa y le pregunto si necesita algo porque a veces está bien lúcida y se puede conversar con ella", cuenta el trabajador.

"La señora Luisa no ve nada por lo mismo es muy peligroso que salga a la calle porque la pueden atropellar, por eso yo siempre la paso a ver para saber qué necesita", agrega Cristian.

María Silvia Barrientos vive a unas cuadras de Luisa y a pesar de los problemas que tiene para moverse, todos los días se encarga de llevarle desayuno, almuerzo y cena.

Además se preocupa de su higiene, de llevarla al doctor y de que se tome sus medicamentos.

"Con mi hija estamos pendiente de ella porque no puede vivir así. A veces uno llega y está toda mojada porque como no puede moverse, sale de su casa al patio y después no es capaz de entrar y debe pasar toda la noche afuera", cuenta.

"En otras ocasiones uno ha llegado a verla y ve que le han robado todo lo que le traen porque acá todos andan pendiente de ella y la ayudan. Pero lo que ella necesita es que la lleven a un lugar donde puedan cuidarla", agrega María Silvia.

Según los vecinos han intentado, por todos los medios, conseguir el traslado de Luisa a una casa de acogida, pero sus esfuerzos no han dado resultados.

"Los vecinos queremos que hagan algo por ella porque nosotros le podemos dar comida, llevarla a su casa cuando esté dando vueltas en la calle, pero ella necesita atención especializada y nosotros no podemos hacer nada", explica Alex Armijo, vecino de Luisa.

"Además tampoco es posible que en pleno siglo XXI una mujer viva en estas condiciones. Sin luz ni agua, viviendo de la caridad de sus vecinos. Hemos golpeado hartas puertas, pero nadie nos escucha", agregó el vecino, quien aseguró que "nos duele verla en esas condiciones, sobre todo porque todos vamos a envejecer y a nadie le gustaría terminar así". J

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