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Familia santiaguina busca respuesta para la muerte de Guillermo Jiménez

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l El pasado fin de semana largo producto del feriado del 8 de diciembre la familia Jiménez Guerra viajó desde Santiago en la comuna de Huechuraba hasta la casa de descanso que desde hace más de 20 años mantienen en el sector de Alto Mirador en San Antonio.

Ya instalados en la ciudad puerto, el sábado 6 de diciembre Guillermo Jiménez Navarro, de 88 años de edad, comenzó a mostrar malestares y problemas al respirar, por lo que su familia, encabezada por su hija Ana María Jiménez Guerra, decidió llevarlo de urgencia al hospital Claudio Vicuña.

"Llegamos y comenzaron los problemas porque en urgencia no estaban las llaves para una silla de rueda y tuve que agarrar yo una silla de rueda y subirlo", relata Ana María Jiménez.

"Tras dos horas esperando que lo atendieron, se desmayó luego de que le pusieron suero y ahí le instalaron un marcapaso externo. Sin embargo el problema fue que no podía orinar y eso lo fue intoxicando", agrega.

El martes 9 de diciembre, don Guillermo Jiménez llegó a la UCI del Claudio Vicuña. "Recién a las tres el doctor subió, y después supimos que en todo ese rato no hubo ninguna petición para traslado. Recién cuando mi sobrina, que es doctora, habló con el doctor de turno hicieron la llamada y eso es lo que nos molesta, porque dijeron que mi padre no era prioridad por su edad, y creemos que una urgencia es prioridad siempre", explica Ana María Jiménez.

Don Guillermo pudo ser trasladado a Valparaíso, pero moriría producto de un paro cardíaco aquel 9 de diciembre, llenando de dolor a la familia Jiménez Guerra.

"Vamos a seguir un proceso legal porque el trato que tuvo mi padre fue horrible, aún nos tiene devastados. Quizás cuántas personas más recibieron ese trato aquel fin de semana largo", dice Ana María. J

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Un 24 de enero sus vidas cambiaron para siempre

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El 26 de enero pasado, Cecilia Garrido García sería trasladada desde el hospital Claudio Vicuña de San Antonio hacia el hospital Eduardo Pereira de Valparaíso porque no daba más con los dolores en su pie derecho. Una semana antes había tenido que ser postergado su traslado ya que inexplicablemente la ambulancia que tenía que viajar a Valparaíso no pudo hacer el recorrido por que simplemente el motor no prendió.

Antes de este pequeño gran inconveniente con el vehículo de salud, ya había sido operada de una necrosis en el colon e hígado que la tuvieron hospitalizada por varios días. Pero esta vez otro era el dolor: había comenzado a agudizarse una diabetes que arrastraba desde el 2010.

la mujer de la casa

Cecilia ha cuidado desde hace más de 10 años a su marido Hernán Jerez Alvarado, quien padece de esquizofrenia, y no puede trabajar.

En la pequeña y humilde casa que comparten en avenida La Playa, en la población Juan Aspeé, la mujer de 46 años ha sido siempre la encargada de hacer las labores domésticas, de cocinar, de cuidar a su marido, y de llevar las riendas del hogar.

"Hace cerca de tres años que me diagnosticaron esta esquizofrenia por la que no puedo desarrollarme en el ámbito laboral. Ni siquiera puedo salir solo a caminar por la calle, porque puede pasarme cualquier cosa por esta enfermedad", cuenta Hernán Jerez.

Cecilia lo cuidaba sin problemas y junto a Hernán vivían tranquilos. La complicada enfermedad de su marido era sorteada arreglándosela como pudieran y con mucho ingenio. Pero ahí estaban, dando la lucha en su casa de avenida La Playa.

Un 24 de enero fatal

Dos días le faltaban a Cecilia para ser trasladada a Valparaíso y saber la gravedad de su diabetes. Pero el tiempo le jugó una mala pasada y el 24 de enero fue una fecha que jamás olvidará: lo que eran dolores fuertes en el pie derecho se convirtieron en una gangrena por la cual tuvieron que amputarle gran parte de la pierna diestra en el hospital sanantonino.

La herida del corte no cicatrizó por completo y los primeros días fueron de un dolor insoportable porque el drenaje no estaba haciendo su labor.

"Se le hinchó tanto que el doctor le abrió tres puntos, metió dos de sus dedos por la rodilla y comenzó a drenar un poco los líquidos acumulados", afirma su marido Hernán Jerez, quien quedó muy molesto por el procedimiento que se llevó a cabo porque según su opinión "no le pusieron ni siquiera un sicólogo para que la situación no fuera tan chocante y cuando tuvo el problema del drenaje, en el hospital le dijeron que tomara paracetamol".

De vuelta a su casa en avenida La Playa, comenzaron más inconvenientes para Cecilia: le faltaba espacio para movilizarse en la silla de rueda que le prestó un templo evangélico; ni siquiera podía cocinar, menos realizar la gran mayoría de las labores domésticas que efectuaba para ayudar a su esposo Hernán. Pero lo más difícil de asumir ha sido su nueva condición. "Muchas veces siento que aún tengo la pierna derecha bien, y cuando me despierto hago el gesto de querer levantarme y luego me doy cuenta. El cerebro aún no ha asimilado por completo la amputación", dice consternada Cecilia Garrido García. Un 24 de enero su vida cambió para siempre. "Quiero recuperarme de la hinchazón y empezar a buscar una prótesis para empezar a caminar de nuevo", afirma convencida Cecilia. J

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