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Feñita todavía necesita 30 dadores de sangre

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l Fernanda Salgado (7), la niña de la población Sor Teresa que fue sometida a un trasplante de médula para superar la leucemia, requiere urgente de la solidaridad de la comunidad sanantonina.

La Feña necesita 50 dadores de sangre para iniciar su tratamiento de rehabilitación en el hospital Luis Calvo Mackenna de la capital, pero hasta ahora sólo ha conseguido 20. Por eso, su familia hizo un nuevo llamado para encontrar a esos 30 dadores, que son vitales para que la pequeña pueda salir adelante.

El contador Jorge Mella, amigo de la familia, informó que el alcalde Omar Vera dispuso un bus que el miércoles 25 llevará a todos los dadores que quieran colaborar hasta el Calvo Mackenna.

El vehículo saldrá desde la Municipalidad de San Antonio a las 7 de la mañana y, según Mella, el alcalde autorizó a los funcionarios que estén dispuestos a dar sangre para que vayan a Santiago.

Las personas que quieran ayudar a la Feña deben contactarse con Mella a los teléfonos 8-3822104 y 6-8478556. Quienes vayan de manera particular al Calvo Mackenna tienen que dar el RUT 22.447.039-8 de Fernanda. J

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Increíble: es un experto en reparar guitarras, pero no sabe tocarlas

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El taller de Carlos Basualto González está enclavado en la calle Ejército con El Molo, en pleno corazón de Barrancas. Allí, el aroma a madera es parte del inventario del local. Las guitarras cuelgan del techo y el piso está lleno de piezas de algún instrumento a cuerda. Para algunos sería un desorden, pero Basualto sabe con exactitud dónde está cada pieza que necesita.

El maestro transita por un estrecho pasillo para sacar alguna de sus pocas herramientas. Es que él se considera un artesano. "Sólo trabajo con las manos", afirma.

Su andar es lento y cancino cuando se mueve entre su local y la vereda donde también trabaja. Le encantaría tener la juventud de los 15 años, cuando un tío le enseñó este oficio de reparar guitarras, pero los años y el inexorable paso del tiempo lo tienen a mal traer. Los últimos meses no lo ha pasado bien.

Un accidente vascular lo tiene convaleciente y recién integrándose a su pasión: la reparación de cualquier instrumento a cuerdas.

"En mayo del año pasado estaba trabajando aquí en el taller cuando de repente me empecé a sentir mal. Me sentía mareado y que la parte izquierda del cuerpo se me adormecía. Me senté en una silla y al rato se me paso. Pensé que era normal. Pero en la noche me fui a dormir y cuando al día siguiente desperté, tenía muerta toda la parte izquierda de mi cuerpo", describe el maestro Carlos.

Pese a este duro golpe que recibió este padre de 3 hijos y abuelo de 8 nietos, las rehabilitaciones lo han ayudado mucho. No quedó con ninguna secuela visible, pero sí cuenta que no es el mismo de antes.

"Ando más lento y estoy consciente que pronto va a venir el segundo accidente vascular y luego el tercero y ahí me voy a ir. Es que así es esta cuestión. Es una enfermedad que siempre va a estar ahí", confiesa con valentía.

se muere el oficio

Con guitarra en mano, don Carlos recuerda sus inicios en este arte de reparar guitarras, cuando su tío le enseñó todos los secretos.

"Pasó el tiempo y después me fui pegando mis trucos. Me refiero a que aprendí a reparar otros instrumentos a cuerda como arpas, banjo y cualquier cosa que me llegara. En esos tiempos éramos varios los que reparábamos y ahora quedamos sólo dos. Mucha gente me conoce, porque mi otro colega está enfermos. Vienen de todas las edades, pero mi mejor público son los evangélicos. Siempre me traen sus instrumentos para que los arregle", comenta este hombre que además repara muebles y fabrica todo tipo de juguetes y barcos en miniatura.

"Mucha gente de Santo Domingo me hace encargos de artesanía y se los llevan al extranjero como a Suecia, Francia e Inglaterra", señala orgulloso, al tiempo que revela un paradójico secreto.

"No sé tocar ningún instrumento. Sí, así tal cual como lo oye. Nunca me llamó la atención aprender a tocarlos, porque a mí de joven que me gustó repararlos. Es como el guitarrista, que sabe cómo tocar su instrumento, pero no sabe fabricarlos o arreglarlos", culmina entre risas este flaco artesano que hoy hace de su oficio un verdadero patrimonio cultural de San Antonio. J

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