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María Isabel Capdevila, la mujer que lleva más de medio siglo ayudando a los demás

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María Isabel Capdevila cumplió 90 años el pasado 20 de febrero tan fresca y sana como una lechuga. A pesar de su avanzada edad, no perdió la oportunidad de bailar cueca y tango en la celebración que sus dos hijos, tres nietos y cuatro bisnietos hicieron para ella.

A pesar de haber perdido un poco del sentido de la audición, sigue con la misma jovialidad que la ha caracterizado toda su vida.

Partió como una socia más del centro de madres de la población San Pedro, en la década de los 60, y terminó como una destacada dirigente de los adultos mayores treinta años después.

Ha tenido la oportunidad de codearse con grandes personalidades de la política como el presidente Eduardo Frei y el actual senador Andrés Zaldívar. Sin embargo, su mayor legado es por lejos su inagotable capacidad de ayudar a los demás.

puro talento

Hija de Rebeca Rojas y de Ramón Capdevila, el primer operario de una grúa en el puerto de San Antonio, aprendió desde pequeña a tejer, a confeccionar ropa y juguetes.

Sabe de flores, de peluquería y hasta hacer zapatos femeninos. Una larga lista de talentos que siempre ha usado para construir un San Antonio mejor.

"Esas eran las cosas que nos enseñaban antes en la escuela y siempre me gustó aprender", cuenta la abuelita.

"Lo único que no me gustó mucho fue cortar el pelo a los hombres, porque decían piropos y esas cosas me ponían incómoda", agrega entre risas.

Cuando llegó a la población San Pedro en 1957, ese sector de Llolleo era el epicentro de la actividad ferroviaria del puerto de San Antonio.

Las personas que allí vivían, muchos de ellos llegados desde el campo, se dedicaban a mover carbón y agua para el tren a vapor que transportaba pasajeros entre la costa y la capital.

Ellos fueron los primeros en ser beneficiados con las buenas obras de María Isabel. Junto a un grupo de vecinas armó el centro de madres y gastó todas sus energías y ahorros para urbanizar el área.

"En ese tiempo tenía doscientos pesos y los gasté en veinte camionadas de material para rellenar acá. Eran puros hoyos. Cada camionada valía veinte centavos", recuerda.

"Juntaba a todos los niños y les decía que trajeran una piedra y así fuimos tapando y arreglando las calles. Después pusimos árboles frutales ahí", agrega.

Siempre ayudando

Con el paso del tiempo, integró el grupo de ayuda social de la capilla del Techo Fraterno de Llolleo y las Damas de Amarillo.

Integrando esta última institución recorrió todos los pasillos del hospital de San Antonio compartiendo con los enfermos, sus familiares o tan solo entregando una sonrisa.

ya cuánto nos van a dar para ir al hospital

"Y así juntaba unos pesos y partíamos a comprar útiles de aseo y cosas para hacer galletas que yo misma cocinaba y se las íbamos a dejar a los abuelitos", rememora.

La vecina de Llolleo también juntaba ropa usada y la repartía a los niños de escasos recursos de la comuna. San Antonio entones tenía un alto índice de pobreza.

llena de recuerdos

En su casa almacena decenas de fotos con cada una de sus andanzas, con sus hijos y con su familia. Cada una de esas imágenes guarda una anécdota.

A medidas que pasan las páginas se ven fotos con los alcaldes Elidio Soto, la alcaldesa Lucía Menares y con el actual jefe comunal Omar Vera. La historia de María Isabel es también la historia del puerto.

En muchas de las instantáneas se capturan los mejores momentos del club del adulto mayor Amor y Esperanza.

De los tiempos en que se vestían de viejos pascueros y que salían de paseo a conocer Chile. Recorrió Arica, Santiago y Chiloé, entre otras ciudades del país. Disfrutando después de años de trabajo y esfuerzo .

Le pregunto hace cuánto tiempo se formó la asociación y me responde que hace 25 años.

Junto a su hijo Patricio rápidamente calculamos el año exacto. Nos mirados y empezamos a sacar cuentas. Después de unos segundos llegamos a la conclusión de que fue en 1995. Estábamos mal.

"No, en el 90", nos corrige María Isabel. Ni el hombre, que debe bordear los sesenta años, ni el joven periodista de cuarenta años menos, son capaces de restar bien. Nos reímos y comprobamos que a los noventa se puede estar tan lúcido como a los veinte. Un ejemplo.

llena de vida

Hasta hace poco tiempo también fue parte del Coro de Adultos Mayores de San Antonio.

"Ahora ya no estoy porque las señoras eran muy desordenadas. Nos hicimos un traje para andar todas bien presentables, pero cuando teníamos que cantar llegaban sin la ropa, y no me gustó así que me fui", explicó.

La abuelita reconoce ser mandona. Tal vez por esa razón siempre ha sido una líder en cada uno de los colectivos que ha sido parte.

"La gente siempre se ha acercado sola hacia a mí. Lo que pasa es que yo soy de las personas que piensa, hace las cosas y que anda mandando a los demás", dice entre risas.

Con casi un siglo de vida, María Isabel tiene una salud envidiable. Bromea con los doctores diciéndoles que sufre de dolores en las piernas, pero cuando baila.

Lo único malo de sumar años es que con el paso del tiempo los amigos y las antiguas compañeras se enferman o dejan este mundo.

Sin embargo, prefiere no pensar en eso y concentrarse en sus actividades cotidianas. Hasta el día de hoy sigue tejiendo, cocinando y tejiendo. Por supuesto, sigue hasta el día de hoy pensando de qué forma seguirá aportando para hacer de San Antonio una ciudad mejor. J

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